Cada 11 de julio, Argentina se viste de tango para conmemorar el Día del Bandoneón, una efeméride que rinde tributo no solo a un instrumento emblemático de la cultura nacional, sino también a la figura inmortal de Aníbal Troilo, conocido cariñosamente como "Pichuco".
La fecha, elegida en honor al nacimiento del maestro en 1914, resalta su legado fundamental que marcó un antes y un después en la historia del tango argentino.
El bandoneón, corazón y símbolo del tango
El bandoneón, con su sonido melancólico y profundo, es el alma del tango. Su importancia cultural llevó a que, en 2005, se oficializara la celebración del Día del Bandoneón mediante la Ley 26.035, tres décadas después del fallecimiento de Troilo. Esta legislación busca reconocer la relevancia del instrumento y la trayectoria inigualable de "Pichuco".
Durante esta jornada, se multiplican las actividades en diversos espacios culturales, radios y plazas de todo el país, donde se recuerda la figura de Troilo y la trascendencia de su instrumento predilecto. Es una oportunidad para que nuevas generaciones se acerquen a la riqueza del tango y conozcan a uno de sus máximos exponentes.
“Pichuco” Troilo. Archivo.Aníbal "Pichuco" Troilo, un legado inmortal
Aníbal Troilo nació en Buenos Aires en 1914 y, desde muy temprana edad, mostró una fascinación inquebrantable por el bandoneón. A los 10 años, obtuvo su primer instrumento, y con solo 11 ya deslumbraba en pequeños conjuntos. Su carrera profesional despegó en la década del '30, integrando orquestas de renombre y forjando un estilo inconfundible que lo posicionó como una referencia del tango.
Durante más de treinta años, Troilo lideró su propia orquesta y se destacó como un prolífico compositor. Su sensibilidad musical dio origen a piezas que continúan interpretándose en milongas y conciertos, trascendiendo el tiempo. Entre sus obras más emblemáticas se encuentran:
- "Sur": Co-compuesta con Homero Manzi, es considerada una de las letras más profundas y poéticas del tango.
- "Responso": Dedicada a la memoria de su amigo Homero Manzi, esta obra se distingue por su emotividad y su conmovedora expresión.
- "La trampera": Una pieza instrumental que exhibe su virtuosismo y destreza inigualable con el bandoneón.
Goyeneche y Troilo, dos “nombres” del tango. Foto: ArchivoAsí, cada 11 de julio, el bandoneón susurra su voz ancestral, invitándonos a caminar por los adoquines de un Buenos Aires eterno.
Es un día para dejar que la melodía nos abrace, nos cuente historias de arrabal y nos recuerde que en cada fuelle que se expande y se contrae, late el corazón inmenso de un pueblo y la memoria imborrable de "Pichuco", el poeta del bandoneón que hizo del silencio música y del sonido, una caricia al alma.