Culzoni es mucho más que una empresa: es una historia familiar. Nació en 1977, impulsada por el padre de Federico y sus hermanos, y hoy está a punto de cumplir 50 años. Medio siglo de trabajo, compromiso y aprendizajes compartidos.
A pocos meses de que Culzoni cumpla medio siglo, Federico, uno de los referentes de la firma, repasa la historia que comenzó en 1977 de la mano de su padre. Habla de los valores que los guiaron, del trabajo en equipo y de lo que significa ser empresario en una ciudad que, asegura, les abrió las puertas y los acompañó a crecer.

Culzoni es mucho más que una empresa: es una historia familiar. Nació en 1977, impulsada por el padre de Federico y sus hermanos, y hoy está a punto de cumplir 50 años. Medio siglo de trabajo, compromiso y aprendizajes compartidos.
“Mi papá la apuntó en el año 77, y todos fuimos mamando de la empresa familiar”, cuenta Federico Culzoni. “Los hermanos trabajábamos en los veranos, ayudábamos, y así le fuimos agarrando cariño a la empresa. Con el tiempo empezamos a desarrollar nuevos negocios, a emprender cosas nuevas, pero siempre con ese mismo afecto y entusiasmo”.
El crecimiento de la compañía fue acompañado por la evolución de una forma de entender el trabajo. “Nos levantamos cada día con ganas de aprender algo nuevo”, dice Federico, convencido de que el secreto está en nunca dejar de moverse.
Cuando habla de los aprendizajes que dejó el trabajo familiar, Federico no duda. “Lo principal que nos dejó es el tema de los valores”, asegura. “No los negociamos. Siempre tratamos de comportarnos comercial y personalmente primero haciendo lo correcto, y después lo conveniente. Esos son los valores que transmitimos a toda la organización”.
Esa filosofía se convirtió en el eje de la empresa y, según Federico, es lo que les permitió sostenerse durante décadas. “El respeto, la ética, el trabajo bien hecho… son cosas que no pasan de moda. Así nos manejamos en la vida y en los negocios”, reflexiona.
Ser emprendedor en Santa Fe, reconoce, no es tarea sencilla. “Es un gran desafío. Un emprendedor siempre tiene muchas cosas por hacer, muchas pendientes. Pero creo que es algo que se lleva en la sangre. Nosotros somos la cuarta generación de emprendedores”, afirma con orgullo.
Para él, la vocación de emprender está directamente vinculada al sentido de pertenencia. “Nos gusta hacer cosas en Santa Fe, desarrollar proyectos acá, generar empleo local. Estamos muy comprometidos en devolverle a la ciudad algo de todo lo que nos dio”.
“Mis padres y mis abuelos son de Rafaela, pero fue Santa Fe la que nos acogió, la que nos hizo profesionales”, recuerda. “Por eso queremos crecer acá, progresar acá. Nos gusta apostar a la ciudad y al país, a pesar de las dificultades”.
El espíritu de equipo es otro de los pilares de Culzoni. “Nosotros podemos ser la cara visible, pero tenemos un gran equipo detrás: gente, profesionales, operarios, que nos empujan a seguir adelante. En muchas cosas, ellos nos motivan a nosotros, traen ideas, proponen, y eso nos impulsa a mejorar”, explica Federico.
La relación cercana con el personal se refuerza año tras año. “En las fiestas de fin de año, cuando nos juntamos y compartimos unas palabras, sentimos una enorme satisfacción. Este es un trabajo de equipo, de todos los días. Es arduo, pero se puede. Hay que seguir”.
Culzoni se define hoy como una empresa moderna, profesionalizada, pero fiel a sus raíces. En medio siglo de historia atravesó crisis, transformaciones tecnológicas y cambios de contexto, pero nunca perdió su identidad.
“Creo que lo más importante es saber hacia dónde vamos”, sostiene Federico. “Cuando uno traza una línea de valores y objetivos, hay que transmitirla a toda la organización, para que todos sepan cuál es el camino. Así, las dificultades que aparecen se superan en equipo”.
Para Federico, ser empresario en la Argentina es, sobre todo, un acto de resiliencia. “Es todo un desafío. Hay sinsabores todos los días, pero también muchas satisfacciones”, reconoce. “Desde Santa Fe podemos exportar al mundo productos con valor agregado santafesino. Se puede. Lo importante es no quedarse quieto”.
Esa mirada optimista, anclada en la experiencia, es la que lo impulsa a seguir proyectando. “Esto nunca se termina. Para un emprendedor siempre hay muchas cosas por hacer”, dice.
A 50 años de su nacimiento, Culzoni es hoy sinónimo de esfuerzo y continuidad. Su historia refleja cómo una empresa familiar puede crecer, profesionalizarse y mantenerse fiel a los principios con los que fue creada.
Federico lo resume con una frase sencilla pero profunda: “Ser empresario en Santa Fe es un desafío, pero se puede. Se puede crecer, generar trabajo, y hacerlo con orgullo desde nuestra ciudad”.




