Que Unión es un club politizado, no caben dudas; y que los ex dirigentes tienen el derecho de expresarse libremente, tampoco. Pero si a partir de aquel concepto (el de un club con una fuerte disgregación política) o de ese precepto (el de la libertad de opinión), se argumentan actitudes que flaco favor le hacen a la institución, se me ocurre que el efecto hasta podría ser negativo o contrario a lo que se pretende.
Sin entrar a analizar cada uno de los puntos en los que se basa este nuevo comunicado de la agrupación Malvicino (ya con un Malvicino apartado de su conducción y, muy probablemente, sin participación en esta nueva y crítica misiva), está sucediendo algo que pocas veces se vio en el club y es que se haya constituido una oposición tan propensa a no quedarse callada, en tan poco tiempo de gobierno.
Que los cruces entre dirigentes y ex dirigentes se produzcan en tiempos electorales, ha sido moneda corriente en los últimos tiempos. Pero esto ya sobrepasa y hasta exagera la supuesta intolerancia de quienes hoy están al margen del gobierno de la institución.
Cuando Molina entregó el poder a Vega, el 4 de junio de este año (el martes se cumplirán seis meses), el nuevo presidente declaró que su política será de puertas abiertas, que iba a gobernar para todos los unionistas y con los unionistas. Hoy, seis meses después, habrá que decir que sobrevuela un ambiente extrañamente politizado (los comunicados, las banderas contra los dirigentes, las pintadas, etcétera).
La aclaración vale: nadie culpa a la Agrupación Malvicino de las banderas o las pintadas. Pero con estos comunicados casi sistemáticos, se está criticando a una directiva que lleva muy poco tiempo, sin argumentos aún suficientes ni terminantes como para valorar en forma seria a una gestión de gobierno.
Unión no puede gastar energías antes de tiempo en las luchas intestinas. Si todos coinciden en que éstas le hicieron daño al club, pues mucho más le harán cuando son antes de lo debido.
La agrupación Malvicino tuvo muchos años para gobernar en los últimos tiempos. Y en el último período, acudió a las otras dos agrupaciones fuertes en lo político, para que ayuden (recordar lo que ocurrió a mediados del año pasado).
Hoy, el tiempo reclama análisis, autocrítica, acompañamiento y, en todo caso, preparación para el futuro. Les asiste el derecho de expresarse; pero también el deber de no entorpecer ni perjudicar a lo que más quieren: la institución.

































