La OMS recomienda usar 100 litros de agua por día, pero en Santa Fe el consumo cuadruplica esa cifra
Esta cantidad que estiman desde Aguas Santafesinas revela que en la ciudad capital hay prácticas de uso excesivo, ignorando la realidad de este recurso limitado y necesario para vivir.
La OMS recomienda usar 100 litros de agua por día, pero en Santa Fe el consumo cuadruplica esa cifra
Santa Fe, una ciudad ribereña que históricamente ha lidiado con el exceso de agua, enfrenta una paradoja alarmante: sus habitantes consumen en promedio 400 litros diarios por persona, una cifra que cuadruplica la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que establece un uso promedio de 100 litros al día.
Este dato, que se desprende de un informe de Aguas Santafesinas (ASSA), pone en relieve la desconexión entre la percepción de abundancia y la realidad del uso de un recurso cada vez más vulnerable y escaso.
El agua potable, no es solo un recurso vital, sino también un servicio de alta calidad. Crédito: Flavio Raina
¿Jeques del agua?
El vocero de ASSA, Germán Nessier, explicó que Santa Fe, al ser una ciudad ribereña, tiene facilidad de acceso al agua, hasta incluso "nos podríamos considerar 'jeques del agua'", dice. Sin embargo, esta percepción choca con la realidad: "No basta con pensar que el planeta está cubierto por agua, porque la mayor parte, es oceánica o marítima y para potabilizarla exige un proceso más difícil".
Por eso, es importante entender que el agua dulce, que es la utilizada para potabilizar y luego consumir, es un recurso limitado y distribuido de forma desigual en el globo. La bajante extraordinaria del río Paraná hace pocos años sirvió como un llamado de atención. "Pusimos pausa en nuestra visión y dijimos 'ojo, no es tan fácil de acceder a este recurso'".
Debido a esta situación, la empresa santafesina debió tomar "medidas extraordinarias para poder asegurar la captación del agua", reforzando las tomas y adquiriendo nuevo equipamiento para la planta potabilizadora.
El agua potable es sometida a un riguroso tratamiento y control. Crédito: Flavio Raina.
Un servicio con valor agregado
Nessier enfatizó la diferencia entre el agua en estado natural y el agua potable que llega a los hogares, que es sometida a un riguroso proceso de tratamiento: "Al abrir la canilla, tenemos agua apta para consumo humano, ya que en este proceso se garantiza que el agua cumpla con los requisitos físicos, químicos y bacteriológicos para proteger la salud humana, es un servicio de valor agregado".
Aun así, la empresa aún enfrenta desafíos en la eficiencia de su red y la medición del consumo real. "Si tuviéramos el 100% de los usuarios medidos sabríamos exacto cuál es el nivel de eficiencia de todo el sistema y el uso real". Hoy la dotación (el prorrateo de lo que inyecta la red por la población) promedia 400 litros por día por habitante, una cifra muy elevada que evidencia un uso desmedido.
La conciencia del recurso en la Semana Mundial del Agua
La Semana Mundial del Agua, que se celebra del 24 al 28 de agosto en Estocolmo, lleva este 2025 el lema "Agua para la acción climática". La consigna subraya la conexión crucial entre el recurso hídrico y el calentamiento global, con el objetivo de concientizar sobre la urgencia de una gestión más sostenible.
Esta reflexión global también invita a mirar de cerca las realidades locales y cómo se gestiona el agua en distintas regiones. En ese sentido, la problemática del uso excesivo se presenta de forma diferente en otras ciudades de la provincia que abastece ASSA.
"En otros lugares la memoria colectiva del acceso al agua es distinta que la nuestra, porque se sabe que no es fácil obtener la materia prima. Por eso, las prácticas y las conductas son distintas que en Santa Fe; y por ende, el consumo es mucho menor", cuenta Nessier.
Desafíos futuros
La ciudad de Santa Fe enfrenta el desafío de cambiar su "idiosincrasia histórica" respecto al agua. Es crucial que los ciudadanos tomen conciencia del valor del agua potable, no solo como un recurso, sino como un servicio de alta calidad que requiere un esfuerzo significativo y costos considerables para su tratamiento y distribución.
La baja del río demostró que la abundancia no es infinita y que es necesario adoptar hábitos de consumo más responsables y acordes con la realidad de un planeta donde 2200 millones de personas aún carecen de acceso a agua potable segura.