Julieta Grosso
Télam
Compleja y extensa como pocas resultó para Ernesto Sabato la gestación de "Sobre héroes y tumbas", considerada por los críticos como la mejor novela del siglo XX y en la que conjura sus obsesiones autobiográficas para reflexionar sobre la historia argentina y avanzar en la investigación de la relación entre la conciencia y el mundo exterior al sujeto.
Publicada en 1961, "Sobre héroes y tumbas" mutó sus variables literarias en numerosas oportunidades desde el primer bosquejo ideado por Sabato en 1938 bajo el título de "La fuente muda", inspirado en un poema del poeta español Antonio Machado que dice "está la fuente muda y está marchito el huerto".
La escritura de esta novela fue abandonada durante años, hasta que el desaparecido diario Sur publicó un fragmento en el que se percibe cómo el escritor inaugura con ella un curioso experimento, con páginas a dos columnas: la izquierda utilizada para lo que el personaje va soñando y la derecha para narrar los hechos que le suceden.
De esta historia, Sabato retomó algunos elementos con los que construyó el primer bosquejo de ‘Sobre héroes y tumbas‘, al que le anexó fragmentos de otra novela, ‘Memorias de un desconocido‘, sobre los pensamientos delirantes de un nihilista -que sustentaron el ‘Informe sobre ciegos‘. Y de una tercera, ‘El desafío‘, acerca de un joven solitario que se encierra a esperar que aparezca Dios.
La versión definitiva de ‘Sobre héroes y tumbas‘ es el resultado de un proceso en el que desaparecieron capítulos enteros -además de diluirse personajes y cambiarse el nombre de familias enteras- y sufrieron transformaciones radicales los recursos narrativos: aún así, las alteraciones rindieron a favor de la historia, considerada la mejor novela argentina del siglo XX.
Narrada a partir de líneas paralelas que confluyen en la historia de amor entre dos jóvenes opuestos como Martín y Alejandra, Sabato repasa parte de la historia argentina en esta obra que combina pasado y presente, personajes heroicos y funestos, obsesiones y conflictos existenciales, todo en un marco atravesado por dantescas descripciones de sitios y personas.
La atormentada pasión de los protagonistas se mezcla con un suceso histórico ocurrido en el siglo XIX -la muerte y traslado del cuerpo de Juan Lavalle, héroe de la independencia- que adquiere un valor simbólico y con el segmento ‘Informe sobre ciegos‘, que plantea un motivo de estudio en torno a la unidad de la obra y a la estética del escritor.
La novela comienza con una ‘breve reseña preliminar‘ que introduce al último episodio del drama familiar de los Vidal Olmos: el asesinato de Fernando y el suicidio de su hija Alejandra, un padre y una hija que son capaces de odiarse hasta la muerte, amarse hasta el incesto y destruirse mediante un fuego purificador.
El devenir de esta familia emparentada con la aristocracia criolla es narrado a lo largo de 150 años hasta concluir, justamente, en Alejandra y Fernando: el lector asiste al detalle de la tortuosa relación, reavivada por el odio que ella siente por su padre, quien la violaba desde niña con la anuencia de su madre.
En otro plano, el libro avanza luego en la descripción de la vida de Martín Del Castillo, un muchacho de diecisiete años -hijo de una prostituta y un pintor fracasado- que suele pasar las tardes sumergido en sus cavilaciones en el Parque Lezama.
Allí, sentado en un banco al lado de la estatua de Ceres, comienza el descubrimiento de Alejandra Vidal, la chica extraordinaria que misteriosamente aparece en su vida y lo marca para siempre en ese fugaz encuentro. La historia está narrada por Bruno, escritor y enamorado de la madre de Alejandra, Georgina.
Con el trasfondo de una Buenos Aires inconfundible que aparece recreada en todas sus dimensiones - desde los miradores a las alcantarillas-, Sabato no elude referencias al peronismo, a las diferencias sociales, al subte y a los parques. Utiliza todos estos elementos y los absorbe para lograr un testimonio integral.
El resultado de este rastreo minucioso es una semblanza del Buenos Aires de los años 60 fundido con un espacio de sueño, delirio, pesadillas atemporales que acechan cada noche en una piecita, en un caserón abandonado: en esa fusión reside uno de los aspectos de la grandeza de esta novela.
A partir de la ciudad, Sabato habla de la argentinidad como sentimiento, de una nostalgia permanente por haber perdido lo que nunca se llegó a tener y de cómo cada personaje la desarrolla a su manera para mostrar o intentar ocultar sus carencias, sus miedos, sus frustraciones. De ahí el sarcasmo, la violencia y el doble juego que deriva en uno de los motivos de la novela: la máscara.
El escritor se pregunta qué máscara le queda a un individuo cuando está en soledad, ante su conciencia, enfrentado a un yo que, como en el caso de Fernando Vidal -artífice del ‘Informe sobre ciegos‘- puede metamorfosearse continuamente. O como Alejandra, atormentada por fuerzas extrañas, oscuras, destructivas contra las que a veces no es posible ni siquiera luchar.
‘En la búsqueda de Martín, en la pasión de Alejandra, en la melancólica visión de Bruno y en el horrible ‘Informe sobre ciegos‘, he intentado describir el drama de seres que han nacido y sufrido aquí. Pero a través de él, un fragmento del drama que desgarra al hombre en cualquier parte: su anhelo de absoluto y eternidad, condenado como está a la frustración y a la muerte‘, aseguró Sabato alguna vez.
‘Sobre héroes y tumbas‘ es una novela conmovedora y trágica: lo que se propone el escritor, y lo consigue de manera contundente, es sacudir y despertar al lector, de modo que éste, al acabar la lectura, ya no sea el mismo, de la misma manera que Sabato ya no lo fue al terminar de escribirla.
































