A los 9 años, cuando salía de la escuela, Darío Benitez sellaba huevos en un galpón del vecino, en la esquina de su casa, por lo que cobraba unos pesos que guardaba en un frasco que tenía enterrado en la maceta de un cantero hasta que su padre, que no sabía lo que hacía, lo desenterró y le pidió explicaciones. A partir de entonces, tenía 11 años, empezó a hacer de todo, pero sobre todo a vender lo que sea, perejil de la quinta de su abuelo, nísperos de las plantas de su casa, todo puerta por puerta a la hora de la siesta, después que salía de la escuela. "Hoy tenés que tener 18 años para poder trabajar. Pero destaco, que importante que es que incentivar a los jóvenes desde chicos para que mirando al futuro, den valor a las cosas que tienen gracias al esfuerzo de los adultos, puedan colaborar en el hogar, sean responsables con sus estudios y al terminar con los mismos puedan trabajar ya sea en una profesión o en un oficio".
Mientras vendía y hacía changas con su padre, un día llegó a su casa y se encontró con que su madre muy triste porque no podía escuchar la radio que se había roto. La desarmó sin entender nada de electrónica, analizó cual podía ser el problema, descubrió que podía ser el potenciómetro y se fue en bicicleta hasta un negocio donde el dueño del local, Atilio Mauti, le dio el repuesto sin cobrarle. "La primera persona que me fío en mi vida, recuerda". Arregló la radio de la madre y después la de la tía.
"Ellas fueron las que me hicieron publicidad y empecé a trabajar reparando radios. Tenía 15 años y los vecinos empezaron a traerme cosas para arreglar, puse mi primer local al público y me compré un auto cero kilómetros, un Fiat Brio. Además, vendía todo lo que me traían los vecinos y también estudiaba", cuenta.
Benítez comenzó vendiendo productos del hogar a los vecinos desde niño. Crédito: Flavio Raina.
Un día decidió irse del barrio y se compró un local en el centro, Urquiza entre Primera Junta y Tucumán, para seguir reparando radios y de corajudo se fue hasta casa Rizzi donde me presenté al dueño y le pedí que me dirán trabajo. "Me pusieron a prueba y lo convencí. A los 22 años me hice importador, compré un local más grande y tenia dos talleres en la ciudad. Pero me divorcié, cambié de rubro y tuve que empezar de cero".
"Me fui un mes a Europa con lo poco que me quedaba donde me puse a pensar que hacer con mi vida. Estaba pensado en algo con el tema de los alimentos porque mi tío era quesero. Cuando vuelvo de Europa voy un domingo a comer a la casa de mi madre que me manda hasta el quiosco de la esquina a comprar queso para los tallarines. Compré un pedazo para rallar y un paquete de queso rallado, por entonces había tres marcas. Ahí me di cuenta de lo que se podía ganar vendiendo queso rallado y al otro día empecé a armar la empresa", cuenta.
Hoy tienen 75 mil metros cuadrados de naves industriales donde trabajan entre 50 y 80 personas de acuerdo a la temporada, despachan casi 200camiones mensuales y elaboran 17 productos que se venden en casi todas las provincias argentinas, agrupados en Queso rallado, Leche en polvo y Bebidas lácteas en diferentes variedades, Premezclas y harinas sin Tacc para celíacos, Granos y Legumbres, Productos dietarios y proyectos ambiciosos como una línea de papillas para bebes y adultos mayores, que esperan tenerla lista el año próximo.
"Hace 30 años que estamos creciendo todos los meses, los santafesinos nos conocen, siempre estamos reinvirtiendo y abriéndonos a la posibilidad de nuevos productos en un contexto donde estamos atentos a la situación económica que todo el mundo conoce porque tuvo que ajustarse el cinturón. De acuerdo con el relevamiento que hace la Cámara de la Alimentación de la Unión Industrial la caída de la actividad económica del 50%. Ahora, considero que en esta caída también influye la cuestión psicológica ya que cuando las cosas aumentaban todos los días la gente compraba todos los días y ahora que más o menos se mantienen los precios compra lo justo y necesario. Entonces aquel cliente que te pedía un camión de mercadería porque sabía que el mes que viene iba a ganar plata por comprártelo, hoy te pide un pallet, lo que encarece toda la línea de logística que en Argentina es carísima", explica Darío Benítez, titular de la empresa.
El primer producto con el que empezó a trabajar Vidalac es el queso rallado en una plata que tenía en calle Primera Junta, frente al Colegio San José, a dos cuadras de Avenida Freyre, de allí se mudó a barrio Los Hornos, a un ex frigorífico que compró y adaptó para convertirlo en una planta industrial, en el 2007 se mudó al Parque Industrial de Paraná, que se agrandó hasta llegar al límite, y unos años después al de Sauce Viejo, donde empezó a construir las naves industriales donde hoy funciona la empresa. Por entonces al queso de rallar se le había sumado la leche en Polvo Entera, Fortificada con Vitamina A y D, Hierro y Zinc y algunos derivados.
