Parece contradictorio, pero no lo es. Tener un jugador de la jerarquía del Pulga Rodríguez y con el valor agregado de ser alguien muy querido en Colón, puede ser el deseo de cualquier entrenador. No de todos, está claro, porque en Colón no lo quisieron hasta ahora. Desde el año pasado – y quizás desde antes también – lo ignoraron y vaya a saber uno por qué. Moreno y Fabianesi dijo que no, porque “ya lo tenemos a Gigliotti” (¿?). Incluso Yllana no lo quería y fue muy claro en sus declaraciones antes de abandonar Santa Fe, cuando dijo que él quería a otros jugadores. Pero alguien como el Pulga, que le escapa a la media de la gran mayoría de los jugadores en esta categoría, que es capaz de definir un partido con una pelota de gol, un gol y que agrega calidad y precisión en una pelota quieta, no debería dar lugar a ninguna duda.
El Pulga volvió y ya está dentro del plantel. Puede faltarle ritmo, porque ha jugado poco en este último semestre y viene de hacer una pretemporada y sin competencia. Puede ser que el físico ya le esté pasando algo de factura a sus 40 años. Fue campeón y figura con Colón a los 36. Puede que no esté a la altura de aquel rendimiento descollante. Pero hay cosas que no se pierden. Aún en este fútbol tan físico y en una categoría en la que se juega poco por abajo, mucho por arriba y demasiado a tratar de aprovechar la “segunda pelota”. Jugadores como el Pulga, distintos, pueden aportar la sabiduría, la claridad y también el temple que el equipo está necesitando.
El Pulga Rodriguez ya se entrena con el plantel y está listo para debutar este domingo.Lo primero que se me ocurre, es decir que con el Pulga adentro de la cancha, los otros van a tener a alguien para descargar presiones y responsabilidades. Un ladero para jugar al fútbol. Jugadores como Bernardi o Lago (incluso Gigliotti y Castro), que son los que tienen que juntarse para lograr que el equipo juegue “a algo”, van a tener a ese jugador con el que van a poder “dialogar con la pelota”. Esas famosas “sociedades” que desde tiempos lejanos hablaba el Flaco Menotti.
Dicho esto, el otro tema es cómo debiera verlo Minella, que será el responsable de ponerlo, ya sea desde el mismo arranque (opción que evalúa ya a partir del domingo) o entrando en el segundo tiempo. Que el Pulga vino para jugar, no caben dudas. ¿Dónde?, suelto, libre, sin obligaciones mayores de marca y totalmente entregado a la función de creación y/o definición. Salvando las distancias, el Pulga para Colón es como tener a un jugador como Messi. No comparo niveles futbolísticos, porque el de Messi es inalcanzable para cualquier terrenal. Simplemente, se trata de explicar lo que seguramente debe estar pasando por la cabeza de Minella: lograr que el equipo gire alrededor del Pulga, sin crearle dependencia extrema, para que sea lo más compacto y equilibrado posible.
Hay algo que el mismo Luis Miguel Rodríguez dijo el otro día y es interesante que haya salido de su propia boca: “Hay que cuidar el arco propio y empezar a mantener la valla en cero, algo que a Colón le viene costando mucho en los últimos partidos”. Eso implica también la adopción de cuidados defensivos y, por sobre todas las cosas, del logro de un equilibrio que el equipo no tiene. Mucho está pasando por lo anímico. A Colón le convierten un gol y no solo no consigue empatar el partido sino que, además, corre el serio peligro de que enseguida le conviertan otro, como pasó en forma seguida (con espacio de cinco minutos entre el primero y el segundo), ante Temperley y en Resistencia.
Rodríguez vuelve a Colón con la ilusión de guiarlo al Reducido¿El Pulga de punta con un “9”?, es una opción. Sería el segundo delantero, el que saldría de una posición fijada entre los centrales, para entrar más en contacto con la pelota. ¿El Pulga de enganche con dos delanteros delante suyo?, es otra “tentación”, máxime teniendo en cuenta que Colón dispone de dos delanteros como Castro y Gigliotti, quizás con las mismas características y, por lo visto, sin trabajo. Pero que si logran complementación, podrían convertirse en un problema para cualquier defensa.
En este caso, el de jugar con el Pulga y dos puntas, existiría más trabajo para los mediocampistas, que deberían redoblar esfuerzos para “bancarse” la recuperación de la pelota. O bien encontrar los mecanismos para defenderse más con la pelota, haciendo posesión, algo que muchas veces suele complicarse en algunos campos de juego muy “berretas” que tiene la categoría.
El Pulga tiene algo a favor. Tanto para él como el técnico de turno, en este caso Martín Minella. El Pulga es un jugador inteligente, sabe encontrar espacios, entiende el juego, se da cuenta rápidamente si tiene que tocar de primera, si puede tenerla un poco más, si conviene o no la gambeta y cuáles son los lugares aprovechables. Puede generar alguna infracción en la puerta del área para aprovechar su excelente pegada. Y uno no se imagina un partido en el que el Pulga no consiga el momento exacto para habilitar a un compañero y dejarlo en buena posición para convertir. Conocerlos – a los compañeros – y que ellos lo conozcan, es el desafío que debe alcanzarse con rapidez.