Cervecería Santa Fe, la fuerza de un ícono santafesino en los '80 entre crisis y tradición
En un contexto nacional marcado por el regreso a la democracia y la hiperinflación, la empresa cervecera sorteó la inestabilidad argentina de la época manteniendo viva la cultura del liso. Juan Pablo Barrale (CCU) analiza los desafíos de mantener operativa una planta obsoleta y cómo esa resiliencia sentó las bases de su identidad cultural, reconocida hoy con la distinción que otorga la Asociación Dirigentes de Empresas (ADE).
Cervecería Santa Fe, la fuerza de un ícono santafesino en los '80 entre crisis y tradición
La década de 1980 marcó un quiebre en la historia argentina: el retorno a la democracia, la inestabilidad económica y los temores de la hiperinflación sentaron un contexto complejo para cualquier actividad empresarial. En Santa Fe, en ese mismo escenario, la Cervecería Santa Fe —fundada en 1912— ya era mucho más que una fábrica: era un símbolo de identidad.
En el marco del especial multimedia “50 años de empresarios, 50 años de historia”, dialogamos con Juan Pablo Barrale, Gerente de Asuntos Corporativos en CCU Argentina, quien —si bien se incorporó a la empresa años después de la década en cuestión— ofrece una perspectiva crucial sobre cómo la tradición y la cultura local fueron el ancla de la compañía en un momento de gran incertidumbre económica.
El contexto económico y el desafío de la supervivencia
Argentina transitaba los años '80 con una economía volátil. Las empresas enfrentaban la dificultad de planificar a mediano o largo plazo, con la inflación erosionando la rentabilidad. Para una industria de consumo masivo como la cervecera, esto significaba un desafío constante en la gestión de costos, el stock de insumos y la fijación de precios.
Fundada en 1912, es una de las cervecerías más importantes de CCU Argentina. Crédito: Fernando Nicola.
Si pensamos en la Cervecería Santa Fe de los ‘80, ‘90, “estamos hablando de una empresa que, si bien era un ícono, era muy vieja y obsoleta tecnológicamente", dice Barrale, en diálogo con El Litoral, citando la realidad previa a la llegada de capitales externos en los 90, donde “CCU trajo grandes oportunidades e innovaciones”.
Esto sugiere que el principal desafío empresario era dual: no solo luchar contra la crisis macroeconómica del país, sino también sostener la operación de una planta con tecnología rezagada que aún no había pasado por el proceso de modernización que vendría después.
Juan Pablo Barrale, Gerente de Asuntos Corporativos en CCU Argentina.
Ser empresario en esa época implicaba un ejercicio de supervivencia y resiliencia, priorizando la gestión diaria de la tesorería y la continuidad operativa por sobre las grandes expansiones o inversiones, las cuales eran prácticamente imposibles en el contexto local.
El liso como bandera
Los años 80 trajeron consigo un aire de apertura social y cultural tras la dictadura. Si bien el consumo general se vio afectado por las crisis, la forma de socializar evolucionaba. En Santa Fe, la cultura cervecera ya estaba profundamente arraigada, y el ritual del "liso" se consolidaba como un emblema.
"La cerveza fue consolidándose a través del producto en sí y de la cultura alrededor de ese producto", explica Barrale. La marca apeló a esa profunda conexión local: el liso, creado por el primer maestro cervecero, Otto Schneider, se transformó en un vaso de identidad.
El icónico Cervezoducto que traslada litros de cerveza en cuestión de segundos. Crédito: Fernando Nicola.
En un mercado que se iba abriendo y que, a futuro, sería más competitivo, la estrategia de marketing de Cervecería Santa Fe, aunque quizás no tan sofisticada como hoy, se basó en el activo más fuerte: su lugar en la mesa y en el ritual santafesino. La fidelidad a la marca local fue un escudo ante la inestabilidad.
Tradición, tecnología y el legado inoxidable
Antes de la gran transformación tecnológica de la década de 1990 (cuando CCU adquirió la cervecería y modernizó la planta), los 80 fueron un período de transición tecnológica lenta, donde la mística de la marca prevalecía. La planta, aunque ya mostrando obsolescencia, seguía produciendo el sabor que los santafesinos amaban, basándose en la calidad del agua del Paraná y la receta original.
El rol de la empresa en la vida social de Santa Fe era innegable. Cervecería Santa Fe no solo generaba empleo, sino que era parte del paisaje urbano y de la cultura popular. "Los primeros maestros cerveceros, gente que traía su cultura cervecera, fundaron la cervecería aquí con santafesinos", relata Barrale, destacando que la fusión de culturas es un valor esencial.
Mirando en perspectiva, el aprendizaje de los '80 es claro: la fortaleza de la identidad y la lealtad del consumidor son el capital más valioso de una marca centenaria. Los desafíos económicos se superan cuando el producto está tan imbricado en la vida de una ciudad que se convierte en un bien cultural.
La Cervecería Santa Fe desde sus comienzos es un testimonio de cómo una empresa puede anclar su valor en la historia y la cultura local para sortear las tormentas de la inestabilidad, sentando las bases de la fortaleza actual de la marca.
La vigencia y el arraigo cultural de Cervecería Santa Fe se reafirman en el presente. Crédito: Fernando Nicola
El reconocimiento de hoy
Esa vigencia y ese arraigo cultural se reafirman en el presente. La conexión entre la marca y la ciudadanía santafesina es explícita desde hace años, cuando Cervecería Santa Fe (CCU) es elegida por sus propios consumidores para recibir la estatuilla de los Premios El Brigadier en el rubro "Cervecería Fábrica".
Este galardón, otorgado por la comunidad, no solo premia la excelencia industrial y la inversión tecnológica que llegó post-80, sino que consagra el valor histórico y la identidad que la compañía forjó durante décadas. El premio es un reconocimiento a la resiliencia de los empresarios de antes y a la permanente conexión de la cerveza con el corazón de Santa Fe.