La tarde del sábado en bulevar y Necochea se transformó en escenario de un operativo cargado de tensión, donde la realidad superó la rutina del tránsito santafesino. Entre bocinazos interrumpidos y peatones que se agolpaban con curiosidad, un hombre en pleno brote psicótico mantenía en vilo a vecinos y policías.
Todo comenzó en el hall de un edificio. Allí, un trabajador perdió el control y, en medio del delirio, destrozó vidrios a manotazos hasta hacerse heridas profundas. El estrépito llamó la atención de quienes circulaban por la zona, que de inmediato alertaron al 911.
La primera patrulla que llegó se topó con un cuadro complejo: el hombre, ensangrentado, se había atrincherado entre los restos de cristales. Los intentos por calmarlo fueron en vano. Hubo que convocar al Grupo de Operaciones Especiales (GOE), que desplegó un dispositivo para contenerlo sin que la situación escalara aún más.
Mientras tanto, sobre la vereda, una ambulancia aguardaba con médicos listos para intervenir. Vecinos miraban desde balcones y puertas entreabiertas; algunos grababan con sus teléfonos. La escena, dramática y caótica, cortó durante horas la circulación en una de las arterias más transitadas de la ciudad.
Finalmente, tras un trabajo paciente y riesgoso, los efectivos lograron reducir al hombre, que seguía autolesionándose con vidrios. Apenas fue contenido, personal de salud lo trasladó de urgencia al Hospital Cullen, donde quedó bajo atención médica especializada.
La Policía abrió actuaciones para esclarecer el episodio y evaluar el estado de la persona involucrada. En paralelo, vecinos recordaron que el sector ya había sido escenario de hechos violentos, lo que alimenta la sensación de inseguridad en el barrio.