Edith Vera (1925-2001), nacida en Villa María, Córdoba, fue una poeta cuya obra se nutrió de la observación minuciosa de lo cotidiano. Su vida atravesó experiencias decisivas: la difícil relación con su madre, la imposibilidad de tener hijos, un matrimonio que culminó en divorcio y la pérdida de su puesto docente durante la última dictadura militar. Estos acontecimientos no derivaron en un tono confesional directo, sino en una escritura que convirtió lo doméstico en revelación, donde una mesa, una flor entre el gramón o una caracola podían contener una verdad poética tan intensa como el recuerdo más íntimo.
Tapa del libro de Edith Vera. Esta obra concentra imágenes que oscilan entre lo lúdico y lo metafísico. Gentileza"El silbido de vientos lejanos", reúne por primera vez toda su poesía gracias al trabajo de recuperación impulsado por Silvia Giambroni, Anabella Gill y Normand Argarate. El libro concentra imágenes que oscilan entre lo lúdico y lo metafísico: una vaca que ocupa la biblioteca y dialoga con poetas clásicos, la bruja que duerme, la niña que toca el piano con un solo dedo. Se trata de una literatura dedicada a los niños que están casi siempre presentes con su lenguaje, aunque capaz de conmover también a lectores adultos. En uno de sus poemas más breves y luminosos escribe: "Para jugar con el trigo/ no te vistas de amarillo!/ Usa el trajecito rojo/ y una amapola serás/ que se hamaca con el viento/ en el dorado trigal. Y en otro, con la misma levedad precisa, afirma: Decimos amapola/ y la boca se nos llena de pétalos,/ de un dulce sabor / a verano y a trigo".
Vera escribió en un tiempo atravesado por silencios forzados y censuras, y su atención a lo mínimo puede leerse como una forma de resistencia. La suspensión de su labor docente durante la dictadura no detuvo su vínculo con la escritura, aunque sí lo volvió más intermitente. Silvina Mercadal ha definido su poética como una "ética de la modestia", una posición que no es renuncia sino elección: la decisión de habitar lo pequeño y otorgarle un valor central. La relectura de su obra en las últimas décadas ha permitido rescatarla de un olvido parcial, situándola nuevamente en el mapa literario argentino y reivindicando la potencia de una poesía que nunca buscó encajar en modas ni circuitos centrales.
En años recientes, su trabajo ha inspirado documentales, musicalizaciones y puestas escénicas que demuestran la vigencia de su imaginario. Lo que en su momento nació en la intimidad de un cuaderno hoy circula en festivales, ferias y presentaciones que la acercan a nuevos lectores. Su escritura resuena por la autenticidad con que transforma lo simple en un acontecimiento del lenguaje, sin necesidad de artificio ni grandilocuencia.
Si bien no se identifican epígonos directos, su sensibilidad dialoga con poetas que han sabido transfigurar lo cotidiano en un territorio de alta temperatura emocional. María Elena Walsh, en su vertiente más honda, comparte con ella ese doble registro que puede hablar a un niño y a un adulto al mismo tiempo; y otras voces contemporáneas, desde distintos estilos, revelan afinidades en el modo de dar intensidad a lo mínimo. En todos los casos, más que continuaciones, son resonancias que confirman que la poesía de Edith Vera sigue siendo, como su título sugiere, un silbido que llega desde lejos, pero que aún se escucha nítido.
+ INFO
"El silbido de vientos lejanos", trabajo de Edith Vera, publicado por Eduvim/Caballo Negro. Córdoba, 2022 (282 páginas).