Cuando el mercado está tranquilo, el VIX se mantiene bajo. Cuando aparece la incertidumbre, el VIX sube, ese algoritmo no es sociológico, generalmente es manipulado, como todo en el mercado contemporáneo, por las manos fuertes y fondos de inversión.
El VIX es conocido como el “índice del miedo”, aunque su nombre formal es índice de volatilidad. En términos simples, mide cuán nervioso está el mercado. No refleja si las acciones suben o bajan, sino cuánto están dispuestos a pagar los inversores para cubrirse ante movimientos bruscos.

Cuando el mercado está tranquilo, el VIX se mantiene bajo. Cuando aparece la incertidumbre, el VIX sube, ese algoritmo no es sociológico, generalmente es manipulado, como todo en el mercado contemporáneo, por las manos fuertes y fondos de inversión.
La lectura de los índices, en un patrón histórico, nos dan pautas que “la teoría de la opinión contraría, de la que hablaremos luego, es el recurso intuitivo a utilizar por los “nos orejones del tarro”.
A diferencia de los índices tradicionales, el VIX no sigue precios de acciones. No importa si sube Apple, cae Tesla o el S&P 500 marca récords.
El VIX se calcula a partir de opciones sobre el S&P 500, que funcionan como seguros financieros.
Cuando esos seguros se encarecen, el mensaje es claro: el mercado espera turbulencia, o las genera.
El VIX se construye utilizando:
Ambas sobre el S&P 500, y con vencimientos cercanos.
Si bien incluye los dos tipos, en los momentos de tensión las opciones puts (cortas) pesan más, porque son las que se compran para protegerse de caídas fuertes.
El cálculo del VIX se basa en tres ideas clave:
Opciones a 30 días, volatilidad implícita -cuanto más caro es el “seguro”, mayor es la volatilidad implícita que el mercado está anticipando y el promedio ponderado de precios
El VIX mide cuánto cree el mercado que puede moverse el S&P 500 en los próximos 30 días, basado en lo que cuesta asegurarse hoy de posibles caídas importantes a mediano y largo plazo.
Los rangos del VIX suelen interpretarse así:
Cuando el índice miedo sube fuerte, los grandes fondos globales reducen riesgo. Eso implica salir de mercados considerados “periféricos” o “emergentes”.
Argentina está siempre en esa lista, sea en empresas o en bonos considerados de alto riesgo por el historial de default de la economía nacional.
No importa si una empresa local tiene buenos resultados. En momentos de estrés global, se vende todo lo que no sea refugio.
Este índice es técnico en cuanto a su composición, pero no objetivo en su manipulación, la utilización del mismo, como todo, está librado a cada coyuntura y el cristal geopolítico con el que se lo mira. Por supuesto que, en grandes crisis reales, el VIX se disparó (2007 -2019-20, subprime y COVID respectivamente).
Sin embargo, en 2022, el índice del miedo se disparó y las grandes calificadoras sembraron pesimismo y recomendaciones de venta para buscar refugio en renta fija. Desde ese momento el mercado no ha parado de subir y las manos compradoras del inversor pequeño fueron los mismos gestores de riesgo.
Cuando la masa quiso subir al barco, este ya estaba en altamar. Ocurrió con la tablita de Trump en abril de este año, con bajas del 30 % de los mercados globales, para luego en un par de meses volver a máximo.
En vísperas de navidad los adultos hay dos cosas que no podríamos permitirnos, seguir creyendo que Papa Noel no son los padres y, a la inversa creer que el “libre mercado” no tiene padres.




