Aunque suele sorprender por su carácter repentino, la muerte súbita es una de las principales causas de fallecimiento en el mundo. De acuerdo con estimaciones internacionales, una de cada mil personas muere por este motivo.
Los especialistas destacan la importancia de los hábitos saludables, los controles médicos, el aprendizaje de RCP y la disponibilidad de desfibriladores.

Aunque suele sorprender por su carácter repentino, la muerte súbita es una de las principales causas de fallecimiento en el mundo. De acuerdo con estimaciones internacionales, una de cada mil personas muere por este motivo.
En Argentina, el número asciende a unas 40 mil muertes anuales. Con el objetivo de difundir información y generar conciencia sobre esta problemática, del 21 al 27 de agosto se conmemora la Semana de la Lucha contra la Muerte Súbita.
“La muerte súbita es un fallecimiento abrupto e inesperado que ocurre en una persona aparentemente sana, y casi siempre relacionado con una arritmia grave del corazón, como la fibrilación ventricular. En general, se da en el contexto de una enfermedad de las arterias coronarias, aunque también puede presentarse en casos de cardiopatías congénitas o arritmias de origen genético”, explicó el doctor Alan Sigal (MN 152717).
Su incidencia tiene dos picos principales: durante la infancia, cuando se vincula a patologías congénitas, y a partir de los 45 años, cuando la enfermedad coronaria se vuelve más frecuente, sobre todo en hombres. En las mujeres, suele presentarse una década más tarde.
Los factores de riesgo que más la favorecen están ligados al estilo de vida. “El tabaquismo, la diabetes, la hipertensión arterial, el sedentarismo, la obesidad, el colesterol elevado y los antecedentes familiares aumentan el riesgo de padecer una muerte súbita”, detalló Sigal. Muchos de los casos, agrega, se desencadenan por una obstrucción aguda de una arteria coronaria.
La buena noticia es que ocho de cada diez eventos cardíacos podrían prevenirse. Para eso, los especialistas recomiendan mantener una alimentación equilibrada, realizar al menos 150 minutos semanales de actividad física, dormir lo suficiente, reducir el estrés, no fumar y limitar el consumo de alcohol.
Los especialistas coinciden en que la prevención es la herramienta más eficaz contra la muerte súbita. “Los chequeos cardiológicos periódicos nos permiten detectar cuadros clínicos muchas veces asintomáticos, pero que aumentan el riesgo de padecer una muerte súbita o un evento cardíaco grave. Casi la totalidad de las muertes súbitas podrían prevenirse con un adecuado control y prevención habitual”, afirmó Sigal.
El doctor Martín Fasan (MN 166598), señaló que el primer paso es evaluar los factores de riesgo, como la hipertensión arterial, el colesterol elevado, la diabetes o la obesidad. “Estos controles incluyen desde una consulta clínica hasta estudios complementarios como laboratorio, electrocardiograma, ecocardiografía y pruebas de esfuerzo, entre otros. Se adaptan a la edad del paciente y sus antecedentes médicos”, explica.
Si bien toda la población debería controlarse, hay grupos en los que la recomendación es aún más fuerte: pacientes con cardiopatías, personas con antecedentes familiares de infarto o ACV a edades tempranas, y deportistas de alto rendimiento, quienes requieren evaluaciones más exhaustivas.
Además de la prevención, la respuesta inmediata ante un evento cardíaco puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. La reanimación cardiopulmonar (RCP) básica y el uso de desfibriladores son herramientas vitales.
“El 70% de los paros cardiorrespiratorios se produce en la vía pública. Por eso es fundamental que la sociedad esté capacitada en RCP y que existan desfibriladores en los lugares donde circula mucha gente”, explicó Fasan.
En 2022 se reglamentó en Argentina la Ley de Muerte Súbita, que obliga a contar con desfibriladores automáticos externos (DEA) en espacios públicos o privados con una circulación diaria de más de mil personas. Estos dispositivos deben estar señalizados y ubicados en lugares accesibles, además de contar con personal capacitado en su uso.
“Cuando sucede una emergencia, debemos actuar rápido. Primero, verificar si la persona está consciente y respira. Si detectamos que está en paro, hay que llamar al 911, iniciar RCP y, si hay un desfibrilador disponible, usarlo. Cada minuto cuenta”, enfatizó Fasan.
Las estadísticas son claras: si la RCP se realiza en forma temprana y efectiva, la probabilidad de sobrevida puede llegar al 70%. Por eso los especialistas insisten en que la enseñanza de estas maniobras debe ser parte de la educación escolar y que se multipliquen las capacitaciones en instituciones públicas, lugares de trabajo, clubes deportivos y centros comerciales.
La muerte súbita no siempre se puede anticipar, pero sí se puede reducir el riesgo y aumentar las chances de supervivencia. La combinación de chequeos médicos, hábitos de vida saludable, espacios cardioasistidos y capacitación en RCP conforman la estrategia más efectiva.
“Debemos entender que cualquiera de nosotros puede ser testigo de una emergencia cardíaca. Y en ese momento, saber qué hacer puede salvar una vida”, concluyó el doctor Fasan.




