Publicada originalmente en 1928, "Les Dernières Nuits de Paris" ("Las últimas noches de París"), de Philippe Soupault (1897-1990), se sitúa dentro del contexto del surrealismo francés, pero su forma narrativa y su estructura la aproximan también a ciertos procedimientos de la novela de enigma. Este cruce de registros -entre la experimentación perceptiva y la progresión narrativa- permite inscribir el texto tanto en la historia de las vanguardias literarias como en una tradición de relatos urbanos centrados en la noche, la búsqueda y el desplazamiento.
El relato sigue a un narrador anónimo que establece una relación con una joven, Georgette. A partir de este encuentro, se suceden una serie de desplazamientos nocturnos por París. El texto organiza estos movimientos sin recurrir a una lógica argumental convencional, aunque mantiene una mínima secuencia de hechos. La ciudad, especialmente bajo condiciones de nocturnidad, se presenta como espacio variable, donde los límites entre percepción, alucinación y observación se vuelven indiscernibles. La figura femenina no cumple una función psicológica definida, sino que se integra a un sistema narrativo que opera mediante signos móviles y situaciones imprecisas.
Philippe Soupault fue una de las figuras fundadoras del movimiento surrealista, junto a André Breton y Louis Aragon. Participó en las primeras experiencias de escritura automática -notablemente "Les Champs magnétiques" (1920)-, pero se apartó del grupo a partir de mediados de la década del 20, en parte por desacuerdos frente al giro político que impulsaba Breton. Su producción posterior, si bien se desvincula de los manifiestos colectivos, conserva procedimientos como el uso del automatismo, la atención a lo onírico y la ruptura con las formas narrativas cerradas. "Las últimas noches de París" constituye su única novela plenamente desarrollada y presenta una estructura discursiva que organiza episodios sueltos sin subordinarse a una resolución final.
La novela establece relaciones directas con "Nadja", del propio Breton, publicada en el mismo año. Ambas se centran en un personaje masculino que recorre la ciudad bajo el influjo de una figura femenina, y ambas integran elementos que no responden a una lógica realista. Sin embargo, mientras "Nadja" está compuesta por fragmentos ensayísticos, citas y registros heterogéneos, "Las últimas noches de París" opta por una continuidad lineal sin digresiones teóricas. En ambos casos, la noche adquiere relevancia no solo como marco temporal, sino como condición perceptiva que permite registrar lo que permanece fuera del campo de la conciencia diurna.
Dentro del conjunto de obras producidas en la segunda mitad de la década de 1920 por autores vinculados al surrealismo, "Las últimas noches de París" puede ser leída en diálogo con "Le Paysan de Paris" de Aragon (1926) o "La Liberté ou l'Amour" de Robert Desnos (1927). En estas obras, la ciudad deja de ser un escenario estable para convertirse en espacio activo de indagación. Se observa en todos ellos un interés por registrar la aparición de lo no previsto, la interferencia del deseo y la modificación constante del entorno por efecto de la percepción.
En este marco, la novela de Soupault se presenta como una articulación particular entre procedimientos de exploración poética y una forma narrativa sostenida, lo que permite observar cómo el surrealismo operó también dentro del ámbito de la prosa estructurada. La traducción a nuestro idioma, admirable, corresponde a José Ignacio Velázquez Ezquerra.
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"Las últimas noches de París", obra de Philippe Soupault. Editada por JUS, México. Año 2016, 128 páginas.