La historia del arte moderno en América Latina no podría contarse completa sin aludir a Joaquín Torres García. A 76 años de su muerte, ocurrida el 8 de agosto de 1949 en Montevideo, su figura se reafirma como símbolo de una identidad visual transatlántica.
Además, fue fundador de un lenguaje propio, inconfundible: el universalismo constructivo. Pintor, escultor, teórico y pedagogo, su obra sirve para entender los vaivenes estéticos y culturales del siglo XX y resiste cualquier clasificación sencilla.
En 2016, el Espacio Fundación Telefónica de Madrid acogió la exposición retrospectiva "Joaquín Torres-García: un moderno en la Arcadia", organizada por el MoMA de Nueva York y comisariada por Luis Pérez-Oramas.
ArchivoAquella muestra, que había itinerado por el Museo Picasso Málaga y que reunió más de 170 obras, consolidó una lectura necesaria: la radical individualidad de Torres García, un creador que dialogó con el primitivismo y la abstracción, con el orden clásico y el caos moderno, sin ceder nunca su posición.
En palabras del curador, el artista uruguayo "asimiló y transformó las invenciones formales del arte moderno manteniéndose fiel a una visión del tiempo como una colisión de distintos períodos, en vez de una progresión lineal".
De Barcelona a Montevideo, pasando por Nueva York y París, Torres García fue protagonista activo de los movimientos de vanguardia. Supo leer su época y construir una sintaxis plástica donde conviven relojes, peces, anclas, templos y corazones en una estructura modular que, lejos de ser rígida, late con una energía atávica.
Fundación TelefónicaPero si hay algo que lo diferencia y que lo vuelve esencial para pensar la identidad latinoamericana desde una mirada propia es su decisión de regresar a Uruguay en plena efervescencia europea.
En este nuevo aniversario de su fallecimiento, proponemos volver a cuatro de sus obras maestras que trazan la evolución de un estilo y constituyen una "bitácora visual" del siglo XX.
"Paisaje de ciudad"
La primera de las obras elegidas es un óleo sobre cartón realizado en 1918, que integra la colección del Museo Nacional de Artes Visuales de Uruguay. Fue ejecutado por el artista en la etapa que pasó en Barcelona, ciudad a la que se fue muy joven donde se educó como artista.
Museo Nacional de Artes Visuales de Uruguay"Sus paisajes urbanos responden a un orden geométrico y sus elementos se presentan sintetizados. El movimiento y el ritmo de la ciudad están presentes en esta perspectiva de una calle de Barcelona", sostiene el mentado Museo sobre esta obra.
"Un único punto de fuga tiene como imagen frontal el tranvía en marcha, a sus lados fachadas y laterales de edificios, casas y transeúntes", añade la misma fuente.
"Madera planos de color"
Otra de las obras elegidas fue realizada en 1929 y es un óleo sobre madera que integra la colección Carmen Thyssen. Corresponde a un momento en el cual Torres García participó en los movimientos europeos de vanguardia, a la vez que estableció su estilo pictográfico-constructivista. En esa misma época, se vinculó con el grupo De Stijl.
Colección Carmen Thyssen"La pintura que aquí se comenta se relaciona con ese grupo, no sólo por su trama ortogonal, sino también por su perímetro irregular; una peculiaridad que puede observarse en al menos otras dos obras pertenecientes a dicho grupo y pintadas, como ésta, sobre madera", señala Tomàs Llorens.
"Sin embargo, a diferencia de ellas, Torres García abandona aquí los colores elementales para utilizar una paleta de tonos oscuros, cálidos y muy matizados", agrega. Desde su óptica, esta obra es un testimonio del proceso que alejó al artista del Neoplasticismo para formular la abstracción de "corte transcultural y primitivista".
"City Hall (N.Y.)"
Fechada en 1942, es un óleo sobre tela que representa un paisaje urbano de Nueva York, pese a que fue realizada en Uruguay como un eco de los años que el artista pasó en esa ciudad, en los años 20.
Museo Nacional de Bellas ArtesForma parte del acervo del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires y es una obra que, cronológicamente, está ubicada en la última etapa del creador uruguayo, caracterizada sobre todo por un eclecticismo que lo llevó a revisar todos sus períodos previos.
"Los trazos de pincel que conforman la estructura dibujística de City Hall en la parte inferior del cuadro (calles y tránsito urbano) todavía guardan cierta relación con la dinámica específica de la obra neoyorquina".
"Pero los que conforman la trama de la masa edilicia pueden leerse como gestos propios de la pintura constructiva (abstracta) de Torres García posterior a 1929", señala Gabriel Peluffo Linari.
"Constructivo con calle y gran pez"
La última de las obras seleccionadas para estas líneas es de 1946, apenas tres años antes del fallecimiento del artista. La técnica utilizada es óleo sobre cartón montado en tela de lino.
MalbaLa obra, que integra la colección del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), representa una escena urbana como las que trabajó otras veces el artista pero ahora atravesada por la abstracción,
"Es un excelente ejemplo de su repertorio constructivo, en el que los símbolos y las figuras esquemáticas siguen un orden geométrico y son objeto de una síntesis de color, forma, línea y espacio", sostiene Geaninne Guimarães.