Newell's de barrio Roma organizó el primer gran encuentro de escuelitas con más de 400 chicos y chicas en una jornada inolvidable que reunió a cientos de familias en torno al fútbol y la ilusión.
El sábado por la mañana, el club Newell's de barrio Roma se convirtió en el epicentro de una verdadera fiesta del fútbol infantil. Con la organización de su primer gran encuentro de escuelitas, el tradicional club santafesino ofreció una jornada cargada de sonrisas, emoción y valores que trascienden lo deportivo.
Más de 400 niños y niñas de distintas instituciones participaron del evento, que reunió a unas 700 personas entre familiares, técnicos, dirigentes y colaboradores, todos movilizados por el mismo motor: la ilusión de ver felices a los más chicos.
Desde temprano, el predio principal del club comenzó a llenarse de colores, camisetas, termos, mates, cámaras de fotos y entusiasmo. Las tribunas se poblaron de padres, madres, hermanos y abuelos, muchos de ellos con los ojos humedecidos ante los primeros pasos de sus pequeños en una cancha.
Mientras tanto, en el campo de juego, se desplegaba una logística meticulosa: la cancha principal fue dividida en múltiples espacios con dimensiones adaptadas a las edades de los participantes, asegurando un desarrollo cómodo y seguro para todos.
El evento fue mucho más que una serie de partidos. Fue un espacio de integración, encuentro, aprendizaje y juego, donde cada niño y cada niña pudo vivir el fútbol en su forma más pura.
"No es una competencia. No hay campeones ni perdedores. Solo hay experiencias, vínculos, recuerdos y diversión", explicó uno de los organizadores, remarcando el espíritu de formación que atraviesa este tipo de propuestas.
Participaron escuelitas de distintos barrios y sectores de la ciudad: Colón, Guadalupe, El Quillá, Show Gol, Maradonitas del Sur, Pequeños Gigantes, Crecer y por supuesto, el anfitrión Newell's, entre otros. Cada una de estas instituciones llevó consigo no solo a sus pequeños jugadores, sino también sus valores, su historia y su compromiso con la infancia.
A lo largo del día, se jugaron decenas de partidos de manera simultánea, todos coordinados por profesores y entrenadores que, con paciencia y entusiasmo, guiaron a los chicos en sus primeras experiencias colectivas dentro de una cancha.
Las escenas se repitieron una y otra vez: un nene que festeja su primer gol con los brazos en alto; una nena que corre a abrazar a su papá tras una buena jugada; un entrenador que se arrodilla para consolar a un pequeño que se cae o se frustra.
Encuentro de Escuelitas. Crédito: Guillermo Di Salvatore.
El fútbol en estado puro
El fútbol, en estado puro, sin presiones, sin gritos, sin exigencias desmedidas. Un fútbol de abrazos, de risas, de pañuelos para secar mocos y lágrimas, de fotos grupales, de botines que se atan una y otra vez.
Alrededor de las 12.30 horas, con el sol todavía alto y las emociones a flor de piel, llegó uno de los momentos más esperados por los chicos: la entrega de trofeos. Cada participante recibió uno, idéntico a la de sus compañeros, como símbolo de su esfuerzo, su alegría y su presencia. Para muchos, fue la primera vez que sostenían un trofeo entre sus manos.
"¡Mirá, abuelo, gané!" gritó un chiquito de 6 años mientras levantaba un trofeo por encima de su cabeza. Lo que no sabía, quizás, es que ese gesto simple, ingenuo, valía tanto como cualquier final de campeonato.
La entrega fue acompañada de palabras de agradecimiento por parte de los directivos del club, quienes destacaron el trabajo de todos los que hicieron posible el evento: profesores, utileros, personal de mantenimiento, voluntarios, padres y madres que colaboraron desde distintos lugares.
"Este tipo de actividades son el alma del club. Nos recuerdan por qué hacemos lo que hacemos. Cada sonrisa de un pibe justifica todo el esfuerzo", expresó uno de los referentes de la institución.
Desde la Liga Santafesina de Fútbol también hubo palabras de elogio para la organización. "Este es el modelo que queremos fomentar en todos los clubes. El fútbol como herramienta de inclusión, como derecho, como espacio de encuentro y crecimiento. No solo formar jugadores, sino formar personas", señalaron desde la entidad madre.
Más de 400 chicos y chicas en una jornada inolvidable. Crédito: Guillermo Di Salvatore.
Además, se confirmó que este no será un hecho aislado: el evento tendrá continuidad. Newell's ya trabaja en la organización de nuevos encuentros para los próximos meses, con la intención de llegar a más chicos y más escuelitas.
"La idea es que cada vez más instituciones puedan vivir esta experiencia, que los chicos se conozcan entre sí, que se fortalezca el sentido de pertenencia y que el fútbol vuelva a ser lo que debe ser: un juego que une", adelantaron los organizadores.
Pero más allá de la proyección institucional, lo que queda es la memoria emotiva de lo vivido. Un sábado soleado en el corazón de Santa Fe, con cientos de chicos corriendo detrás de una pelota, sin más objetivo que disfrutar.
Familias enteras compartiendo un almuerzo a la sombra de un árbol, profes enseñando con paciencia, dirigentes caminando con la sonrisa dibujada, un club abierto a la comunidad. Y cada chico volviendo a su casa con su trofeo en la mochila y el corazón lleno de fútbol.
En tiempos donde la lógica del resultado muchas veces contamina el desarrollo del deporte infantil, iniciativas como esta se vuelven fundamentales. Recuperar el juego, la ternura, el tiempo compartido, el trabajo colectivo. Formar desde el afecto.
Construir desde el ejemplo. Enseñar que el fútbol puede y debe ser un puente hacia valores más grandes. Y sobre todo, que cada niño y cada niña tiene derecho a vivir el deporte como lo que es en esencia: una fiesta.