El 2025, entre los dos o tres peores de los 120 años de historia de Colón
Otra vez los cambios permanentes de entrenador fue la constante, como en el 2024, aunque en este caso con un sufrimiento inédito en una categoría como es la del ascenso. Un fracaso rotundo de la gestión futbolística de Godano y su directiva.
El 2025, entre los dos o tres peores de los 120 años de historia de Colón
El hincha de Colón quisiera haber cerrado mucho antes que el 31 de diciembre, este 2025 lamentable e irrepetible por lo malo. Fue uno de los peores de los 120 años de historia del club, comparable con el del descenso de 1981, más indignante que aquel de la temporada 90-91 y muy cercano al de 1959, cuando, con una derrota más que en esta oportunidad, descendió a la tercera categoría del fútbol argentino en lo que fue el peor período deportivo de la institución.
Luego del primer intento de 2024, en el que se arrancó bien y todo empezó a desmoronarse a partir de la prematura e intempestiva salida de Iván Delfino (hoy, uno de los técnicos más buscados, cotizados y ganadores del fútbol argentino si de ascensos se trata), se decidió un cambio rotundo en la política deportiva, manifestada en la llegada de un director deportivo con pasado en el club como Iván Moreno y Fabianesi, a partir de quien se armó el proyecto.
Una pertenencia que no dio resultado
Un cuerpo técnico con pertenencia con el Pata Pereyra a la cabeza, algunos jugadores siguiendo el mismo molde (Marcos Díaz, Guillermo Ortiz, la continuidad de Bernardi y la llegada de Gigliotti) y otra vez un comienzo algo esperanzador y con buenos resultados que, rápidamente, empezó a dar muestras claras de flaqueza.
Colón no terminaba de conformar pero conseguía algunos buenos resultados, hasta que se encadenaron cuatro derrotas consecutivas que terminaron con el proceso de Pereyra – debutante como técnico principal – y una vuelta de hoja con otra receta: la llegada de Andrés Yllana, un técnico de trayectoria en la divisional y con un presente venturoso pues venía de ser el encargado de ascender a Aldosivi, aunque luego su paso en Primera con el club marplatense no fue nada bueno.
Moreno y Fabianesi junto al DT Yllana. Crédito: Manuel Fabatía
Yllana tampoco encontró resultados, hizo un mercado de pases también errático con la llegada de Soto, Castro y Cristian García, más un intento de agresión a un futbolista de los denominados “referentes” que acabó con su ciclo el mismo día que la comisión directiva decidió la llegada del Pulga Rodríguez, un jugador que él no había pedido pero que tampoco alcanzó a dirigir.
El nuevo cambio de rumbo vino con la decisión de poner aMartín Minella, quien luego de una derrota inicial en Chaco y con el aval de los jugadores, encadenó dos victorias al hilo y esto provocó que la dirigencia de Godano lo sostuviera y confirmara en el cargo. Fue en vano, porque otra vez el equipo entró en un bajón inexplicable y se decidió poner punto final a su corto período para ir en búsqueda de Ezequiel Medrán.
El nuevo – y actual – entrenador, se la jugó en un mini torneo de siete fechas, a intentar no solo que el equipo levante, sino que su imagen convenza para lo que se avecinaba: el período preelectoral. Con Medrán, Colón ganó un solo partido y hubo muchos chicos de abajo que tuvieron chances (ya habían asomado con Minella). El temor al descenso estuvo merodeando y de esto se pudo despegar recién en el final mismo de un torneo signado por la decepción.
Colón tuvo, durante el año, un flagelo que fue el de las lesiones (más de 40) y utilizó una cantidad obscena de futbolistas producto del flojísimo rendimiento generalizado, del que nadie pudo escaparse ni sobresalir. Dos características que ayudaron a definir claramente lo que ha sido un verdadero calvario, que significó una gran decepción de sus sufridos hinchas.
La vuelta del vignattismo con Alonso
La sonrisa de Alonso el día en que el pueblo sabalero lo ungió presidente. Foto: Manuel Fabatía
Cinco listas se presentaron en las elecciones. El oficialismo, que había arrasado en las urnas en 2023 con más del 50 por ciento de los votos, ni siquiera se presentó. Y el socio sabalero optó por el retorno del sector dirigencial con el que se había logrado todo lo bueno y sufrido lo malo: el título de campeón y el descenso de categoría.
Con José Alonso a la cabeza, el vignattismo viene por una revancha en la que sabe que el margen de maniobrabilidad y la paciencia de la gente están prácticamente en rojo y agotados. Sin plantel, la decisión es armar un equipo casi nuevo. A favor tiene que el técnico conoce a los jugadores que son del club y ha tenido el tiempo suficiente para elaborar un buen diagnóstico a partir de una exacta radiografía. En contra, no hay espacio para los equívocos. Y si bien el torneo es largo y fluctuante, va a ser necesario que los resultados se conviertan en el mejor cimiento para la vuelta a la credibilidad por parte de la gente.