David Sorbille escribió una reseña sobre Tomás Barna. Lo describió allí como "un escritor mayúsculo que cincela con su inagotable inspiración plena de sentimientos, vibraciones, sutilezas, conciertos de paisajes espirituales".
En una entrevista con El Litoral publicada el 14 de agosto de 1970, el periodista y escritor radicado en Francia repasó su trayectoria y analizó la cultura y la televisión de la época.

David Sorbille escribió una reseña sobre Tomás Barna. Lo describió allí como "un escritor mayúsculo que cincela con su inagotable inspiración plena de sentimientos, vibraciones, sutilezas, conciertos de paisajes espirituales".
Para Sorbille, Barna era capaz de deslumbrar con la belleza y sabiduría de sus trabajos y, también, con "saludables extravagancias y una imaginación que no tiene límites".
Era, por lo tanto, un creador que se movía con soltura en el ensayo, la poesía y la dramaturgia, como si su obra fuera un territorio donde lo meditado y lo intempestivo podían convivir.
"Resultaría imposible plasmar en el estrecho margen de esta nota los logros y los halagos obtenidos por don Tomás Barna", escribió el diario Clarín el 15 de junio de 1998. Era cierto.
Nacido en Budapest, Hungría, en 1927, Barna llegó a la Argentina decidido a encontrar un idioma donde pudieran habitar sus memorias y sus sueños.
En 1963, la Dirección de Cultura de Córdoba lo envió a París. En la capital francesa se quedó un cuarto de siglo, investigando la novela francesa contemporánea y los avances técnicos y artísticos de la radio y la televisión.
Indagó en varias disciplinas. Fue poeta, ensayista, dramaturgo, guionista, crítico, locutor y conferencista. Publicó poemarios, disertó sobre figuras como Roberto Arlt, Leopoldo Lugones, Eduardo Mallea y Claude Debussy.
Fue presidente y cofundador de la Asociación Cultural Argentina en París y asesor artístico de la tanguería Trottois, cuya historia inspiró en 2019 el filme "Un sueño en París" de Sergio Costantino.
En julio de 1980, en una entrevista a Jorge Luis Borges, extrajo una frase que todavía hoy circula con frecuencia en las redes sociales: "¿Qué es el cielo sino un soborno, y qué es el infierno sino una amenaza?".
El 14 de agosto de 1970, El Litoral publicó una entrevista con Barna, por entonces periodista argentino residente en Francia. Estaba de paso por Santa Fe, ciudad natal de su esposa María Celina Palacios, sobrina de Alfredo L. Palacios.
Barna volvía después de más de seis años de ausencia y su diagnóstico sobre el país tenía la precisión del observador que nunca deja de mirar a su alrededor y establecer conexiones.
"Estuve ausente más de seis años. Me habían hablado de un cambio fundamental; pero no lo es tanto. He observado que en Buenos Aires y Santa Fe se está edificando mucho. En lo demás, encuentro el país casi igual como lo dejé".
En la conversación, repasó su labor en el diario Córdoba, donde publicó "Alma, carne y demonio" (1952), y su llegada en 1964 a la ORTF, el organismo estatal francés que centralizaba radio y televisión, donde trabajó junto a Jules Supervielle y Ramón Chao.
Su labor de locutor para América Latina fue uno de los ejes. "Procuramos guardar un tono neutro, accesible para todos los latinoamericanos. También hago locución ‘en off’ para el programa Panorama francés, que se graba quincenalmente para canales de América Latina. Creo que en Santa Fe se pasa los sábados por Canal 13".
Sobre la televisión, trazó una comparación directa. "Los programas franceses y argentinos no son de muy alto nivel en los dos países. Pero los argentinos son más ágiles, porque revelan mejor concepción cinematográfica en el manejo de cámaras".
La literatura estaba muy presente en su agenda. En aquellos días trabajaba en "Un paso hacia el abismo", obra teatral inspirada en Charles Baudelaire, que estaba en manos de la actriz María Casares para un posible montaje.
"Disfrutaré de mis vacaciones argentinas, retomaré contactos, haré notas para la radio francesa y después volveré a mi trinchera periodística, para seguir luchando desde París por la cultura de este inmenso y querido continente".
Hoy, a 55 años de aquella entrevista, la figura de Tomás Barna se puede entender como "un puente cultural" entre orillas: la Santa Fe que lo acogió y el París que lo albergó.




