Por Alberto Fabián Estrubia
Por Alberto Fabián Estrubia
Esta mañana vi, que por el hueco de entrada y salida de mi cueva, llegaba la luz del día, Y me resultó extraño porque no siempre se da. La cueva donde vivo, es bastante oscura. Solo pequeños huecos en la parte de arriba dejan pasar luz y agua cuando llueve. Se puede decir que es un lugar inhóspito, pero es mí lugar después del desalojo. Antes era otra cosa, hasta yo era distinto, era más humano. Ahora me siento casi animal. Me siento un primitivo. No sé exactamente qué significa, pero me vino a la mente y lo dije.
Mi vida es rutinaria, todos los días hago lo mismo, es solo rutina, una vida monótona y aburrida en definitiva. No tengo libros, los fui quemando de a poco para hacer fuego. El chispero todavía funciona. Cocino poco, en general como alimentos crudos, ya algo comía y ahora me fui acostumbrando.
Vivo solo. Creo. Aunque esta cueva está en el centro del macizo y desde aquí salen galerías para todos los costados. Las he caminado en trechos en algunas oportunidades pero no encontré nada del mundo civilizado. Acá todo es piedra, oscuridad y silencio. Nunca sentí ruidos aparte de los míos por eso digo que vivo solo.
¿Si extraño la compañía? ¡Claro! ¡Por supuesto! pero "es lo que hay", como dicen algunos. A veces hablo solo. Me gustaría cantar pero no tengo ganas. Esto es aburrido y un sin sentido. Por el hueco de arriba acaba de entrar un pajarito, me parece, sería la primera vez que alguien me visita. ¡Ah no, no es un pajarito es un papelito! ¿Un papelito? Sí, ya llegó al piso y tiene algo escrito. ¡Es una carta! ¿Una carta? Sí, ¿qué extraño? ¡A ver qué dice el sobre? "Fulano de Tal" San Martín 2035-Santa Fe. ¿Qué pasó?
Y el hombre corrió hacia el hueco que daba al exterior, se aproximó a un mirador y vio una caravana de autos que circulaban.




