En Santa Fe, la Virgen de Guadalupe se podría entender, metafóricamente, como un “intenso latido”. Que se escucha en las promesas pronunciadas en la Basílica y en las oraciones que atraviesan generaciones. Cada año, miles de fieles peregrinan hasta sus pies, un gesto que denota una fe profunda.
Por eso, cuando el Museo Nacional del Prado en Madrid presenta una muestra dedicada a esta figura mariana -"Tan lejos, tan cerca. Guadalupe de México en España"-, esto no parece lejano, dado que interpela a los santafesinos.
Primera aparición de la Virgen de Guadalupe. Foto: Iglesia de San MiguelDel Tepeyac a España
Inaugurada el 10 de junio y disponible hasta el 14 de septiembre de 2025, la exposición ofrece "una nueva mirada sobre el papel de la Virgen de Guadalupe como imagen revelada, objeto de culto y símbolo de identidad en el ámbito hispano".
Reúne casi 70 obras (pinturas, grabados, esculturas y libros) que revelan cómo una aparición mariana ocurrida en 1531, en el cerro del Tepeyac, pasó las fronteras de la Nueva España para convertirse en un emblema espiritual arraigado en la cultura visual peninsular.
Museo de AméricaLos comisarios, Jaime Cuadriello (UNAM) y Paula Mues Orts (INAH), trazan un recorrido curatorial en once secciones que combinan piezas monumentales y pequeños tesoros íntimos.
Allí rescatan un universo de representaciones que, en palabras del propio Museo, "reflejan tanto la devoción como los intereses de comunidades, artistas, comerciantes, nobleza y clero, que hicieron de Guadalupe una devoción compartida".
Museo Nacional de Arte, Donación FONCA, 1991Una devoción que trascendió
La exposición propone un recorrido que explica cómo esta devoción americana se instaló en la península ibérica. La primera sala presenta un mapa que da cuenta de la cantidad de imágenes guadalupanas distribuidas por toda España desde el siglo XVII.
¿Cómo sucedió? Según explican los curadores, la expansión se dio por varias razones: el comercio con América, la circulación de funcionarios coloniales, el prestigio de la imagen entre la nobleza y el clero, y también la capacidad del arte virreinal para producir copias (llamadas vera effigies) tocadas o inspiradas en la original mexicana.
Retrato de Santa María Virgen de Guadalupe. Foto: Biblioteca Nacional de EspañaEstas vera effigies eran réplicas exactas, muchas veces bendecidas o vinculadas físicamente con la imagen del Tepeyac. Se producían con técnicas minuciosas y, en algunos casos, utilizando materiales traídos desde Asia.
Un diálogo entre estilos
La Virgen de Guadalupe se representó en estilos diversos, desde el barroco novohispano hasta las escuelas madrileñas y andaluzas. Artistas como José Juárez, Miguel Cabrera o Juan Correa dialogan con los lenguajes visuales de maestros como Zurbarán o, desde una perspectiva estilística más amplia, Velázquez.
Atribuido a Juan Correa. Foto: Parroquia de san Miguel ArcángelEsta convivencia de estilos es también una forma de historia: demuestra hasta qué punto una imagen puede adaptarse, reinterpretarse y seguir siendo reconocible. La exposición confirma que esta apropiación no fue un fenómeno marginal, sino una manifestación profunda del vínculo entre América y España.
Como resume uno de los textos curatoriales: "la Virgen de Guadalupe se convirtió en un símbolo de identidad compartida, capaz de unir continentes y atravesar clases sociales, disputas políticas y fronteras culturales".