Retomamos la Ruta 3 temprano en la mañana. Después de haber disfrutado de los legados galeses en Trelew volvimos sobre nuestros pasos hasta la costa del Golfo Nuevo: Puerto Madryn para vivir sus costas y sus secretos naturales, para andar cientos de kilómetros recorriendo parte de su belleza y su vida a orillas del mar.
La ciudad nos tomó de sorpresa en las primeras cuadras. Y el mar se abrió paso ante nosotros sin aviso previo recodándonos que su inmensidad es parte de su belleza. Nos reunimos con Adrián en la Secretaría de Turismo y conocimos paso a paso el itinerario que nos quedaba por delante durante las 48hs que permaneceríamos en la Comarca Península Valdés.
Viaje al corazón de la Península
Pocas imágenes pueden olerse tan de cerca como la del mar embravecido. La sal pegándose a los labios y el viento trayendo en cada movimiento el susurro de las olas en la costa. Luego de coordinar algunos detalles para poder viajar hasta Península con nuestros acompañantes caninos, nos embarcamos rumbo a una de las aventuras más emocionantes: nos quedaban por delante 400km de costa y estepa para conocer a fondo las bellezas del Área Natural declarada en 1999 “Sitio del Patrimonio Natural de la Humanidad” por la UNESCO.
El ingreso a la Península es a través del Istmo Ameghino un espacio creado especialmente para el visitante donde es posible conocer a fondo los secretos de la Península. Se trata de un lugar clave para quienes realizan el recorrido de manera particular debido a que se puede adquirir toda la información para no perderse nada del trayecto. Además si viaja en temporada de verano no olvide abastecerse allí de agua, los distintos puntos que visitará y cuentan con servicios no están abiertos en esta temporada y el recorrido es largo hasta Puerto Pirámides.
El camino nos devolvía a cada kilómetro un paisaje nuevo. Después de descubrir la Isla de los Pájaros y de encontrar a la distancia –no hay posibilidades de ingresar- un mundo de sonidos y vuelos, continuamos lentamente por camino de ripio hacia Caleta Valdés. Permanecían frente a nosotros cientos de pingüinos magallánicos muchos de ellos cuidando sus crías y detrás la Caleta se presentaba como una referencia única.
Por la época del año en que llegamos no nos fue posible conocer Punta Delgada, pero subimos hasta Punta Norte donde una comunidad de lobos y elefantes marinos comenzaban allí un nuevo ciclo de vida. Observar sus movimientos, conocer sus costumbres de vida y reproducción se convierte en parte del recorrido. Después en cada comunidad que fuimos viendo a lo largo de nuestro recorrido por la RN3 aplicábamos lo que Roxana (nuestra guía) nos había enseñado de ellos.
El final estaba cerca. Ya habíamos excedido el horario del mediodía, pero igual nos dirigíamos a Puerto Pirámides una Villa Turística que comenzó hace años atrás con 150 habitantes y hoy se estiman más de 400 aunque continúa restringido el asentamiento. Fracasaron allí nuestras ganas de embarcarnos por el Golfo, dado que al no ser épocas de ballenas las empresas de avistaje hacen muy pocas excursiones: una de las primeras grandes deudas para prometer otra visita. (Los avistajes embarcados se realizan de Junio a Diciembre que es cuando se encuentran en la zona la Ballena Franca Austral)
El sol comenzó a sentirse en la ruta. Retomamos por el camino de ripio lentamente, a nuestra margen izquierda el mar nos acompañaba refrescando de a ratos la vista y el ambiente, hasta que llegamos a las playas de El Doradillo un paraíso natural que nos sorprendió por su belleza: una costa amplia y playas de canto rodado invitando a un descanso (Durante la época de ballenas esta playa es uno de los miradores naturales). El calor a esa altura sobrepasaba cualquier frontera y fue la excusa perfecta para hacer un baño en esas aguas tan cristalinas como frías. Minutos después sentí que había realizado una de las mayores hazañas del viaje a Patagonia.
Horas antes de partir
Había sido una jornada intensa en la península y aún nos quedaban 24horas para seguir conociendo. Al día siguiente el camino nos llevó hacia Punta Loma, no sin antes pasar por uno de los centros de interpretación más maravillosos de la zona el Ecocentro Puerto Madryn. Después de un recorrido nos dirigimos a Punta Loma un Área Natural Protegida donde habita una gran comunidad de Lobos Marinos y Cormoranes. Un balcón único de acantilados con vista a las aguas del Golfo Nuevo para admirar sin descanso la vida marina.
El calor y el sol de enero invitaban a una siesta en las extensas playas de Madryn que durante los meses de verano se convierten en un gran atractivo para residentes y viajeros. Al caer la tarde comenzábamos a despedirnos de la Comarca, dejábamos detrás otro punto en nuestro recorrido y marcábamos en el mapa el próximo destino: Comodoro Rivadavia para seguir hacia Santa Cruz y conocer entre otras maravillas los Bosques Petrificados. Cada día un poquito más al Sur.


































