Es necesaria una aclaración antes de arrancar: el autor de estas líneas no es especialista en economía y pide disculpas por cualquier referencia inadecuada al respecto. Dicho esto, desde hace algún tiempo una película argentina de principios de los años ‘80 recobró protagonismo, de la manos de distintos influencers entre los cuáles se contabiliza Carlos Maslatón. Se trata de “Plata dulce”, de Fernando Ayala, en la cual muchos, sobre todo los que se oponen a las medidas económicas de corte liberal impulsadas por el presidente Javier Milei, creen encontrar una serie de paralelismos con el presente.
Aries Cinematográfica ArgentinaLo justifican, por ejemplo, comparando algunas escenas de aquel film con imágenes del presente. Es el caso de los argentinos (es obvio decirlo, los más pudientes) viajando al exterior para comprar distintos productos gracias a partir del precio del dólar. En la película van a Estados Unidos, ahora a Chile o a Brasil, pero la premisa general es (de nuevo, según los que ven en la película indicios de la actual coyuntura) la misma.
“Plata dulce” se sitúa en la época de la dictadura militar, inmediatamente después del Mundial de Fútbol de 1978. En ese contexto, dos hombres de mediana edad casados con dos hermanas, son socios en un pequeño emprendimiento familiar que se dedica a fabricar botiquines de madera. No atraviesan un buen momento: debido a las medidas tomadas por el entonces ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz, están muy cerca de fundirse, les cuesta mucho competir contra los botiquines de plástico que ingresan desde Oriente.
Aries Cinematográfica ArgentinaCasi en simultáneo, uno de ellos, Carlos Teodoro Bonifatti (interpretado por Federico Luppi) se reencuentra por casualidad con un ex compañero de la colimba, Arteche, a quien le fue muy bien en el mundo de las finanzas y que, rápido de reflejos, suma al ingenuo Bonifatti a sus negocios. “Hay que asumir que estamos entrando a un nuevo país, un país nuevo de verdad. Se trata de un enorme cambio, porque estamos entrando al mundo”, le dice.
En apretada síntesis: dentro de una economía liberada donde “la guita da la guita” y “no conviene fabricar nada” (son frases textuales extraídas del film) Boniffatti no tarda en convertirse, de la mano de Arteche, en el gerente general de una financiera, se compra una casa nueva y viaja a Miami con toda la familia para comprar cosas electrónicas que ni siquiera sabe bien para qué sirven, cómo se observa en una secuencia divertida que, dicen los memoriosos, es fiel reflejo de una época en la cual se hablaba del “milagro argentino”. Del otro lado su antiguo socio, Rubén Molinuevo (Julio de Grazia) se ve obligado a vender el taller donde arma los botiquines y se dedica, con poca suerte, a la importación de alimentos envasados desde Brasil.
Al final, Boniffatti descubre que fue engañado, que el banco que dirige es “una cáscara vacía” y que no tiene los recursos para cumplir con los ahorristas, atraídos por las altas tasas de interés. Y pronuncia la frase que hizo mítica la película: “Arteche y la puta madre que te parió”. Sin embargo, el personaje más conmovedor de la película no es él, sino su suegra, que todos los meses va al centro para depositar su (intuimos, magra) jubilación en el lugar en el cual le paguen la mejor tasa por tener su dinero depositado allí.
Si es posible hallar algo esperanzador en este film que pese a su tono de comedia costumbrista es amargo, son los jóvenes. El hijo de Boniffatti logra ingresar a la facultad para estudiar lo que le gusta, Geología, pese a la fuerte oposición familiar. Mientras que Patricia, la hija de Molinuevo, se radica en Nueva York donde consigue los dólares para enviar todos los meses a su familia. Ambos son, con claridad, los más lúcidos, los que buscan un lugar que esté “aparte” o se lo “inventan”.
Aries Cinematográfica ArgentinaEn el amanecer de 2025, “Plata dulce” puede asimilarse de varias maneras. Cómo un atisbo de lo que puede ocurrir si se priorizan las políticas en las cuáles el crecimiento de la industria deja de ser el centro de gravitación. Pero también, en una mirada más de largo plazo, como una crítica atemporal a la codicia y los riesgos del capitalismo desmedido, donde las personas se ponen por debajo de los guarismos. De hecho, hay algo de deshumanización en la actual clase política, que suele hablar de “desocupados”, “pobres”, “trabajadores en negro”, sin pensar que detrás de cada una de estas categorías hay seres humanos atravesados por la tragedia de lo cotidiano.
Aries Cinematográfica ArgentinaLas políticas de Javier Milei, que incluyen la eliminación de controles económicos y una apertura a mercados especulativos, evocan en cierto modo los mismos dilemas que enfrentan los personajes de la película. La historia muestra cómo el deseo de enriquecerse rápidamente puede llevar a consecuencias devastadoras. Hace poco el director de cine Juan José Campanella se refirió a la vigencia de sus películas y aseguró en tal sentido que la Argentina es un “loop”. El ferviente deseo de quien firma es que los que ven uno de esos “loops” en “Plata dulce” estén del todo equivocados.