"'Los sorias' pertenece a la estirpe de los libros que circulan de mano en mano, como una carta privada destinada a todo el mundo". Ricardo Piglia.
El autor tenía en su poder una sola copia y estuvo a punto de perderla. Ahora, vuelve bajo la forma de una reedición que revive su aura de peligro y devoción.

"'Los sorias' pertenece a la estirpe de los libros que circulan de mano en mano, como una carta privada destinada a todo el mundo". Ricardo Piglia.
En la literatura argentina hay libros que tienen la virtud de volver a sacudir el canon cada vez que reaparecen. "Operación Masacre", de Rodolfo Walsh, "Los siete locos" de Roberto Arlt o "Zama" de Antonio Di Benedetto son ejemplos.
Dentro de esa "constelación" podemos ubicar a "Los sorias", la descomunal novela de Alberto Laiseca. El adjetivo no es exagerado: son más de mil páginas de delirio y humor negro. Que vuelven ahora mediante una edición de 500 ejemplares publicada por la editorial española Barrett.
Con el tono que siempre rondó a Laiseca (su histrionismo, para los que no lo conocen, se puede observar en sus cuentos de terror narrados ante las cámaras, fácilmente rastreables en Youtube) la novela vuelve a ocupar el lugar del culto extremo.
Barrett publica por segunda vez "Los sorias" en un único volumen, tal como quiso siempre Laiseca. Un objeto que parece ir contra el tiempo editorial actual, breve y apurado, y que sin embargo encuentra a sus lectores fieles.
La novela fue escrita durante diez años. "La terminó en febrero de 1982", recuerda un artículo de Página/12, que además subraya que Laiseca "hasta se tomó el trabajito de medirla: 30.000 palabras más que el Ulises de James Joyce".
Durante más de dieciséis años permaneció inédita, hasta que en 1998 Simurg publicó una primera tirada de 350 ejemplares. Desde entonces, cada reedición es casi un conjuro.
Ricardo Baixeras recuerda aquella primera edición como un mito. "Es leyenda su primer editor, Gastón Gallo (algo más desquiciado que Laiseca), es leyenda su primera tirada y es leyenda el grupo de lectores que lo elogiaron cuando todavía era inédito". Fogwill, Aira, el propio Piglia.
"Los sorias" es una distopía, una maquinaria teológica del mal en la cual tres dictaduras sostienen una guerra fría que es tan absurda como brutal. El humor casi infantil y a la vez siniestro con que narra Laiseca, forma parte del ADN de la novela.
A partir del roce entre Personaje Iseka y los dos hermanos Soria con quienes comparte habitación en una frontera desquiciada, la novela avanza entre conspiraciones delirantes, armas imposibles, teologías del mal y una violencia que parece provenir de una divinidad caprichosa.
El investigador Cristian Molina lo resume así: "'Los sorias' es una ficción que desarrolla, en múltiples planos, la historia de un mundo en permanente conflicto por el poder, sostenida por una voz narrativa entre lo jocoso y lo siniestro".
Allí está buena parte de la fuerza del libro, en ese vaivén entre lo grotesco y lo metafísico, entre el chiste repetido y la barbarie cósmica. Un tono que solo Laiseca era capaz de sostener.
Laiseca fue, además de novelista, un performer. Su lectura de cuentos de terror construyó una figura pública singular, un narrador que hacía del miedo un arte. Ese histrionismo impregna la novela.
Lo señala Gerardo Lima Molina: "No hay ninguna otra manera de encontrarse con Laiseca más que por medio del delirio. Si uno no puede dejar de deslumbrarse por esas novelas ambiciosas, monstruosas y eternas, hallará las puertas del estilo en 'Los sorias'".
La historia de "Los sorias" es increíble. La periodista Mónica López Ocón recuerda una anécdota. "Laiseca tenía una sola copia y una vez, en un andén de tren, llevaba los originales en una bolsa. Al arrancar la formación, un hombre le quiso arrebatarla. Laiseca forcejeó hasta lograr arrancársela".
Esa escena, casi cinematográfica, parece escrita por el propio autor. Es difícil pensar una metáfora más literal del riesgo, la fragilidad y la obstinación que rodearon a la novela.
Según Luciano Sáliche, en un artículo de Infobae, "Los sorias" es "un texto desmesurado y a la vez puntilloso que, por fuera de lo estrictamente literario -una barrera ya difícil de precisar-, está envuelto en capas y capas de peripecias: la dificultad para escribirlo, la dificultad para publicarlo, la dificultad para leerlo".
Es verdad: leer la novela es también someterse a su ritmo, aceptar su exceso, convivir con una prosa que salta del grotesco al comentario metafísico en la misma página. Ese carácter explica por qué la obra se convirtió en un libro de culto incluso antes de publicarse.
La nueva edición de "Los sorias" es la reaparición de una maquinaria literaria que sigue interrogando al poder, al mal y a la imaginación. Sin dudas, leerla es entrar en una de las experiencias literarias más radicales del último medio siglo.




