"Las mujeres somos la mitad": un buen argumento para empezar a hablar de género y cambio climático
En la previa de la Conferencia de Naciones Unidas (COP 30) que se hará en Brasil, la ciudad de Córdoba fue sede de una reunión de alto nivel en la que expertos y líderes de varias provincias y países abordaron una problemática actual desde distintas perspectivas, también desde el espacio de las mujeres en la discusión y el aporte de soluciones.
"Las mujeres somos la mitad": un buen argumento para empezar a hablar de género y cambio climático
La primera Conferencia Climática Internacional, que se desarrolló en la ciudad de Córdoba del 1º al 3 de julio, arrancó con un tema de inusual protagonismo en ámbitos de discusión similares: género. Más precisamente, Género, inclusión y cambio climático, conceptos que se pusieron en debate en la primera jornada del evento que fue un anticipo de la Conferencia de las Naciones Unidas (COP 30) que se realizará en el mes de noviembre en Belem do Pará, Brasil.
El gobernador Martín Llaryora inauguró el evento que tuvo una enorme convocatoria, incluidos gobernadores como el santafesino Maximiliano Pullaro, quien se refirió al tema ambiental en la agenda de la reforma constitucional que se pondrá en marcha el lunes.
Especialistas de Córdoba, ciudad anfitriona, de otras provincias y países expusieron en la primera jornada de la Conferencia que se desarrolló en la capital de la provincia mediterránea durante los primeros tres días de julio. Crédito: La Voz del Interior.
Todas las voces
Pero, ¿por qué hablar de género y ambiente? Porque "de las personas desplazadas en áreas de gran vulnerabilidad, un 80 % son mujeres, niños y niñas". Porque en América Latina solo "el 12 % de las prefectas, alcaldesas o intendentas (según denominación en cada país) son mujeres", porque "las mujeres tienen a cargo las tareas de cuidado pero son minoría en la toma de decisiones sobre formas de producción", y por una larga lista de argumentos, que llegaron desde muchas voces y países.
En la conferencia se dieron cita representantes de la provincia anfitriona y de otros distritos del país; de Uruguay, Brasil, Bolivia, Colombia y hasta de Ucrania, por mencionar algunas procedencias. Todas con la consigna de poner en discusión conceptos claves de justicia de género y justicia climática, y de "elevar la voz de ciudades feministas e inclusivas".
Allí coincidieron Hélinah Cardoso (Brasil), Representante del GCoM en América Latina, Carolina Basualdo, Alcaldesa de Despeñaderos (Córdoba); Claudia Martínez, Secretaria de la Mujer de la provincia mediterránea; Victoria Flores, Ministra de Ambiente de Córdoba; Marcia Conrado, Alcaldesa de Serra Talhada (Brasil); Sandra Patricia Aguilar Carabalí, presidenta de la Red Juvenil del departamento de Cauca (Colombia), y Liliana Miranda, autora del informe de IPCC para ciudades, entre otras autoridades en el tema.
Partiendo de que "la mayor alianza del mundo tiene más de 13.700 ciudades que están actuando con compromisos y metas climáticas", lo que representa a 140 países y más de un billón de personas, se insistió en el concepto de que "no hay acción climática si no es inclusiva, feminista y justa", afirmó Cardoso.
"Las mujeres racializadas y pobres son quienes sufren en mayor medida los embates del cambio climático", sostuvo Basualdo, quien valoró la posibilidad de poner este tema en agenda "en tiempos de negacionismo del cambio climático y de los temas de género y derechos humanos de las mujeres".
"Este sur global no es víctima; nos sentimos portavoces de nuevas soluciones. Hay, en los gobiernos locales de América Latina, programas y políticas públicas que trabajan la acción climática y pueden liderar esta tarea a nivel internacional", se aseguró desde el estrado para abogar por una "nueva narrativa" de los gobiernos locales.
Nidya Pesantez, representante de ONU Mujeres Bolivia, consultora nacional e internacional en temas de género, comunicación y medio ambiente, estuvo a cargo de la conferencia magistral. Crédito: Archivo.
"Datos, no queja"
La conferencia magistral estuvo a cargo de Nidya Pesantez, representante de ONU Mujeres Bolivia, consultora nacional e internacional en temas de género, comunicación y medio ambiente quien arrancó con una premisa provocadora: "Esto no se trata de ayudar al planeta que estuvo 4 mil millones de años antes de que apareciera la especie humana y aquí estará cuando nos vayamos. Estamos defendiendo la vida de nuestra especie".
Para la especialista, "nos enfrentamos a una triple crisis planetaria": el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad.
