A pesar de contar con sólo 33.851 km² y no poseer una concentración de recursos o yacimientos estratégicos, la situación política de Moldavia se ha convertido en una de las mayores pujas entre Europa y Rusia, posiblemente sólo superada por Ucrania.
Los moldavos votaran sus representantes en el poder legislativo con denuncias cruzadas de injerencia y censura por parte de Rusia y la Unión Europea.

A pesar de contar con sólo 33.851 km² y no poseer una concentración de recursos o yacimientos estratégicos, la situación política de Moldavia se ha convertido en una de las mayores pujas entre Europa y Rusia, posiblemente sólo superada por Ucrania.
Desde el centro al este del viejo continente se han gestado buenas relaciones entre Moscú y gobiernos conservadores como los de Hungría y Eslovaquia o simplemente afines a ideales prorrusos como Georgia.
Moldavia es una de estas naciones, con una situación geográfica de las más estratégicas en el avance hacia oriente de la Unión Europea (UE) y en las pretensiones de reconquista del Kremlin.
Este domingo, sus más de 2.5 millones de habitantes definirán 101 escaños de su parlamento en unas elecciones que la propia presidente Maia Sandu, reelecta con lo justo en 2024, calificó como “las más importantes de la historia”.
La definición de Sandu replica expresiones un tanto exageradas si se retoman antecedentes similares de ultimatums en los comicios, pero no deja de reflejar el temor y la relevancia que se le da a lo que ocurra este 28 de septiembre desde la capital Chisinau, al igual que con las miradas desde el este y el oeste.
Tanto la Unión Europea como Rusia se acusan mutuamente de pretender alterar el proceso electoral con tácticas que contemplan el financiamiento indirecto, la censura o la propaganda vía redes sociales.
El factor clave es su posición geográfica, que ubica al territorio moldavo en la frontera oeste de Ucrania, estando Chisinau a sólo 50 kilómetros de la línea. Entre ambos países, se ubica el ya nombrado el auto reconocido de facto estado de Transnistria, prorruso de cepa tras la disolución de la URSS y con fuerzas rusas en su suelo.
30 mil habitantes de Transnistria pueden votar en Moldavia, lo que obligó a establecer puestos estratégicos de conteo sobre la frontera. Toda una gestión marcada por el temor y la censura, en misma línea, a la interferencia rusa.
En 2022, Moldavia se convirtió en candidato para ingresar en la UE, algo que podría concretarse en 2030 y es de los principales reclamos rusos, con línea similar a los argumentos que promovieron la invasión a Ucrania. El año pasado, el referéndum indicó que el 50,38% del 50% del padrón está de acuerdo con la adhesión.
De esta disyuntiva parten sendas campañas mayoritarias, con el oficialismo del Partido de Acción y Solidaridad (PAS) buscando sostener la mayoría parlamentaria y el poder de decisión respecto al control gubernamental de la “cultura rusa” y su financiamiento, y la oposición fuerte de “Nuestro Partido”, que buscará acercar el país a Vladimir Putin.
Las pretensiones rusas no han sido auto silenciadas y se sostienen en el discurso público. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, manifestó esta semana: "Sabemos que la parte de la población que apoya el desarrollo de buenas relaciones, incluso con nuestro país, en gran medida no tendrá derecho a utilizar su voto. Y aquí no se trata de los intentos de Rusia de ejercer influencia. Se trata del descontento de una gran parte de la población de Moldavia por el hecho de que no se le permite ejercer su derecho al voto en las elecciones".
"Incluso en Moldavia, en la propia sociedad moldava, hay muchas personas que apoyan una política más equilibrada. Las elecciones deben demostrarlo", indicó Peskov y agregó: "¿Hasta qué punto son justas estas elecciones y hasta qué punto se concede a todos el derecho a ejercer su voto en las elecciones, hasta qué punto no se ejerce presión sobre quienes no están de acuerdo con [la presidenta Maia] Sandu, hasta qué punto no se ven sometidos a la presión de las fuerzas del orden, hasta qué punto no se registran las casas de quienes no están de acuerdo con Sandu? Probablemente, esto debería juzgarse en Bruselas y en las capitales europeas. Lo sabemos muy bien".
Una de las principales medidas en vísperas de las elecciones fue la convocatoria en Moscú a Lilian Darii, embajador de Moldavia, reclamando por la negativa de acceso a veedores rusos.
"Es incompatible con los valores democráticos que profesan los dirigentes moldavos y una muestra más de sus políticas antirrusas", manifestaron desde el Ministerio de Asuntos Exteriores.
La alta representante para la Política Exterior de la UE, Kaja Kallas, involucrada personalmente por su pasado como premier de Estonia y una infancia alterada por la frontera rusa, es de las personalidades más efusivas contra el gobierno de Putin desde el bloque.
"La presión de Rusia ha sido firme, por eso la Unión Europea seguirá apoyando a Moldavia para fortalecer su seguridad", sostuvo Kallas en una rueda de prensa conjunta con la mandataria moldava, Maia Sandu, a mediados de 2025.
"El objetivo es hacer de Moldavia un país más fuerte y más seguro para sus ciudadanos", subrayó, para agregar que "la seguridad de Moldavia también es la seguridad de Europa".
El pasado 27 de agosto, durante la celebración de la independencia moldava, Sandu recibió saludos claves por parte del presidente francés, Emmanuel Macron, el canciller alemán, Friedrich Merz, y el primer ministro polaco, Donald Tusk.
El mensaje de Macron fue el más claro: "La propaganda del Kremlin nos dice que los europeos quieren prolongar la guerra y que la Unión Europea oprime a su pueblo. Son mentiras. A diferencia de Rusia, la Unión Europea no amenaza a nadie y respeta la soberanía de cada Estado miembro. Es una unión de prosperidad y paz. La Unión Europea no es en absoluto la Unión Soviética".




