El director y actor santafesino Exequiel Maya llevará a escena una nueva versión de "Bajo terapia", la comedia dramática de los autores Matías del Federico y Daniel Veronese.
Exequiel Maya dirige una versión local de la obra de Matías del Federico y Daniel Veronese. Seis actores dan vida a tres parejas atrapadas en una terapia sin terapeuta.

El director y actor santafesino Exequiel Maya llevará a escena una nueva versión de "Bajo terapia", la comedia dramática de los autores Matías del Federico y Daniel Veronese.
Con funciones programadas los sábados de mayo y junio en Valeri Montrul Multiespacio (San Lorenzo 2513), la puesta se vale de un elenco de actores y actrices de la ciudad de Santa Fe.
La obra se centra en los conflictos de tres parejas que, al llegar a una sesión de terapia grupal, descubren que la psicóloga está ausente. En su lugar, encuentran ocho sobres con consignas que deberán resolver por su cuenta.
A medida que avanzan, los personajes se enfrentan con temas que los exponen, incomodan y enfrentan a sus propios miedos y fracasos. Se alude a género, crianza, sexualidad, fidelidad, celos, adicciones, violencia, machismo y sometimiento.
El desafío actoral, según el director, está en identificarse con el drama realista sin perder los rasgos cómicos, generando así un distanciamiento que potencia la risa y la reflexión.
El elenco está integrado por Adrián Cáceres, Nelda González, Juan Müller, Marisa Ramírez, Mariano Rubiolo y Mirna Cettour. La producción está a cargo, con fotografía de Not Momma y diseño gráfico de Pablo Damiani.
-La obra propone un juego entre la risa y la tensión dramática: ¿cómo fue el proceso de dirección para lograr ese equilibrio sin caer en la banalización de temas tan sensibles como el abuso, el machismo o el suicidio?
-Hablar de la trama es complejo y aquí hay que estar con pie de plomo. Dado que el desenlace responde a un giro inesperado (relacionado con los personajes, con el conflicto que atraviesa una de las parejas y finalmente con el género de la obra), siempre está el riesgo de explicar demasiado la trama y caer en el spoiler.
De todos modos, el género predominante es la comedia: el humor caracteriza la mayor parte de la obra, con excepción de algunos momentos donde la risa se pierde cuando comienzan a surgir verdades sobre un personaje que incomodan a los demás (y suponemos que también incomodarán a los espectadores).
Pero esos momentos no son los dominantes, al menos no hasta el final revelador. Siempre la nota característica de “Bajo Terapia” es el humor, que aliviana temas densos y sobre los que los mismos personajes hacen bromas intentando distenderlos.
Y algunos personajes colaboran con la búsqueda de ese equilibrio por el que me preguntás: dado que la obra plantea la ausencia de la psicóloga, ellos mismos van tomando ese rol terapéutico ausente según la circunstancia, se van haciendo cargo (responsable o irresponsablemente, según el personaje) del drama del otro.
Hay personajes definitivamente machistas y otros que están en escena para hacer una fuerte crítica sobre esa conducta, como es el caso de Paula, un personaje femenino con una fuerte ideología feminista. Entonces, el escenario se va equilibrando.
-¿Qué aporta el humor, desde tu experiencia como actor y director, a la hora de abordar conflictos de pareja tan complejos y dolorosos?
-Me acuerdo que cuando comenzamos los ensayos, hace un año, me sinceré con el elenco y les dije que todo lo que conozco sobre conflictos conyugales o de parejas heterosexuales es fundamentalmente a través de ficciones
Mi experiencia personal sentimental no va por ahí. Y que entonces iba a necesitar mucho de lo que ellos pudieran compartir desde sus propias experiencias biográficas para entender mejor a estos personajes.
También porque los materiales que había elegido antes para dirigir (“La casa de Bernarda Alba”, “Esperando la carroza”, “La malasangre”), no focalizan en dramas de parejas sino más bien en relaciones entre padres e hijos, entre hermanos, o en relaciones de poder de otro tipo.
Pero lo cierto es que el texto mismo de Matías del Federico y de Veronese me fue permitiendo ficcionar sobre este mundo poco abordado en mi experiencia como director: me centré en investigar la personalidad de cada uno de estos personajes para después, desde el juego actoral en la escena, explorar el vínculo con su pareja.
A modo de ejemplos: está la mujer sometida con poca experiencia sexual y sentimental, la mujer feminista frente a un matrimonio que se va desgastando, el romántico que pide convivencia, la mujer que apuesta a la pareja pero sin la necesidad de compartir techo, el hombre impregnado de ideas ultraconservadoras.
Cuando llevé cada una de esas personalidades a la escena, fui tejiendo un entramado donde el cuerpo del actor/personaje, el lenguaje verbal y las circunstancias que plantea la dramaturgia nos metieron de lleno en un juego con el que me fui dando cuenta que aquella preocupación inicial estaba desaparecida.
Y porque, principalmente, hay otra verdad escondida sobre lo que veremos. Pero de eso no puedo hablar.
-La puesta se apoya en un elenco de actores santafesinos con trayectoria: ¿Cómo trabajaron colectivamente para construir personajes que oscilan entre la caricatura y la verdad emocional?
-De las dos opciones que aloja tu pregunta, pongo el acento en la segunda. Con la caricatura trabajé más en “Esperando la carroza”, no aquí, con excepción del personaje de Esteban, a quien todo el tiempo lo pienso como el "showman".
Porque si bien la puesta en escena de la obra tiene mucho juego teatral que se corre de situaciones cotidianas, prioricé un registro actoral realista desde el cual apuntamos a la verdad emocional.
El trabajo colectivo comenzó con una lectura del texto, para entender por dónde va el conflicto que caracteriza a cada una de las parejas: de entrada entendimos que se trata de una obra donde lo vincular es central.
Luego, antes de comenzar a hacer el montaje, dedicamos un tiempo a improvisar individualmente y por parejas, para encontrar el cuerpo de cada personaje y su modo de comunicarse y moverse en el espacio.
Para poder imaginar cómo es cada una de estas parejas en sus vidas privadas, es decir, por fuera de este espacio terapéutico inesperado donde las situaciones personales se volvieron sorpresivamente públicas.
Luego están los criterios estéticos elegidos para el vestuario, que responden básicamente a resaltar la importancia de parejas de clase media referenciadas desde la actualidad, mediante la incorporación de prendas y accesorios que recrean una estética representativa de nuestro presente.
Te cuento a modo de ejemplos: Andrea, la mujer sometida por el marido, utiliza un vestuario que la pinta como una esposa frágil que no ha salido de la ropa que elegía su mamá cuando era chica.
Me dediqué a pensar así sobre el pasado de Andrea para poder avanzar sobre el trabajo de su cuerpo en la escena: esa fragilidad que se lee en el vestuario de Andrea, no sólo habla de un presente sino de su pasado.
En cambio Paula, con una personalidad fuerte y decidida, a partir de su ideología claramente feminista, utiliza un look formal que por momentos parece confundirla con la psicóloga ausente.
Ella, a diferencia de Andrea, se define coqueta y se preocupa por la estética. Y tiene preguntas para todo, discute todo, va contra el status quo.
Y también están los objetos: ellos también tienen mucho protagonismo a la hora de construir a estos personajes. Una corneta, sobres con consignas dejadas por la psicóloga, un juguete sexual. Todos ellos van definiendo las conductas que veremos en escena.