"El crecimiento por entonces era tan importante que empezamos a quedarnos sin lugar en los depósitos y comenzamos a buscar algo grande para expandirnos por lo cual iniciamos la construcción de una gran planta en Sauce Viejo, ya que en Paraná nos quedamos sin espacio físico para seguir expendiendonos, y en 2015 la inauguramos y lanzamos las premezclas VIDASIN TACC, pero también al tiempo nos quedó chica. Entonces, empezamos un nuevo proyecto, 20 mil metros cuadrados de depósito para seguir creciendo, que serán utilizados como zona logística de transición", explica Benítez.
Esta última inversión viene atada a una iniciativa que Darío Benítez viene trabajando con los distintos actores que intervienen en el proceso, en particular con las supermercadistas, en una nueva ingeniería de comercialización para bajar los costos financieros. "Estamos haciendo un trabajo en conjunto para bajar costos, pero no los de la la calidad de mercadería, sino de la cadena de comercialización. Queremos ahorrar pasos, eliminar un eslabón de la cadena para bajar los precios con una fórmula innovadora que vamos a probar por primera vez. No puedo darte más detalles hasta tenerlo más avanzado, pero sería algo así como trabajar a fasón, la idea es que los mayoristas compren la materia prima porque de esa manera se ahorra entre un 7 y un 8 %. La idea es que se grabe la producción y no el stock".
Por el contexto, uno de los productos que Vidalac tiene algo relegado en su proceso productivo es el de la leche en polvo y sus subproductos. "Hoy tengo muchas dificultades, es un commodities que realmente no me sirve, porque en el mercado está muy distorsionado. Hay una realidad, se encuentran muchos productos en góndolas que dicen ser leches en polvo y no lo son, entonces me es imposible competir contra eso, para lo cual tengo dos opciones: hago lo mismo, o me corro, y sigo con los otros productos, y esto último es lo que es lo que estoy haciendo", explica.
Además de las actividades propias de su actividad, Darío Benítez es convocado a dar charlas motivacionales en distintos ámbitos para profesionales y estudiantes avanzados en carreras de ingeniería y de ciencia económicas. "¿Qué le diría hoy a alguien que quiere emprender? Bueno, ahí está el problema. Estuve en Vietnam dando charlas, en Estados Unidos, en la Facultad de Ciencia Económica, en cámaras de comercio. El problema es que acá todo el mundo piensa que se puede hacer millonario de un día para el otro. Lo primero que le pregunto a los que van a las charlas es que les gustaría hacer porque los negocios primero se sueñan. Por eso cuando vienen esos famosos empresarios que de un día para otro compran la empresa, lo que hacen son negocios financieros. Yo no soy empresario, soy emprendedor; empresario podés ser de un día para el otro, pero el emprendedor se construye todos los días y a los golpes porque con plata es fácil, te va mal, cerrás y no pasa nada. El emprendedor no tiene vacaciones, no se puede enfermar, no se puede lastimar, pero hace lo que le gusta porque si no haces lo que te gusta, vas a fracasar".
"¿Qué haría mañana si me llama el presidente y me pide una opinión que le diría? Nunca llamaron a un empresario pyme, llaman siempre a gente de saco y corbata que nunca fueron privados, son todos intelectuales. ¿Como van a tener una solución? ¿Qué me va a venir a decir a mí un economista si yo ya me hice todos los chichones?", se pregunta el fundador de la empresa que también está trabajando para cumplir con todas las regulaciones necesarias para exportar a todos los países donde pueda introducir sus productos, particularmente en África, donde ya han exportado leche en polvo, y ahora lo intentarán con subproductos de la leche y están trabajando para fabricar una polenta especial para lo cual viajará a China a terminar de analizar si cierra la compra de un molino para maíz para producirla en una de sus empresas.
Respecto de la cuestión laboral, un temas sobre los que todos los empresarios destacan la necesidad de hacer reformas, asegura que son necesarias. "Hay empresarios injustos con los empleados y vivos que son injustos con las personas. No hay buenos ni malos. Ahora, ¿cuál es el problema? Como está hoy sindicalizado mentalmente el trabajador, caen justos para pecadores. Hay gente que piensa que porque está efectivo en una empresa no lo pueden echar por el daño económico que hace y es cierto, para una pyme es muy costoso y suele haber abuso de todas partes, tenemos que buscar relaciones laborales de mutuo acuerdo donde si no cumplen las partes haya derecho al reclamo. Ahora que estamos en tiempos difíciles, tenemos que trabajar juntos empleados y empleadores, para ser innovadores, cuidar a las empresas, que son las fuentes genuinas de trabajo y crecimiento".
Respecto de la cuestión impositiva no anda con medias tintas: "Es un desastre, continuos cambios en las reglas de juego, falta de previsibilidad, cargas altísimas que además de afectar a las Pymes desalientan las inversiones extranjeras. Hoy una pyme que no tenga un contador interno y otro externo tiene problemas. Es todo un tema, porque tenés que tener por un lado, una ingeniería para calcular ingresos brutos en las diferentes jurisdicciones, tasas municipales, otra que este monitoreando la facturación, que se pague todo a término. Es súper engorroso. Se podría suprimir y hacer como Estados Unidos que cobra un impuesto y de ahí cobran todos. En la empresa tengo más contadores que administrativos. Hoy la carga impositiva de un producto es más de la mitad del precio final, esto sin tener en cuenta que la plata en Argentina es muy cara, las pymes no pueden estar trabajando con tasas del 6 o el 7 por ciento mensual. El país tiene un costo adicional que es la estabilidad".