"Si quieres conocer el valor del dinero, trata de pedirlo prestado" - Benjamin Franklin
"Si quieres conocer el valor del dinero, trata de pedirlo prestado" - Benjamin Franklin
Uno trata de hacer caso omiso a la realidad, por una cuestión de salud mental. Pero juro, todo es tan veloz que termina siendo solo algo más en ese vasto universo de las noticias que me es difícil retener todo, y voy por los días con el block de notas del celular intentando sumar en frases y palabras sueltas un par de elementos e ideas para la editorial que hoy ya tienen ante sus ojos. La retórica libertaria choca de frente con la realidad. En los voraces y salvajes -aunque ahora amilanados- discursos de Javier Milei, la palabra "libertad" se asemeja al espacio entre la nada y lo intangible. Es sabido que el hombre común, cuando tiene el poder, asimila una divertida forma de modificar y/o ignorar hasta las convicciones más férreas.
Un par de meses antes de tomar la presidencia, Javier Milei, desde su óptica libertaria y su "férreo" pensamiento económico, decía desde los púlpitos mediáticos amigos cosas como: "En general, cuanto más inmoral es un político, lo financia con deuda. Vean que siempre la dimensión moral, o sea, y esto el liberalismo lo aporta de lleno porque es inmoral la deuda. La deuda es inmoral porque la fiesta de hoy se lo estén pasando las generaciones futuras. Es como que nosotros nos fuéramos todos de fiesta y le pasemos la cuenta a nuestros nietos (…)". Inmoral la deuda, inmoral el político que la toma.
Tampoco es cuestión de desgarrarse las vestiduras por las declaraciones de políticos porque sabemos, nadie resiste el archivo, pero intentemos ejercitar la memoria, esas declaraciones no tienen más de dos años. Desde la utópica idea de dolarizar, de quemar el Banco Central -sí, ese que ahora arremete con partidas para desinflar el dólar cada vez que el inestable mercado decide que hay que comprar- y de que todo aquel que toma deuda es un inmoral, pasaron solo un par de decenas de meses. También era una de sus cartas de presentación aquello de que "la inflación es culpa de los gobiernos que imprimen sin límite; si eliminás la capacidad de imprimir, eliminás el problema".
Pero a la hora de los hechos, dolarizar un país no es simplemente decidir que el dólar será la moneda oficial; implica hipotecar la economía y depender de la Reserva Federal estadounidense para algo tan básico como el crecimiento de la base monetaria. Así que la forma más fácil de dolarizar, es estar a merced de una política monetaria extranjera, atarse a Trump y los intereses de Estados Unidos en la región, con todo lo malo que eso implica. Libertad, sí… la libertad de ser dependientes de lo peor que ha parido el mundo.
Mientras escribo esto, veo en las noticias -esas que van más rápido que el pensamiento- que las retenciones cero al campo terminaron. Sí, anunciado con bombos y platillos, con el "cara de piedra" del vocero presidencial -que en las malas desaparece y en las buenas es el paradigma de la gastada y la soberbia-, dejaron sin efecto la quita a las retenciones. El núcleo del discurso libertario, o en el proceso de pensamiento de Milei, su principal lucha siempre fue la de reducción del Estado, convertirlo en algo así de mínimo que apenas influya en el día a día del ciudadano promedio.
La promesa de Milei suena tan revolucionaria como práctica. Pero cuando uno empieza a ver su lista de prioridades, las cosas se complican. A la enorme reducción del tamaño del estado, tiene como contrapartida un mayor aumento del desempleo. Eliminar ministerios, sacar secretarías y entes intermedios, reduce drásticamente los servicios públicos, que además relega o termina inutilizando los servicios básicos de los ciudadanos con respecto a la salud, la educación y la seguridad; cosas que hasta ahora cubría el Estado. Abogar por la libertad de elección, es un derecho básico del individuo como actor social, aunque para muchos, esa elección sea simplemente entre pagar o perder derechos básicos que antes proveía el Estado.
Mientras el gobierno reduce los servicios sociales, se refuerzan otros sectores como las fuerzas de seguridad y las partidas discrecionales a la Inteligencia de Estado, aquí no hay retroceso: hay que ser coherentes, hay diferentes tipos de libertad, y la de protestar o disentir no es una de ellas. Seamos libres, pero no tanto. En el ámbito social, Milei ha demostrado un discurso contradictorio. Por un lado, se autodefine como defensor de la igualdad de derechos. Pero por otro, ha mostrado una resistencia inexplicable a temas de inclusión, de discapacidad, de salud, de derechos para las minorías y políticas de género. Defiende la libertad de cada uno, sí, pero sus políticas se orientan hacia la invisibilización de ciertos sectores. Lo que no se dice, no existe.
El gobierno sostiene que el Estado no debe meterse en la economía. Pero los bancos multiplican por diez las deudas de las familias, con una suba en la morosidad del 5% en el pago de la tarjeta, con un crecimiento exponencial con préstamos de consumo, Milei no ve usura, ve "señales del mercado". Las señales que Milei cree que son positivas, la negatividad de las mismas son más que obvias y palpables, los argentinos piden un crédito para pagar el crédito anterior, después otro para cubrir los intereses y así en una rueda viciosa que se torna impagable. Herencia de sangre para nuestros hijos y nietos.
Y el presidente, que odia al Estado como si fuera alguno de sus ex amigos, se olvida de que los bancos privados viven pegados al respirador estatal: si tiemblan, ahí corre el Tesoro a rescatarlos. Socialismo para los banqueros, capitalismo salvaje para la población. El crédito se volvió la metáfora perfecta del mileísmo: desde la falsa ilusión de que elegís, pero la letra chica te ata de pies y manos. La libertad no es emancipación, es financiación. Y la contradicción es tan grande que mientras demonizan la emisión de pesos porque "es una estafa al pueblo", desde la "inmoralidad del político que pide préstamos y la inmoralidad de pedir crédito", bendicen el festival de deuda que compromete a generaciones enteras.
¿Cuál sería el mensaje?: "Bajamos la inflación, pero te endeudamos hasta el tuétano a vos, a toda tu familia y a las generaciones venideras". La diatriba libertaria, que tenía rasgos de revolución y milagro económico no nos dejó más libres, nos dejó deudores seriales. Argentina, tierra prometida de la "casta financiera". Al final, Milei nos vendió libertad, pero nos deja deudas. Hasta ahora, en lo que va del gobierno, la Argentina solicitó 35.500 millones de dólares en deuda. Un dinero que no derramó en consumo, en salud, en educación, en seguridad, o en rutas y caminos. Se fue a la banca financiera donde los que ganan siempre ganan y los que pierden,... siempre terminan siendo los mismos: la gente.
Mientras el discurso prometía dinamitar el Estado, en la práctica lo usa como garante de los negocios financieros, como colchón de banqueros y como caja electoral. Porque no nos engañemos, la plata fresca no va a donde tiene que ir, no va a cubrir las necesidades básicas que el estado tiene que brindar, va para asegurar votos, va para aceitar su maquinaria de promesas, a sus voceros mediáticos y a la tropa tuitera libertaria; para poder así mantener la ilusión de que este modelo funciona, que la inflación no sube y de que ahora todos somos más libres. Milei descubrió la fórmula perfecta: gobernar con plata prestada y hacer campaña con el vuelto. Clink caja.




