A comienzos de los 90, tras la caída del Muro de Berlín, el cine europeo necesitaba reescribir su lenguaje. En ese marco, Krzysztof Kieślowski generó una trilogía que dialogaba con la idea del porvenir incierto, derivado de un cambio tan brusco.
A lo largo del mes, el canal ofrecerá un espacio dedicado a Krzysztof Kieślowski. Incluirá la emisión de "Rojo", "Azul" y "Blanco", tres películas que permiten entender la incertidumbre de Europa al final de la Guerra Fría.

A comienzos de los 90, tras la caída del Muro de Berlín, el cine europeo necesitaba reescribir su lenguaje. En ese marco, Krzysztof Kieślowski generó una trilogía que dialogaba con la idea del porvenir incierto, derivado de un cambio tan brusco.
Conocido bajo el título "Tres colores", este tríptico fue el intento del director polaco de invocar los ideales de la Revolución Francesa (cabe recordarlos, libertad, igualdad y fraternidad). Y, en algún punto, el eco de un continente que trataba de volver a entenderse a sí mismo.
Este mes, Film & Arts recordará a Kieślowski (quien falleció tempranamente, en 1996) a través de un ciclo incluido en los Viernes de Sundance, a las 22 horas de Argentina. Que implicará un reencuentro con las tres películas que, además, evocan los colores de la bandera francesa.
Mientras Hollywood avanzaba hacia el dominio absoluto del blockbuster, el cine europeo de principios de los 90 vivía un sacudón. La caída del Muro de Berlín, la disolución de la Unión Soviética y el rearmado geopolítico del continente tuvieron su obvio impacto en las películas.
La pregunta que sobrevolaba la producción audiovisual, con matices, ¿qué significa ser europeo ahora? En la pantalla aparecían nuevos temas, nuevos miedos, nuevas contradicciones. Había que pensar marcos teóricos nuevos.
El cine europeo de esa época estuvo signado por el desconcierto moral, la crisis de los grandes discursos, la búsqueda de un lenguaje más sustentado en los sentidos y el auge de la coproducción. De hecho, la trilogía aludida utilizó ese modelo: es una obra polaca, francesa y suiza a la vez.
Kieślowski venía de trabajar en los 80 en una idea monumental como "Decálogo", serie de diez capítulos de una hora de duración, cada uno de los cuales aparece como representación de uno de los Diez Mandamientos.
De modo que pasó de filmar bajo un régimen estatal restrictivo, a una Europa libre, pero totalmente desconcertada. Esa tensión impregnó la trilogía desde su concepción.
Según Luis Martínez, de El Mundo, "la trilogía de los colores de Kieslowski es un fascinante, pesimista y a la vez esperanzado tratado metafísico sobre la banalidad de tres grandes conceptos: Libertad, Igualdad y Fraternidad".
En "Azul", que se podrá ver el viernes 5, Julie intenta recomponer su vida tras la muerte de su esposo y su hija. El color azul, asociado al ideal de libertad, se convierte en un refugio y a la vez en una cárcel, un espacio donde la independencia es una herida.
En una Europa que trataba de definir qué hacer con su “nueva libertad”, la película calzaba bien. Julie, aislada, comprendiendo que la libertad también es duelo, encarnaba una pregunta: ¿qué hacemos cuando el pasado ya no existe?
"Blanco", que se verá el 12 de diciembre, transcurre entre Polonia y Francia. El protagonista, Karol, un peluquero polaco humillado y abandonado por su esposa, busca restituir un equilibrio que siente perdido.
La igualdad, en manos de Kieślowski, deja de ser un principio abstracto y se vuelve una fuerza oscura. Karol quiere estar "a la par", pero su camino hacia ese equilibrio lo lleva a manipular, engañar, reconstruirse para dominar.
En "Rojo", que se verá el viernes 19, Valentine, una joven modelo, conoce a un juez retirado que espía a sus vecinos. La fraternidad aparece aquí como la intuición de que toda vida está conectada con otra.
Es la película más luminosa y melancólica de la trilogía. La más consciente del azar, de la vigilancia y la culpa, temas centrales en la obra del director.
La muerte de Kieślowski, a los 54 años, detuvo su siguiente proyecto: una trilogía basada en la "Divina Comedia" de Dante. El director imaginaba Paraíso, Purgatorio e Infierno desde estados espirituales.
Solo llegó a completar el guión de Paraíso, filmado luego por Tom Tykwer. El resto quedó en apuntes, diagramas, obsesiones sin forma. Pero su trilogía de colores, la que sí llegó a convertirse en obra maestra, había dicho lo esencial.




