Laura Burlando
En el barrio Belgrano funciona este centro de educación popular, que brinda talleres y actividades para muchos jóvenes de la ciudad. La verdadera magia del lugar la crean las personas que allí trabajan.

Laura Burlando
Mariana Suárez es Lic. en Trabajo Social y coordinadora del centro de educación popular "La Gallega", un espacio pequeño, con el frente y las paredes pintadas de muchos colores. Pero a la verdadera magia del lugar la crean las personas que allí trabajan. Lleva ese nombre porque "así le decían a la señora que donó el predio y trabajaba con Acción Educativa", contó, en diálogo con este medio.
Actualmente "estamos en la parte de verano del programa y vamos a la pileta de la Esquina Encendida. El taller de costura y carpintería son del programa Santa Fe Más de Provincia. Trabajamos con niños, jóvenes, mujeres y tratamos de incorporar todo lo que nos permita sumar. Siempre consultamos en qué están interesados y luego arrancamos", explicó Mariana.
Durante el transcurso de la charla, las puertas de la casita estuvieron abiertas y los chicos pasaban a saludar. "Es un espacio pensado para que se use, los vecinos tienen llaves y pueden entrar cuando quieran. Los jóvenes se juntan a hacer Hip Hop y Rap, sin que necesitemos estar nosotras. Es su lugar de encuentro".
Joaquín Valdez tiene 19 años y es uno de los líderes del grupo. Cuando habla su sonrisa ilumina el lugar, pero sus palabras llegan al alma y conmueven. "Mi familia me inculcó valores religiosos desde pequeño, de buenos pensamientos y acciones; eso me ayudó a lograr muchas cosas en la vida. Mi mamá me decía que vergüenza debía tener sólo por robar, así que siempre fui extrovertido y medio personaje. Soy rapero, compongo canciones y uso la música para expresarme. Me considero una persona positiva que busca lo bueno en todo".
El joven hizo la primaria y la secundaria. A los trece años tenía que ayudar a su madre con los gastos de la casa y aprendió junto a su tío el oficio de herrería. Trabajó en El Trueque y la experiencia le encantó. "Allí se vive un clima de compañerismo muy lindo, se ayudan y cuidan entre todos, hay mucha solidaridad. Actualmente estoy haciendo unos cursos de seguridad que me gustan mucho".
La casita, como la llaman en el barrio, recibió a Joaquín desde muy chico. "Acá encontré personas con buenas intenciones que se diferencian de los políticos que vienen sólo a buscar el voto. Las asistentes sociales nos brindan cariño y contención. Sobre cada cosa que se hace, primero lo hablan con nosotros para ver que necesitamos y entre todos decidimos. Si bien tenemos normas de convivencia, acá no hay reglas. En la casita aprendí el respeto a la diversidad y la necesidad que tenemos todos de ser escuchados. El centro marcó mi vida, sobre todo en la infancia, ya que mi personalidad se formó acá, mi autoestima, mis pensamientos, el querer ir siempre hacia delante".
Como tantos jóvenes santafesinos no tiene un trabajo fijo, van surgiendo changas y las hace. Le gusta jugar a la pelota, pasar tiempo con sus amigos, pero sobre todo trata de vivir la vida al máximo y disfrutarla. "Pensar en positivo, no complicarnos, no estar peleando algún lugar o discutir por cosas mínimas como querer tener la razón. Eso no sirve para nada, te resta energía y sólo te hace crecer el ego. Tener buena onda, te cambia el humor y te cambia todo".
Joaquín siente que a su barrio no lo componen las casas: el barrio son las personas que lo habitan. "Lo mejor es que haya respeto, que entendamos el dolor del que sufre y no nos creamos mejor que nadie. Daría al barrio educación emocional para que no seamos conflictivos. Cada uno con su realidad tiene su propia forma de entender las cosas, pero está en nosotros que sea positiva o negativa. El argumento negativo siempre es el más sólido en un problema, a la mente cuando se le dice que no puede, se detiene; pero si le decís que puede hacerlo, empieza a trabajar. Obvio que también necesitamos luz y otras cuestiones materiales, que no son las más importantes".
Afortunadamente en Santa Fe hay numerosos espacios que contienen a chicos como Joaquín y se enorgullecen de verlos crecer con una mente sana y bondadosa, pero Mariana recalca que cada vez cuesta más mantenerlos. "Sin un programa como El Santa Fe Más, no se puede hacer un taller de carpintería por los insumos que requiere. Acción Educativa funciona como ONG desde hace 35 años. Se empezó alfabetizando después de la dictadura en todo el país. Entramos en un grupo de ONG mundial y así pudimos conseguir dinero del extranjero para hacer una carpintería y comprar herramientas. Me encantaría que el centro pueda mejorar, es muy difícil cambiar el mundo, pero si podemos hacerlo con una persona es más que suficiente".
Joaquín lleva una reflexión a quienes creen erróneamente que los jóvenes de barrios humildes no quieren trabajar y optan por recibir las cosas sin esfuerzo. "Con mis amigos siempre hablamos de las personas que están mejor económicamente, si realmente se lo merecen. Pero a su vez, nosotros tampoco nos ponemos en su lugar, los prejuzgamos sin saber y no valoramos el esfuerzo que hicieron para ganarse lo que tienen. Todos somos humanos y sentimos amor, dolor, tristeza, ansiedad, tengamos mucho o poco. Debemos tener empatía y poder ser unidos, no mirarnos mal entre las distintas clases sociales. No queremos todo de arriba, sólo un lugar donde poder trabajar y mantenernos, una oportunidad".
Y antes de despedirse, les habla a las personas que eligen el camino de la droga y la delincuencia, como única salida de la pobreza y marginalidad en la que viven: "deben entender que nada ni nadie, nos va a dar una solución, hay que encontrarla en nosotros mismos. No enfocarnos en el problema, sino en cómo salir adelante. Sé que muchas veces no es fácil y hay que remarla mucho, pero si no cambiamos primero nosotros, no va a cambiar nada a nuestro alrededor".
Y antes de despedirse, les habla a las personas que eligen el camino de la droga y la delincuencia, como única salida de la pobreza
No enfocarnos en el problema, sino en cómo salir adelante. Sé que muchas veces no es fácil y hay que remarla mucho, pero si no cambiamos primero nosotros, no va a cambiar nada a nuestro alrededor".
"Acá encontré personas con buenas intenciones que se diferencian de los políticos que vienen sólo a buscar el voto. Las asistentes sociales nos brindan cariño y contención", dice Joaquín




