Nos escribe Adela (34 años, Uribelarrea): "Hola Luciano, te escribo para preguntar por una cuestión puntual, sobre mi hijo, que tiene tres años y todavía no va al baño a hacer caca, pero él ya retiene, eso nos dijeron en el jardín, porque -por ejemplo- ahí no se hace. ¡Pero sí se hace en casa! No sabemos cómo manejar esta situación y con mi esposo quisiéramos conocer tu opinión".
Querida Adela, muchas gracias por tu correo, ya que permite retomar un tema sobre el que hemos conversado en diferentes momentos en esta columna: el control de esfínteres. Es algo bien divertido que sean tantas las intervenciones que le dedicamos a este tema, ya que demuestra toda su complejidad. Como desarrollé en otra ocasión, nuestra época privilegia la lactancia y por eso presta una mayor atención al destete, pero descuida el valor del control de esfínteres como complejo psíquico. Muchas veces considera que se trata de una cuestión meramente fisiológica y que no tiene consecuencias para la personalidad del niño.
En principio, me parece muy interesante esto que decís que te comunican en el jardín. Tu hijo ya cuenta con la capacidad de control, es decir, puede no hacerse caca, retiene. En algunos casos, por ejemplo, esto lleva a que los niños pasen por alguna etapa de constipación regular. Ahora bien, no hacerse caca no es lo mismo que atravesar el complejo psíquico. ¿En qué consiste esto último? En que el niño será capaz de algo más que retener, en adelante va a tener una nueva capacidad, la de renuncia. Vamos a explicarlo bien despacio para que quede claro.
Una vez que el niño tiene la capacidad de retener, esto se traduce en diferentes patrones de conducta. Por ejemplo, se lo verá más obstinado y eventualmente caprichoso. La retención va de la mano de la afirmación de la voluntad. Este es un paso necesario, como si tener esta capacidad fuera de la mano de una creciente autonomía. ¿Qué quiere decir autonomía? Darse a uno la propia ley. Por eso en esta etapa el niño se comporta como un verdadero legislador que quiere hacer las cosas a su modo. Aquí estamos en el momento en que el niño suele decir "Yo solo" y eventualmente rechaza la ayuda que el adulto quiere darle.
Para algunas personas este puede ser el modo en que se comporten durante toda su vida y hasta se jacten de esta actitud. El carácter retentivo se puede traducir en la cualidad de ser en extremo ahorrativo, a veces mezquino, pero también en el regodeo en el mal humor y en cierta disposición huraña. ¡No por nada hay personas de las que se dice que tienen un carácter de m.....!
Ahora bien, el atravesamiento del complejo del control de esfínteres es justamente para dejar atrás esta etapa, en la medida en que -como dije antes- se adquiere la capacidad de renunciar, ya que ir al baño es condescender a que los desechos no se queden con uno, sino que se evacuen en un lugar específico. El punto es que esto no ocurre si no se introduce un factor relevante que es la demanda de los padres.
De un tiempo a esta parte está la idea de que los niños crecen a su tiempo, lo cual es cierto, como si crecieran solos, lo cual no es cierto. Se tiene la idea de que recorren cada etapa evolutiva por sí mismos, sin que los padres intervengan. Esto último es parcialmente correcto en el destete, pero desde ya que no lo es en el caso del control de esfínteres. En este último caso, es fundamental que los padres le planteen al niño la importancia de ir al baño; no como una imposición, sino como algo que a ellos lo va a hacer muy felices.
Esto último puede parecer excesivo, pero recuerdo el caso de un niño que -en la misma situación que tu hijo, Adela- controló primero, luego se hizo encima durante un tiempo y a partir de que los padres comenzaron a llevarlo regularmente al baño y el niño notó que ellos estaban interesados en la cuestión, después de cada acto preguntaba: "¿Están contentos?"
Y sí, claro que los padres estaban contentos; como también esa alegría tenía el correlato de la satisfacción narcisista que el niño obtenía por sentirse capaz de dar algo que al otro le interesara y le resultara valioso. Cuando se da este paso, es notable cómo el niño pasa de una actitud enfurruñada y díscola a un temple más apacible.
El complejo de control de esfínteres es un paso importante en la dinámica vincular entre padres e hijos. Además de la satisfacción narcisista del niño, también está en juego aquí la capacidad para ponerse en manos de otros sin sentir que obedecer es someterse. El complejo del control de esfínteres es también el origen de la confianza como actitud psíquica.
¿Viste, Adela, que hay personas que no pueden entregarse a nada ni nadie sin una profunda suspicacia? Esto es lo que ocurre cuando hay un atravesamiento insuficiente del complejo de control esfínteres. Llegados a este punto, sin duda son muchas más las cosas que podríamos desarrollar, pero pienso que seguramente lo haremos en futuras ocasiones, así como en esta oportunidad retomamos un tema del que ya hablamos antes.
Sin duda este es un tema que preocupa y no me refiero a los casos problemáticos de niños que, por ejemplo, controlan las heces, pero solo quieren hacer caca en un pañal. A mí en particular me interesan las consecuencias psíquicas que tiene este complejo, a partir del cual se entienden muchos déficits de las personas adultas actuales, en un mundo en el que cada vez más prima la cultura del descarte.
(*) Para comunicarse con el autor: lutereau.unr@hotmail.com.
De un tiempo a esta parte está la idea de que los niños crecen a su tiempo, lo cual es cierto, como si crecieran solos, lo cual no es cierto. Se tiene la idea de que recorren cada etapa evolutiva por sí mismos, sin que los padres intervengan. Esto último es parcialmente correcto en el destete, pero desde ya que no lo es en el caso del control de esfínteres. En este último caso, es fundamental que los padres le planteen al niño la importancia de ir al baño; no como una imposición, sino como algo que a ellos lo va a hacer muy felices.