En Interlagos no faltó nada: emoción, color, samba… y hasta una carrera de autos locos. Sí, literal. La organización del GP de Brasil decidió romper el molde y armó una competencia con autos diminutos que parecían sacados de un dibujo animado.
La dupla de Alpine cruzó la meta con su mini bólido y desató las carcajadas del paddock antes del GP de Brasil

En Interlagos no faltó nada: emoción, color, samba… y hasta una carrera de autos locos. Sí, literal. La organización del GP de Brasil decidió romper el molde y armó una competencia con autos diminutos que parecían sacados de un dibujo animado.
Y ahí estaban ellos: Pierre Gasly y Franco Colapinto, representando a Alpine, listos para dar espectáculo. Gasly se puso al volante con una camiseta de la selección brasileña, mientras Colapinto empujaba el mini auto como si largara en Le Mans. Arrancaron, se adelantaron y ¡pum!, los Alpine picaron en punta.
Detrás, el caos total: pilotos empujando, otros intentando arrancar, Verstappen, Russell y Tsunoda en modo equipo de rescate, y hasta un Gabriel Bortoleto corriendo solo, fiel al estilo del héroe local.
Gasly manejaba con sonrisa de oreja a oreja, Colapinto iba sentado en el capó saludando a la gente, y las tribunas deliraban. Cuando cruzaron la meta primeros, los fanáticos explotaron como si hubieran ganado el GP real.
Leclerc y su mini Ferrari llegaron segundos (sin polémicas, por esta vez), y Liam Lawson dejó a todos riendo con una frenada tan brusca que casi sale volando su copiloto Isack Hadjar.
Para cerrar la escena, empezó a caer una llovizna fina sobre la pista, como si el cielo también aplaudiera el show.




