En una tarde de martes que más que de invierno parecía primavera, el Festival Nacional de Rafaela "abrió" el telón y arrancó su vigésima edición. Lo hizo a pura fiesta, con una puesta en escena a la altura de tal circunstancia.
Comenzó la edición número 20 del encuentro, con una fuerte presencia de artistas circenses y discursos que pusieron el foco en la resiliencia cultural.

En una tarde de martes que más que de invierno parecía primavera, el Festival Nacional de Rafaela "abrió" el telón y arrancó su vigésima edición. Lo hizo a pura fiesta, con una puesta en escena a la altura de tal circunstancia.
Al menos dos logros fundamentales se traducen en este hecho. Una ciudad asociada históricamente con la producción agroindustrial logró consolidar su identidad de polo cultural. Y pudo sostener este gran evento en forma ininterrumpida.
Todo arrancó cerca de las 18.30 con una intervención urbana en la esquina emblemática en la cual el Bulevar Santa Fe se toca con la plaza central. Allí, el público rafaelino (y de otras partes de la provincia y el país) se fue entrando en clima.
Artistas vinculados al universo circense, con zancos, clavas de malabares y otros elementos visuales, guiaron a los espectadores en una suerte de ritual de apertura. Música, ritmo y baile se conjugaron en una escena colectiva que anticipó el espíritu que, hasta el domingo, dominará la ciudad.
Más tarde, en el Cine Belgrano, tuvo lugar el acto de apertura, en el cual participaron autoridades. Cabe recordar que el festival es organizado por la Municipalidad de Rafaela, en cogestión con el gobierno de Santa Fe.
Allí, la ministra de Cultura de la provincia, Susana Rueda, destacó que el de Rafaela no es un festival más, sino un encuentro que logró mantener, "a lo largo de muchísimos años, su identidad".
"Esa palabra, en este contexto político, es revolución. El festival tiene una una enorme resiliencia porque ha pasado por momentos muy difíciles y sin embargo se sostuvo porque tiene que ver con la resistencia y con la apuesta que hacen los rafaelinos para sostenerlo", añadió.
Remarcó luego que este año, el festival está huérfano de uno de sus apoyos más importantes, "que es el del Instituto Nacional del Teatro, recientemente devastado". Pero, por esa razón, agregó, "el estado municipal y provincial estamos presentes. Somos el estado presente defendiendo la cultura".
Por último, llamó a trabajar mucho para seguir difundiendo este festival. "Acá tené nadie se rinde y mucho menos la cultura".
Seguidamente, el intendente de Rafaela, Leonardo Viotti, destacó el lugar que ocupa el festival en la ciudad y la provincia. "Más de 1000 funciones, más de 350 obras de todo el país y también de otros países. Miles de artistas nos han visitado a lo largo de estos 20 años", remarcó.
"Para nosotros es un orgullo poder sostenerlo, a pesar de la situación que vivimos y a pesar de todo lo que pasó en estos 20 años en el país, que es dinámico. Tenemos la certeza, la seguridad y la convicción de que el arte lo construimos entre todos y con acciones concretas", agregó.
Tras las formalidades, el Teatro Belgrano recibió a "Fulanos, algunos, nadie, ninguno", de Gerardo Hochman por Compañía La Arena. Un espectáculo acrobático donde seis escaleras y pocos objetos les sirven a los artistas, provenientes del universo del circo, para reflexionar sobre temas que van desde la soledad hasta el amor.
Las escaleras se transforman: mutan, se pliegan, se elevan, se convierten en plataformas, refugios, puentes, hamacas. Todo gracias a un trabajo físico impecable de los intérpretes, que combinan lenguaje circense y teatral con un pulso lírico sostenido.
En el Teatro Lasserre, se presentó "Muerde", unipersonal interpretado por Luciano Cáceres y dirigido por Francisco Lumerman. El actor despliega una amplia variedad de recursos para narrar la cruda historia de René, un joven abandonado por su familia que se convierte en un marginal.
La primera jornada del festival cerró en el Centro Cultural La Máscara con el estreno de "Caza de pájaros", producción del Laboratorio Teatro I, dirigido por Toto Castiñeiras. Una comedia performática con ritmo frenético, que imagina las delirantes consecuencias de un ataque de bandadas de pájaros en el piso 20 de una oficina.
Ahí, donde el mundo parece una jaula, un grupo variopinto de personajes intenta sobrevivir al caos. Y, como el festival, lo hace creando belleza en medio del desconcierto.




