La Universidad Católica de Santa Fe organizó una jornada dedicada a la prevención y concientización sobre los trastornos alimentarios, un fenómeno que afecta a personas de todas las edades, géneros y contextos sociales.
Durante el encuentro, profesionales compartieron estrategias para detectar desórdenes, promover conductas saludables y reflexionar sobre la relación con la comida desde la infancia hasta la adultez.

La Universidad Católica de Santa Fe organizó una jornada dedicada a la prevención y concientización sobre los trastornos alimentarios, un fenómeno que afecta a personas de todas las edades, géneros y contextos sociales.
La actividad reunió a profesionales de la psicología y la nutrición, quienes analizaron desde la perspectiva clínica, social y educativa cómo detectar señales tempranas y promover hábitos saludables.
En primer lugar, Melina Luciani, licenciada en Psicología, destacó que los trastornos alimentarios no solo se observan en lo comportamental, sino también en la relación que cada persona establece con la comida: “Lo transversal es la vinculación que la persona tiene con la alimentación, cómo construyó esa relación y también lo patológico, cuando ya hablamos de un trastorno alimentario”.
La especialista resaltó que en Argentina existe una alta prevalencia del trastorno por atracón, definido como la ingesta de grandes cantidades de alimentos en un corto periodo de tiempo como forma de regular emociones: “Me relaciono con el alimento para poder regular eso, porque estoy ansiosa, angustiada o triste”.
Luciani también abordó otras problemáticas como el síndrome del comedor nocturno, la vigorexia, la ortorexia y la diabulmia, fenómenos que, según explicó, están presentes incluso en la infancia y requieren atención precoz.
Por su parte, Brenda Vanney, licenciada en Nutrición, subrayó la importancia de pensar estos trastornos como problemáticas que pueden afectar a cualquier persona: “Se puede dar en todo tipo de cuerpos, edades, géneros y estratos sociales”, destacó.
Vanney hizo hincapié en la comensalidad, entendida como la práctica de comer con otros y prestar atención consciente al acto de alimentarse: “Está atravesado por significados, sentidos, cuestiones sociales y culturales, y eso lo vemos como una forma de poder prevenir”. Además, recordó que vivimos en una sociedad que enfatiza la delgadez, lo que influye en cómo nos vinculamos con la alimentación.
Durante la jornada, las especialistas insistieron en la necesidad de reconocer los primeros indicios de desórdenes alimentarios, que suelen manifestarse de manera sutil.
En este sentido, Luciani explicó que pequeñas conductas como evitar compartir la comida, obsesionarse con redes sociales sobre cuerpos o rutinas de gimnasio excesivas pueden ser señales de alerta: “Esto empieza de una manera muy sutil… ahí es importante ya empezar a, por lo menos, prender la alerta”.
El encuentro concluyó con la reflexión de que la prevención y la educación son herramientas clave para enfrentar los trastornos alimentarios, fomentando hábitos saludables y promoviendo la conciencia sobre la relación con el alimento y el cuerpo desde edades tempranas.




