El nombre de Ricardo Supisiche aparece con frecuencia en este espacio. Tiene que ver con lo que dijo el crítico Jorge Taverna Irigoyen: "fue un artista pleno, sin claudicaciones, que dibujó, pintó, hizo grabados y, sobre todo, dio al acto de crear su ínclita dimensión".
"Una actitud rayana en lo filosófico que, en su caso, facultó para que la estética -sin desvincularse con la vida- adquiriera un compás de grave dimensión expresiva", agregó Taverna.
Archivo El LitoralPara el que fuera crítico de El Litoral por varias décadas, Supisiche trabajó con maestría en las técnicas, pero a la vez hizo del acto creativo un modo de vida.
El viaje a Italia
A comienzos de los años 50, Supisiche viajó a Italia con un doble objetivo: conocer de cerca a artistas contemporáneos y adquirir obras de pintura metafísica por encargo del coleccionista Ignacio Acquarone.
Archivo El LitoralSu paso por Venecia y Florencia, dos ciudades cargadas de historia y tradición, le permitió incorporar motivos que más tarde transformaría en obra propia. En septiembre del año 1955, en los salones del diario La Capital, presentó un conjunto integrado por veinte acuarelas inspiradas en sus recorridos europeos.
La crónica de El Litoral, publicada el 14 de septiembre de aquel año, destacó que "las notas actuales, sobre motivos de Florencia y Venecia, le permiten desplegar sus grandes condiciones de dibujante y su fina sensibilidad colorística".
Archivo El LitoralTécnica depurada y sensible
En esa exposición, cuadros como "Calle florentina" mostraron gamas verdes y grises que, según la crítica, otorgaban un clima "encantador" a la composición. También se subrayó la claridad de "Fondamenta nuove", la comunicación elegante de "Barcos en el canal de la Giudecca" y el color jugoso de "Vía Palazzuolo".
El análisis de la época coincidió en que la acuarela era para Supisiche un vehículo ideal: "Cuando como en este caso, se maneja con limpia seguridad, permite reflejar con más espontaneidad el temperamento del pintor", decía El Litoral.