Cómo influye la alimentación en el comportamiento de perros y gatos
Una nutrición equilibrada no solo mejora su salud física, sino que también influye en su ánimo, su nivel de energía y su forma de relacionarse con el entorno.
Cómo influye la alimentación en el comportamiento de perros y gatos
El comportamiento de las mascotas domésticas no depende únicamente de su entorno o de la educación que reciben. La alimentación cumple un papel central en el equilibrio emocional y conductual de perros y gatos. Una dieta inadecuada no solo afecta su salud física, sino también su manera de relacionarse con las personas y otros animales, su energía diaria y hasta su nivel de ansiedad.
En los últimos años se comenzó a comprender que la conexión entre intestino y cerebro —conocida como eje intestino-cerebro— no es exclusiva de los humanos.Los alimentos ultraprocesados o con exceso de carbohidratos pueden provocar irritabilidad, fatiga o apatía, mientras que una dieta balanceada en proteínas favorece la concentración y la estabilidad emocional.
En los perros, el déficit de triptófano —aminoácido que participa en la producción de serotonina— puede manifestarse en una conducta más reactiva o agresiva. Por el contrario, una dieta rica en proteínas de calidad y grasas saludables tiende a estabilizar el ánimo.
Una dieta equilibrada contribuye al bienestar emocional y físico de perros y gatos.
En los gatos, el impacto se percibe sobre todo en el nivel de actividad y la sociabilidad. Un felino alimentado con comida de bajo valor nutritivo suele volverse más sedentario o mostrar señales de frustración, como maullidos excesivos o marcación fuera del arenero.
Los expertos en nutrición animal coinciden en que el bienestar emocional comienza por un sistema digestivo saludable. Cuando la flora intestinal está equilibrada, el cuerpo produce de forma natural sustancias que influyen en la sensación de calma y en la respuesta al estrés. De allí la importancia de ofrecer alimentos con ingredientes fácilmente digeribles y sin exceso de aditivos artificiales.
Conductas de una dieta desequilibrada
Muchos comportamientos que se interpretan como “malos hábitos” pueden tener su origen en una alimentación inadecuada. Un perro que destruye objetos, un gato que se esconde o un animal que duerme demasiado podrían estar manifestando carencias nutricionales o intolerancias alimentarias. Identificar el origen de estos cambios es clave para corregirlos a tiempo.
Algunos signos comunes de que la dieta está afectando el comportamiento son:
Cambios bruscos en el nivel de energía (hiperactividad o apatía).
Irritabilidad o reacciones desproporcionadas ante estímulos.
Ansiedad por la comida o robo de alimentos.
Lamido excesivo o conducta compulsiva.
Desinterés por el juego o por el contacto social.
En estos casos, ajustar el tipo y la cantidad de alimento puede marcar una gran diferencia. Reducir los azúcares y cereales refinados, incluir proteínas de origen animal y grasas saludables, y establecer horarios regulares de alimentación ayuda a estabilizar el metabolismo y, en consecuencia, la conducta.
Elegir alimentos naturales y balanceados ayuda a prevenir el estrés.
También es importante evitar los castigos cuando el animal muestra comportamientos indeseados. Si la causa es una deficiencia nutricional o un problema digestivo, el refuerzo negativo solo aumentará el estrés y empeorará la situación. Lo ideal es consultar con un profesional que evalúe la dieta actual y proponga cambios paulatinos.
Alimentación consciente
El concepto de alimentación consciente también puede aplicarse al mundo animal. No se trata solo de elegir el mejor alimento balanceado, sino de comprender cómo lo que comen repercute en su bienestar integral: notar si el animal come con placer, si digiere bien, si mantiene un peso saludable y si su comportamiento es estable son señales de que la nutrición está en equilibrio.
La rutina de alimentación fortalece el vínculo entre animales y cuidadores.
Además, la rutina de alimentación es un componente clave de la convivencia. Ofrecer la comida siempre en el mismo lugar y horario transmite seguridad y estructura. En los gatos, que son más sensibles a los cambios, mantener la constancia evita el estrés. En los perros, compartir ese momento como un ritual —sin distracciones ni apuros— refuerza el vínculo con sus cuidadores.
Otro aspecto fundamental es la hidratación. La falta de agua puede alterar el humor y la energía, especialmente en gatos, que tienden a beber poco. Incorporar fuentes o alimentos húmedos ayuda a prevenir este problema. Cuidar la alimentación no significa humanizar a los animales, sino reconocer que, al igual que las personas, su comportamiento y su salud mental dependen de una nutrición adecuada.