El colapso de la cascada más alta de Ecuador por un proceso de erosión hídrica -según las primeras investigaciones-, expone también la necesidad de estudios profundos a la hora de ejecutar grandes obras de infraestructura en la proximidad de zonas naturales vulnerables.
Situada en la transición entre la cordillera andina y la región amazónica, la cascada San Rafael tenía hasta el pasado domingo una caída de unos 150 metros de alto por 14 de ancho, pero un inesperado desplome de tierra, antes del salto, la ha reducido ahora a tres finos hilos de agua.