Noches salvajes en Avenida Galicia: picadas de motos, parlantes “al palo” y descontrol total
Durante los fines de semana la zona estalla en picadas, música al máximo y consumo de alcohol y "sustancias" a la vista de todos. El descontrol se repite desde la 1 hasta las 5 de la madrugada.
Noches salvajes en Avenida Galicia: picadas de motos, parlantes “al palo” y descontrol total
Para quienes viven sobre Avenida Galicia, el fin de semana no trae descanso: trae miedo, ruido, desvelo y bronca. En los últimos meses, la zona se transformó en un escenario recurrente de descontrol nocturno, donde motos y autos copan la calle en una especie de “desembarco” salvaje que se repite madrugada tras madrugada.
Lejos de exagerar, los vecinos describen la situación como una orgía de caos, que arranca los jueves y estalla entre viernes,sábados y domingos.
Galicia y Güemes: el centro del pandemonium
Si hay un punto donde el caos se vuelve norma, ese es la esquina de Galicia y Güemes. Allí, y también en menor medida en Galicia y Rivadavia, se concentran grupos que llegan a bordo de motos y autos, la mayoría de ellos sin casco, sin patentes y realizando maniobras temerarias.
Los testigos aseguran que el consumo de alcohol y otras sustancias es tan evidente como impune. Botellas en la mano, música “al palo” y una actitud desafiante son la marca registrada de cada noche.
Picadas, escape libre y música
Las postales se repiten: Picadas a toda velocidad; Motos acelerando con escapes libres que revientan el aire; Conductores sin casco zigzagueando entre autos estacionados; Vehículos que frenan, abren el baúl y despliegan gabinetes de parlantes capaces de convertir la calle en una discoteca improvisada.
Todo, en plena vía pública, sin inhibiciones y poniendo en riesgo la vida de los vecinos y de terceros que nada tienen que ver con el asunto.
Denuncias que no cambian nada
Cansados, los vecinos recurren una y otra vez al 911 y a la Guardia de Seguridad Institucional de la Municipalidad de Santa Fe. Las denuncias se acumulan entre la 1 y las 4 de la madrugada, siempre con la misma respuesta: “Ya sabemos, ahora vamos para allá.”
Motos sobre las veredas y en el cantero central de Galicia. Foto: Gentileza
Cuando finalmente llega un patrullero, los agentes advierten a los grupos que se retiren, prometiendo regresar. Y así sucede: los jóvenes se dispersan… pero solo hasta la noche siguiente, donde todo vuelve a comenzar.
Mientras tanto, al amanecer, los vecinos enfrentan el último golpe: botellas vacías, restos de comida y otras sustancias tiradas sobre veredas y cunetas.
“Esto es tierra de nadie”
El malestar es generalizado. Una vecina lo resumió con crudeza: “Por favor, que la Municipalidad haga algo. No podemos seguir viviendo así. Esto es un descontrol total.”
Los controles municipales en avenida Galicia brillan por su ausencia. Foto: Gentileza
Juan, otro residente, agregó: “Los fines de semana acá no se duerme. La fiesta empieza a la 1 y se van a las 5 cuando aparece un patrullero. Antes, nos cansamos de llamar al 911.”
Y Daniel, visiblemente indignado, lanzó el desafío final: “Que algún funcionario venga a pasar una noche acá. No va a poder dormir… y si sale a la calle capaz que una moto lo pasa por encima.”
Desamparo
Mientras el barrio acumula noches sin descanso, botellas en las veredas y motos que rugen sin control, la sensación dominante es una sola: desamparo.
Los vecinos ya no piden —suplican— que el Estado intervenga antes de que este escenario de descontrol derive en una tragedia.