En San José del Rincón hay un nombre que se repite en los partes policiales como una letanía: Nicolás Agustín González. En la calle lo conocen como “Chapita”. Tiene 25 años y, desde la primavera hasta la Navidad, la policia lo apresó ocho veces por distintos delitos. Sin embargo, cada episodio terminó del mismo modo: desde fiscalía se ordena su libertad.
La última escena ocurrió el 24 de diciembre, a plena luz del día. Cerca del mediodía, personal de la Comisaría 14ª llegó hasta la zona de cortada Yerbe y Vicente Zarza por una denuncia de hurto.
La víctima, un joven de 29 años, relató que durante la madrugada su hermana vio a “Chapita” empujando una carretilla que había salido de su domicilio. Cuando los policías intentaron identificarlo, el acusado se resistió y forcejeó con los agentes. Fue aprehendido, trasladado y, horas después, liberado por disposición de la fiscalía en turno.
Amenazas y disparos
No fue un hecho aislado. En diciembre, el nombre de González apareció dos veces en la misma noche. Primero, por amenazas en barrio Los Espinillos: una mujer denunció que otro hombre la había intimidado con prenderle fuego la casa y que su hermano, “Chapita”, habría quedado armado tras una pelea previa.
Una de las tantas detenciones de "Chapita". Foto: GentilezaMinutos después, una segunda intervención terminó de la peor manera: al intentar identificarlo, González escapó y efectuó al menos un disparo contra el personal policial, que repelió la agresión. No hubo heridos. El sospechoso se perdió entre el terraplén.
Seguidilla de delitos
Las semanas anteriores sumaron denuncias de todo tipo. Un celular arrebatado frente a una carnicería, una tentativa de robo de postes de alumbrado público junto a otro joven, el ingreso a una vivienda de donde escapó con un televisor bajo el brazo. En todos los casos, el patrón se repitió: reconocimiento de vecinos, patrullajes, rastrillajes y resultados negativos.
Incluso en octubre, una intervención del 911 por amenazas terminó diluyéndose sin poder ubicarlo. Para entonces, “Chapita” ya se había convertido en una figura conocida para policías y vecinos, una presencia esquiva que aparece y desaparece en los márgenes de la ciudad.
Actuación policial por robos en San José del Rincón. Foto: GentilezaLa acumulación de episodios —hurtos, amenazas, resistencia a la autoridad y hasta abuso de arma de fuego— comenzó a generar un clima de malestar en la comunidad rinconera. No solo por la reiteración de los hechos, sino por la sensación de que el expediente crece mientras las respuestas no llegan.
En las calles de Rincón, la pregunta se repite en voz baja: cuántas veces más puede escribirse la misma historia sin un punto final.