Últimamente una de las frases más utilizadas en la presente campaña electoral, tanto en la nacional como en las diferentes provincias, es que "hay un divorcio de la gente con la política". En verdad, la ruptura, visible y palpable, está pero mal enunciada. En verdad, el problema es que la dirigencia política está divorciada de la gente.
Es que el término "gente" es utilizado en reemplazo de "realidad" y es aquello que una gran parte de la dirigencia desconoce. La "gente" es la que sufre las pesadillas de los fracasos de los diferentes gobiernos: la inflación, la pobreza, la indigencia, el desempleo, la inseguridad…. Y los temas siguen.
Es la "gente" la que padece el incremento de los precios de manera cotidiana, la que tiene los problemas para poder llevar un plato de comida a la mesa, la que tiene inconvenientes para mandar los chicos a la escuela bien alimentados y con todos los útiles escolares, la que sufre con las tarifas del transporte o con los valores de tarifas que se acomodan desde una garrafa hasta la energía eléctrica.
Pero hay un problema que afecta a todos los sectores sociales y es la inseguridad. En este tema no cuentan los ingresos, el barrio en el que se vive o nivel de educación alcanzado. El miedo a salir a la calle y temer ser víctima de un delito es un escalofrío que recorre todo el tejido social de la Argentina.
Hoy la muerte de Morena Domínguez, una niña de 11 años que se dirigía a la escuela, fallecida tras el violento ataque de motochorros que la golpearon y provocaron su deceso.
Allí sí, apareció la realidad. La "gente" se corporizó de modo dramático en las campañas electorales. Uno a uno, los responsables de prensa de los diferentes precandidatos que participan de las Paso informaron sobre la suspensión de los actos de cierre. El temor de ser insultados en lugar de aplaudidos, la alternativa del repudio antes que la adhesión, hizo que se baje el telón preelectoral de un modo inesperado.
Una muerte absurda que tiene que ser un llamado de atención. No solo como un motivo para una suspensión sino que debería ser un disparador para que queden al costado las chicanas, los retruécanos y rencillas domésticas para mirar con mayor profundidad hacia todos los rincones, aún los más oscuros para encontrar soluciones .
El divorcio está. La cuestión es si es definitivo o si puede revertirse. Eso sí, está claro que la responsabilidad no es de la "gente".