Enviado Especial a Buenos Aires
Solo es superada, por un partido, por la del 59 cuando bajó a la tercera categoría. Increíbles imágenes se vieron en cancha de Estudiantes con la despedida del árbitro Barraza. Medrán no habló luego del partido.

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Surrealismo puro. Y cosas que suceden en este fútbol argentino en el que las sospechas sobrevuelan de un lado para el otro. Julio Barraza tiene 51 años y fue el árbitro designado para dirigir el partido en cancha de Estudiantes de Caseros. Fue el último de su carrera. Dio 5 minutos de descuento, le pidió la pelota a Budiño – el arquero local – cuando iba a patear un saque de arco, la tomó con las manos, pitó el final, levantó la mano hacia el cielo y enseguida comenzaron los abrazos, con gente que ingresó al campo de juego para saludarlo. Previamente, varias de sus sanciones fueron aplaudidas por la hinchada de Estudiantes como si se tratara de un cierre del grandote Benítez, un arranque plagado de habilidad de Berterame o la gravitación ofensiva de Mateo Acosta, un “9” más que interesante que tiene el equipo local. Se fue casi tan aplaudido como los jugadores de Estudiantes, que festejaron la victoria como si fuera la del ascenso. En la tribuna, un trapo que decía “La banda de Barraza, el 1”. Pero no todo terminó allí. Luego de ducharse, esos 40 o 50 que estaban en la tribuna y hacia los que Barraza se dirigió poniéndose la mano en el pecho para agradecerles, lo esperaban en una antesala del ingreso a vestuarios, para compartir un ágape en el propio estadio con pizzas, sandwiches, empanadas y gaseosas. “Ole, ole, ole, Julio, Julio”, fue el grito que se escuchó reiteradamente y que atronó cuando el ahora ex árbitro – hijo de Jorge, que dirigió también en la década del 70 y los 80 – llegó al lugar en el que se encontraban sus amigos, familiares y conocidos.
A todo esto, el arbitraje de Barraza no fue bueno y tuvo algunas diferencias de criterio frente a jugadas pasibles de ser sancionadas con tarjeta amarilla. Por ejemplo, estuvieron bien amonestados Gaitán y Taborda en el primer tiempo, pero debió amonestar al defensor de Estudiantes que cortó un avance que amenazaba con ser prometedor en ese mismo primer tiempo, cuando Lago encabezaba una jugada de contragolpe y lo frenó de manera ilícita cuando el jugador de Colón intentaba dejarlo en el camino en base a velocidad. Los asistentes tuvieron una actuación similar. Germanotta, el asistente 1, no dudó en levantar la bandera para marcar el offside de los jugadores de Estudiantes, cuando le tocó controlar el ataque local en el segundo tiempo. Pero Barbieri, el línea 2, hizo lo mismo del otro lado para marcarle la posición adelantada a los jugadores de Colón.
De todos modos, Colón tuvo, en el final, la posibilidad de ejecutar un córner cuando se disputaba el quinto de los minutos adicionados, que terminó con un rechazo parcial y un nuevo centro que pasó de largo y no pudo ser conectado, por centímetros, por un par de jugadores visitantes que fueron a su búsqueda. La pregunta es: ¿qué hubiese marcado Barbieri si esa pelota del final ingresaba en el arco de Budiño?
Los pocos colegas santafesinos presentes en la cancha de Estudiantes nos vimos privados de la palabra del técnico Medrán o de algún jugador. “Muchachos, dice Medrán que durante la semana los atenderá, pero prefiere no hacer declaraciones en este momento”, fue la comunicación de la gente de Colón que se acercó gentilmente para dar a conocer esa decisión. De los futbolistas, nadie quiso hablar y un par de ellos, caso Bernardi, se detuvieron para hablar con tres o cuatro hinchas sabaleros, de esos que nunca faltaron en cada partido que el equipo disputó afuera, más allá de la imposibilidad de concurrencia de las hinchadas visitantes.
Con los 20 partidos que lleva perdidos, Colón ya superó – en cantidad de derrotas – la campaña de 1981, en Primera División, que le costó el descenso de categoría. En esa oportunidad, sobre 34 partidos, Colón ganó 6, empató 9 y perdió 19. Fue el peor de ese año, seguido de San Lorenzo. Pero hay otra campaña que ha sido peor y es la de 1959, cuando Colón descendió de la B a la C. También sobre 34 partidos, Colón ganó 7, empató 6 y perdió 21. Quiere decir que si llega a perder contra Defensores Unidos de Zárate el próximo domingo, habrá igualado la peor campaña de la historia, en los 77 años que lleva la institución en el profesionalismo desde su irrupción, en 1948, en los torneos de Afa. De no ser así, igualmente se ubicará en el segundo lugar detrás de aquella de 1959. Penoso.
La intención de Medrán, en el partido del sábado, fue que el equipo se amigara con la pelota, juntando jugadores capaces de asociarse. En el ratito inicial del partido, hubo algunas asociaciones, con triangulaciones y toques de primera que parecían ser un bálsamo en medio de tan paupérrimo contexto en el que se viene desempeñando este equipo. Sin embargo, resultó una “falsa alarma”, algo que duró muy poco y que no se pudo sustentar con el paso del tiempo. Medrán dejó más tiempo del aconsejable a jugadores como Bernardi y Colli que no tuvieron ningún tipo de incidencia ni gravitación. En el banco tenía a dos delanteros juveniles (Iván Ojeda y Córdoba), que terminaron jugando y aportaron, al menos, algo de presencia adentro del área. Colón fue un equipo muy leve, sin reacción ni rebeldía. Recién complicó un poquito en el final con un par de centros y nada más.
Hubo 11 partidos, de los 19 en que cayó, en los que Colón perdió por 1 a 0. Esto habla a las claras de la poca respuesta (futbolística y anímica) que tuvo el equipo ante estas circunstancias adversas en las que la diferencia en el resultado era estrecha. A esto podríamos sumarle el partido con Temperley (fue 2 a 1 y lo ganaba 1 a 0) y el partido ante Agropecuario en Carlos Casares, cuando iba perdiendo, lo empata y en tiempo de descuento se lo terminan ganando, algo similar a lo que pasó en Santa Fe contra el mismo rival, con el cual cayó en las dos oportunidades. Viéndolo jugar a Colón, como se dio en el partido de este sábado, está claro que apenas con cierto orden y concentración, resultaba muy fácil, para el rival, mantener el resultado y quedarse con el partido frente a tanta falta de profundidad y peligrosidad que tuvo el equipo.
Joaquín Enrico, el arquero de San Telmo que convirtió el gol de arco a arco, fue dejado libre por Colón en diciembre de 2023. Se dio en el marco del descenso de categoría, cuando el juvenil (que ya había firmado su primer contrato) no renovó y se fue con un emotivo mensaje: “Estoy muy agradecido a todas las personas que me ayudaron a crecer en este largo camino. Disfruté mucho estar acá, en el club de mis amores, me llevo miles de recuerdos muy lindos. Gracias“. Cuando se fue de Colón, Enrico tenía 22 años y había sido el tercer arquero en ese año del descenso, detrás de Chicco e Ibañez.