La primera se intensifica con fenómenos extremos como sequías, incendios e inundaciones "y altera los ciclos biológicos de nuestro planeta. "Cuando un ecosistema se daña, la posibilidad de sobrevivencia empieza a correr peligro porque dependemos de la naturaleza; somos seres biológicos, no solamente sociales".
En materia de contaminación, agrotóxicos, metales pesados y plásticos encabezan la lista de sustancias que degradan los suelos, los cuerpos de agua, la atmósfera y los tejidos vivos, y "afectan de forma directa organismos esenciales para que la vida se sostenga en el planeta".
La biodiversidad, en cambio, es la dimensión "más critica porque mucha veces es invisible": cada una de las especies que desaparece impacta en los reguladores ecosistémicos. "Los seres humanos no entendemos como funciona el planeta, no podemos replicar otro planeta para irnos a vivir porque no entendemos el funcionamiento de este y no hacemos las pruebas suficientes en suelos, agua y aire en el que vamos a impactar con nuestras acciones".
En ese punto explicó cómo incide la emisión de metano y CO2 (sobre todo, este último) en la mayor presencia de olas de calor que, por ejemplo, hacen que asciendan vectores como algunas especies de mosquitos que producen enfermedades en lugares donde éstas no se desarrollaban (el caso del aedes aegypti, transmisor del dengue). En el otro extremo, están las especies que no pueden vivir en lugares donde hace calor y migran a espacios más fríos. Consecuencia: "Cambia el ecosistema".
Inmediatamente Pesantez aclaró que "no se trata de dejar de producir", sino de "tener una producción más responsable". "Tenemos que seguir produciendo alimentos pero no podemos hacerlo mientras destrozamos lo mismo que nos proporciona la alimentación".
"Tenemos una economía basada en el crecimiento ilimitado en un planeta limitado", dijo la especialista y volvió sobre la idea de desconocimiento sobre el planeta con un ejemplo: "Para que un ser humano se tome una pastilla se hacen un montón de estudios que demandan años, décadas. Pero a la tierra, al agua y al aire no lo estudiamos". "Nos estamos comiendo un paquete biológico completo que no conocemos", sentenció.
¿Y dónde aparece la cuestión de género? En que este desconocimiento también se materializa en no contabilizar las tareas de cuidado socialmente asignadas a las mujeres, ni la labor de éstas en los procesos productivos. "En producciones pequeñas se contabiliza todo: el costo de la cerca para los animales, el agua y el alimento, pero no el trabajo de las mujeres que tienen que hacer la muda del ganado, la recolección de las frutas y la transformación de los alimentos. Todo se considera apoyo doméstico".
Y cuando la supervivencia de una comunidad depende directamente del ambiente, sin intermediación, donde cualquier cambio en el ecosistema impacta de manera directa, "las mujeres y las infancias son las que se encuentran en situación más vulnerable".
"Las mujeres somos la mitad en todas las poblaciones y todos los sectores, desde la existencia más polar hasta la más tropical; desde la edad más adulta a la más temprana; desde la persona más rica a la más pobre, y de los verdes y amarillos, pasando por los morados", definió.
El 58 % de mujeres pueden decidir sobre sus cuerpos en el mundo frente al 100 % de los hombres.
Las mujeres trabajan 66 horas por semana y los hombres 53, una diferencia que se explica por las tareas de cuidado que se suman a la carga laboral.
La brecha en ingresos a favor de los hombres es de 22 %, no porque las mujeres ganen menos todo el tiempo sino porque los sectores en los que están las mujeres son los menos remunerados y justo se ubican en los relacionados con el cuidado (salud, educación).
En el mercado laboral, la paridad está cerca aunque no alcanza: por cada 3 hombres, ingresan 2 mujeres.
El 20 % de las mujeres son dueñas del 20 % de la tierra, de las propiedades y de los medios de producción.
El 32 % de las mujeres ocupan altos cargos en las empresas.
Un 73 % de los parlamentos están compuestos por hombres, "es decir que son quienes gobiernan en el mundo. En Bolivia todos los gobernadores son varones" (habría que agregar que también lo son en la Argentina).
"Esto no es una queja, son datos", cerró la referente de Bolivia para advertir que sin una distribución justa, "la política pública no es neutral. Y dejó más frases para seguir el debate: "Cuando hay capacitaciones en riesgos y desastres las mujeres no están, pero cuando ese desastre ocurre son quienes se quedaron en sus casas con sus hijos" y "una mujer que llega al poder cambia a la mujer pero muchas mujeres que llegan al poder, cambian el poder".