Por Verónica Dobronich
Cuando el cuerpo se tensa y la mente se llena de nudos invisibles, es momento de soltar.

Por Verónica Dobronich
No siempre podemos nombrar lo que sentimos. A veces, algo dentro se cierra: palabras que no salen, lágrimas que no brotan, pensamientos que giran en círculos. Cuando esto ocurre, es probable que estemos frente a un bloqueo emocional.
Los bloqueos emocionales son barreras internas que nos impiden conectar con lo que sentimos y expresarlo de manera saludable. Se originan por traumas, duelos, estrés crónico o simplemente por habernos acostumbrado a “seguir” sin mirar adentro.
La buena noticia es que se pueden desbloquear. La clave está en permitirse sentir, sin juicio, y en activar cuerpo y mente a través de prácticas concretas. Aquí te comparto 10 ejercicios efectivos que ayudan a liberar esas emociones atrapadas y recuperar tu bienestar.
La práctica del mindfulness permite observar pensamientos y emociones sin juzgarlas. Diez minutos al día, con respiración consciente, ayudan a calmar la mente y abrir espacio para que lo reprimido salga a la luz.
Tomar papel y lápiz (o el celular) y escribir durante al menos 15 minutos sin filtro sobre lo que se siente puede ser profundamente liberador. No se trata de escribir bien, sino de vaciar lo que duele o confunde.
Imaginar un lugar seguro, una escena sanadora o incluso visualizar cómo se rompe el bloqueo interno es una técnica poderosa. Hay audios gratuitos disponibles o se puede guiar la visualización con la propia voz interior.
El cuerpo guarda memorias emocionales. Bailar sin coreografía, simplemente dejando que el cuerpo se exprese, libera tensiones, desbloquea emociones reprimidas y reconecta con el disfrute.
Técnicas de respiración profunda, como la respiración en cuatro tiempos o el box breathing, ayudan a regular el sistema nervioso, reducir la ansiedad y abrir espacio emocional.
Gritar en un lugar seguro, como en la ducha o al aire libre, o simplemente emitir sonidos guturales o cantos puede ser una vía catártica para liberar emociones contenidas, especialmente la rabia o la frustración.
Pintar, dibujar o garabatear sin intención estética, solo por soltar lo que uno siente, canaliza emociones y activa el hemisferio derecho del cerebro, más vinculado con la intuición y las sensaciones.
Sentarse y escribir un diálogo entre uno mismo y la emoción bloqueada (como si fuera un personaje) puede ofrecer revelaciones internas y ayudar a comprender qué necesita esa parte de nosotros.
La Técnica de Liberación Emocional combina puntos de acupresión con afirmaciones verbales. Golpear suavemente con los dedos ciertos puntos del cuerpo, mientras se nombra la emoción, ayuda a desactivar cargas emocionales intensas.
Encender una vela, escribir una carta que no se enviará o hacer una pequeña ceremonia de despedida puede simbolizar el final de un ciclo emocional. Los rituales dan sentido a lo que cuesta dejar ir.
Las emociones que no se expresan no desaparecen: se esconden, se somatizan o se repiten en forma de patrones. Liberarlas no solo alivia, también permite crecer, sanar y vivir con más autenticidad.
Porque sentir no es debilidad. Es valentía.
Y a veces, el primer paso para sanar es simplemente decirnos: “Estoy listo para soltar.”




