Por Enrique Cruz (h)
Muchos entrenadores sostienen que no es tan importante lo táctico, que lo verdaderamente valorable en un equipo es la actitud y que la manera en que se paren los jugadores en la cancha, siempre que no se dejen espacios, es lo menos relevante. Otros, hacen de la táctica una premisa fundamental, una prioridad, el objetivo a alcanzar. Tornan a los jugadores dependientes de ella. Y no simplifican estas cuestiones.
Si como táctica se entiende la forma de parar un equipo, el fútbol argentino se destaca por la variedad de sistemas. Algunos juegan con un 4-4-2 (muchos), otros con un 3-5-2, otros (los que tienen enganche), pueden adoptar la figura del 3-4-1-2 o la del 4-3-1-2 (otrora sistema tradicional, no tan difundido por estos tiempos). Y hasta el 4-4-1-1 (un media punta y un delantero neto) han sido derivaciones de una misma variante.
En el caso de Colón, se sabe que el Turco Mohamed prefiere defender con tres en el fondo; que le gusta poblar el mediocampo con jugadores “mixtos” (por eso ha renegado, hasta los últimos dos partidos, de la figura del enganche) y dos delanteros. El 3-5-2 (salido de su propia boca) es el esquema que Mohamed prefiere. Y tiene intérpretes de sobra para llevarlo a la práctica (Colón tiene muchos marcadores centrales y una superpoblación de volantes que pueden jugar en varios puestos).
Así como ante River modificó en varias ocasiones de esquema, pasando a Chitzoff de un costado al otro de la cancha, el partido de anteayer ante Lanús fue otro ejemplo de la versatilidad que el Turco pretende darle a este equipo. A saber:
* El 3-4-1-2 original. Fue con el que arrancó el partido hasta que se dio cuenta que Biglieri y Valeri le complican la existencia abriendo la cancha. En ese pasaje, Chitzoff fue carrilero por derecha y Oyola lo hizo por izquierda. La idea fue abrir la cancha con dos jugadores que sepan llegar hasta tres cuartos o hasta el fondo para luego meter el centro. Ramírez y Fuertes eran una invitación a buscarlo por esa vía. Y Lucas Acosta quedaba en una posición intermedia, ocupando los espacios que dejaba liberados Chitzoff ya sea cuando iba por afuera (entonces Acosta se quedaba por adentro) o cuando metía la diagonal (allí Acosta pasaba a ocupar el lateral, como en el centro que terminó con el cabezazo de Fuertes en el palo).
* El 4-3-1-2 con Chitzoff en el fondo. Al darse cuenta de los problemas que se planteaban por los costados (especialmente el que marcaba Aguilar), el técnico pasó a Chitzoff a marcar el lateral izquierdo. Prefirió no bajar ni a Oyola ni a Rivarola (decididamente más eficaz jugando como doble volante central) y entonces quedó con un 4-4-2 que se transformaba alternadamente en 4-3-1-2 ya sea que Acosta o el propio Oyola, ligeramente tirado hacia el medio en el pasaje final del primer tiempo, ocupasen el sector central del ataque. Este fue el pasaje de mayor confusión de Colón. Al equipo le costó acomodarse, siguió sin encontrar las marcas y fue perdiendo relevancia en los rendimientos individuales. Chitzoff no se acomodó, Acosta tampoco, Capurro no pudo recuperar con eficacia y a Oyola también se le hizo difícil encontrar el partido. Sólo Rivarola quedó otra vez como abanderado de un mediocampo confundido y superado. Que se despertó cuando Fuertes, en una gran definición luego de una buena habilitación de Rivarola, convirtió el tanto del empate en el peor momento sabalero.
* El Colón de los tres delanteros. Es cierto que duró poco (fueron apenas 7 u 8 minutos), pero era la carta sorpresiva que tenía guardada el Turco. El partido estaba 2-2 y Mohamed lo quería ganar. Acosta se había desinflado por completo (necesita sumar partidos y no tener miedo a atreverse) y lo puso a Valdemarín. Antes había sumado aire al mediocampo con el Rulo Romero para que juegue por derecha. El equipo estaba abierto con un 3-4-3 ó 4-3-3 según la posición que adopte Chitzoff, pero seguía teniendo un problema: que perdía en el medio frente a un buen equipo. Al final, se resignó a poner a Prediger para que alguien aporte equilibrio y marca. Sin dudas, él (Prediger) y Falcón, son los que más recuperación aseguran, aunque Capurro siga siendo lo mejorcito del mediocampo y del equipo, en este buen arranque de campeonato.
Colón tiene un libreto que va más allá de la táctica. Es el del esfuerzo, el de la solidaridad, el de la saludable vocación ofensiva (llegaron los goles de los delanteros que tanto se esperaban) y el del sacrificio. Pero si de táctica hablamos, Mohamed la trabaja bastante y se nota que es un técnico dispuesto a los cambios permanentes. Le gusta el 3-5-2 y lo dijo. Pero a su equipo lo hizo jugar con línea de cuatro, con un enganche y hasta se animó a meter tres delanteros. Cambia dentro de un mismo partido y con los mismos jugadores. A veces logra acomodar al equipo y mejorarlo. Otras (como pasó el martes), no lo consigue y se arriesga a que entre en un momento de confusión. Pero después sale, porque si algo tiene este Colón es una enorme voluntad para pelear los 90 minutos a capa y espada. Como se le exigía a Mohamed, como le gusta a la gente. Y por eso se fueron ovacionados, aún empatando en cancha propia.

































