Del Libro Rojo al territorio: el llamado de los mamíferos en Santa Fe
Una charla en la UNL pone el foco en la conservación de especies en peligro y en el trabajo de científicos que buscan proteger al ciervo de los pantanos, emblema de los humedales del delta del Paraná.
Del Libro Rojo al territorio: el llamado de los mamíferos en Santa Fe
En las aguas lentas y los pastizales del delta del Paraná, el ciervo de los pantanos se alza como una figura majestuosa y silenciosa, guardián natural de uno de los ecosistemas más valiosos y amenazados del Litoral del país. Su sola presencia resume la belleza y la fragilidad del humedal: un territorio vital para la biodiversidad, pero cada vez más presionado por la urbanización, la expansión forestal y las transformaciones del paisaje. Con sus pezuñas adaptadas al barro y su andar pausado entre los juncales, este ciervo no solo representa una especie en riesgo, sino también el pulso de un ambiente que lucha por mantenerse vivo frente al avance de las actividades humanas.
Es en este contexto que este martes 21 de octubre, la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral fue escenario de una charla que invita a repensar la relación entre ciencia, territorio y biodiversidad. Bajo el título “Del Libro Rojo al territorio: construyendo caminos para conservar a los mamíferos en Argentina”, el doctor Javier Pereira —investigador del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia y del CONICET— presentó los principales resultados de la Categorización del Estado de Conservación de los Mamíferos de Argentina 2025, un trabajo colectivo que actualiza el panorama sobre las especies que habitan el país y las amenazas que enfrentan.
“Iniciativas como el Libro Rojo sirven para diagnosticar y entender a dónde estamos parados respecto de la conservación de los mamíferos de Argentina y definir dónde conviene invertir los recursos para lograr que la biodiversidad se mantenga en los valores deseables”, dice Pereira. “También nos sirve para entender cuáles son las amenazas y sobre todo, a nivel geográfico, para poder priorizar acciones de conservación”.
La actividad, fue organizada por la FHUC, es además una oportunidad para poner sobre la mesa un caso emblemático: el del ciervo de los pantanos, símbolo de los humedales del delta del Paraná y emblema de los desafíos que implica conservar la fauna en ecosistemas cada vez más presionados por la urbanización y las actividades productivas.
Javier Pereira —investigador del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia y del CONICET
“Nuestro proyecto y el resto de las iniciativas de conservación del ciervo de los pantanos en el delta tienen más de 30 años”, apunta Pereira. “Lo que está permitiendo es ver que cuando se trabaja a distintas escalas a largo plazo aplicando no sólo ciencia sino también educación, gestionando con los gobiernos y trabajando junto a las comunidades locales, estos procesos de conservación terminan con buenos resultados”.
“Eso es lo que se ve hoy en el hábitat del ciervo de los pantanos y sobre todo en la especie misma”, agrega el investigador. “Están mejorando sus números, su reproducción, aumentando su distribución y, con ello, se van a mejorar las posibilidades para que la gente pueda usar esta especie para el desarrollo local”.
El ciervo de los pantanos
La nueva categorización nacional, impulsada por la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos (SAREM), ofrece un mapa actualizado de la situación de los mamíferos nativos. En el país, 65 especies se encuentran clasificadas como “Vulnerables”, 26 están “En Peligro” y otras 7 figuran “En Peligro Crítico”. Entre ellas, el ciervo de los pantanos ocupa la categoría de “Vulnerable”, una señal de alerta que exige medidas concretas de protección y restauración de su hábitat.
El proyecto CMA (Categorización de los Mamíferos de Argentina), desarrollado por SAREM, no se limita a ofrecer un listado: es una herramienta que orienta políticas públicas, permite definir prioridades y propone estrategias basadas en evidencia científica. En palabras de sus coordinadores, “las categorizaciones sirven para transformar conocimiento en acción”, una síntesis que resume el espíritu del encuentro que se desarrolla en Santa Fe.
Entre las experiencias que se comparten, una de las más valiosas es la del Proyecto Pantano, iniciativa que desde hace años estudia y protege al ciervo de los pantanos en el bajo delta del Paraná. Este programa interdisciplinario combina investigación científica, gestión ambiental y educación comunitaria para comprender cómo viven, se alimentan y se desplazan estos animales, y cómo compatibilizar su conservación con la producción forestal y la expansión urbana.
Proyecto Pantano
El equipo de Proyecto Pantano ha equipado a más de una decena de ciervos con radiocollares satelitales, logrando información inédita sobre sus movimientos y uso del hábitat. Esos datos permitieron descubrir, por ejemplo, que los animales pueden cruzar grandes ríos, recorrer más de veinte kilómetros durante las crecidas y que su dieta se compone mayormente de plantas nativas del humedal, con un mínimo consumo de especies forestales como álamos o sauces.
Más allá de la ciencia, el proyecto trabaja junto a comunidades isleñas y escuelas locales para fomentar una mirada distinta sobre el valor del humedal y su fauna. También asesora a productores y autoridades en la adopción de prácticas sostenibles y en la creación de áreas protegidas, entre ellas el futuro Parque Nacional Ciervo de los Pantanos, destinado a preservar uno de los núcleos poblacionales más importantes de la especie.
Los humedales
La charla en la FHUC se inscribe así en una trama más amplia: la de los esfuerzos por conectar el conocimiento científico con las realidades locales. En un país donde los humedales cumplen un papel esencial para el equilibrio ambiental, hablar del ciervo de los pantanos es también hablar de nosotros: de cómo gestionamos el agua, el suelo y la vida que los rodea.
Desde Santa Fe, el encuentro es un punto de confluencia entre academia, gestión y comunidad. Un llamado a mirar más allá de los números y las categorías para comprender que cada especie amenazada encierra una historia y una posibilidad. Porque conservar no es solo proteger animales: es aprender a habitar, con respeto, el mismo territorio que compartimos.