A decir de Carlos Pachamé, pilar del Estudiantes de La Plata que hace 53 años dio la vuelta olímpica en Old Trafford, se trató del triunfo de "un grupo muy unido, humilde, conducido por un gran director técnico como Osvaldo Zubeldía" ante un adversario, Manchester United, "muy fuerte, que jugó mejor allá que en la Bombonera".
En efecto, el 16 de octubre de 1968 en el llamado "Teatro de los Sueños", Estudiantes se hizo de la Copa Intercontinental que en 1967 el legendario equipo "De José", el Racing de Juan José Pizzuti, había obtenido a expensas del Céltic de Glasgow.
En Manchester se alistaban dos figuras de la Inglaterra campeón del Mundial 66 (el célebre Bobby Charlton y Nobby Stiles), más los considerados hasta hoy mismo los mejores futbolistas nacidos en Irlanda y Escocia: George Best y Denis Law.
Sin embargo, en el partido de ida que tuvo lugar en la Bombonera el 25 de septiembre del 68, los platenses fueron ampliamente superiores y bien pudieron haber establecido una diferencia más amplia que la consumada por un cabezazo de Marcos Conigliaro.
"Acá hicieron muy poco, solamente se defendieron", recordó Pachamé, y ante la requisitoria de Télam admitió que en Old Trafford "pusieron todo, nos atacaron mucho y fueron muy enérgicos".
En su caso particular, debió lidiar con el áspero Pat Crerand, apodado "El Carnicero", quien cuando terminó el partido que consagró campeón del mundo a Estudiantes "a la pasada, cuando yo estaba corriendo, festejando con mis compañeros, me dio una trompada en la cara. Quise reaccionar, pero Zubeldía me frenó".
"En los partidos no me había parecido tan rudo Crerand. De esas finales recuerdo especialmente que en la Bombonera en una trabada lastimé a Charlton. Fuimos muy fuertes los dos y en ese choque salió con la tobillera rota. Con el paso del tiempo quedó una buena relación entre nosotros", evocó Pachamé.
Aquel gol de Conigliaro, más el de Juan Ramón "La Bruja" Verón en Old Trafford convirtió en insuficiente el de Willie Morgan en el último minuto.
"Íntimamente sabíamos que Manchester no podía ganarnos por dos goles de diferencia, pero jamás lo había dicho en las declaraciones al periodismo. Lo nuestro era una gran confianza en nuestras fuerzas para adentro y respeto y humildad para afuera. Eso nos había inculcado Osvaldo, que era un entrenador extraordinario y también un poco psicólogo. Tenía un gran manejo del grupo", añadió Pachamé, a la vez que confesó que vio el video del partido muchas veces, pero "cada vez me cuesta más".
Pachamé alude a los marcadores de punta Eduardo Luján Manera, Rodolfo Fucceneco, Oscar Malbernat y José Hugo Medina, a los centrales Ramón Aguirre Suárez y Hugo Spadaro, al delantero Felipe Ribaudo y a los mediocampistas Juan Miguel Echecopar y Néstor Togneri.
Cacho Malbernat fue el capitán del gran equipo que se coronó hace 53 años en Old Trafford y Togneri lució en una estricta marcación personal a Charlton, que por entonces gozaba de reputación de uno de los mejores futbolistas del planeta.
En Inglaterra el plantel de Estudiantes sintió la hostilidad del ambiente desde el primer momento. "Animals" fue el grito de guerra que eligieron los hinchas del United para amedrentar a los argentinos. La chispa del encono la había encendido Alf Ramsey, el entrenador de la selección inglesa en el Mundial 1966, luego del incidente de Antonio Rattín con la reina Isabel
"Tenemos que lograr que sientan todo el peso del estadio y de la historia", dijo Best en la previa. "Si superamos la silbatina inicial, si podemos aislarnos, estoy seguro que no nos van a ganar. Ellos son flojos en defensa, todos los jugadores siguen una marca fija y sólo nos preocupan los delanteros cuando se desmarcan. Togneri puede anular a Charlton", le confesó Zubeldía a Osvaldo Ardizzone, enviado especial de El Gráfico para la cobertura del partido.
El 16 de octubre, a las ocho menos cuarto de la noche, comenzó el partido en un ambiente de total crispación. Los jugadores de Estudiantes habían salido a la cancha en medio de una lluvia de proyectiles descargada desde las tribunas de Old Trafford. Manchester United, vestido de azul, marcó el terreno en la primera pelota dividida con una violenta patada del defensor Bill Foulkes sobre Togneri, la marca fija de Bobby Charlton. Acto seguido, Bilardo le devolvió las gentilezas a Best.
A los siete minutos, cuando el árbitro yugoslavo Konstantin Zecevic ya había perdido el dominio del partido, la Bruja Juan Ramón Verón, sobresaliente figura de aquel equipo, cristalizó de cabeza el primer gol de la noche. La jugada de laboratorio había tenido el sello de Zubeldía: centro pasado al segundo palo desde la izquierda, a la salida de un tiro libre, y cabezazo de Verón, apareciendo sin marca para aprovechar la distracción de la defensa contraria.
Con la ventaja a su favor Estudiantes se encontró en una situación inmejorable. Manejó el partido a su antojo y jugó con la desesperación del Manchester. Bilardo, el edecán de Zubeldía dentro de la cancha, exprimió cada circunstancia del juego para enfriar los avances locales. Zecevic tuvo que interceder en más de una ocasión para evitar una batalla campal.
Sobre el final, Medina se agarró a trompadas con Best y los dos fueron expulsados. El United, a través del escocés Willie Morgan, empató a los noventa minutos pero no hubo tiempo para más. Estudiantes fue campeón del mundo y dio la vuelta olímpica ante 63 mil personas que entonaron un ensordecedor "animals, animals".
Zubeldía confió en su equipo desde el primer momento y con el tiempo recogió los frutos. Sabía que no iba a ser fácil que los poderosos aceptaran la irreverencia de un club chico decidido a asaltar el protagonismo. El 16 de octubre de 1968 Estudiantes, contra todo pronóstico, tocó el cielo con las manos amparado en una breve consigna que su entrenador escribió en una pizarra del vestuario visitante de Old Trafford. "A la gloria no se llega por un camino de rosas", decía la frase.