Durante las fiestas y celebraciones, es habitual excederse con comidas ricas en grasas, azúcares, sal y alcohol. Como consecuencia, muchas personas experimentan inflamación, retención de líquidos, cansancio y molestias digestivas.
Después de comer en exceso durante las celebraciones, el cuerpo puede reaccionar con hinchazón, retención de líquidos y malestar digestivo. Especialistas recomiendan hábitos saludables para recuperarse sin dietas extremas.

Durante las fiestas y celebraciones, es habitual excederse con comidas ricas en grasas, azúcares, sal y alcohol. Como consecuencia, muchas personas experimentan inflamación, retención de líquidos, cansancio y molestias digestivas.
Aunque el organismo cuenta con sistemas naturales para eliminar toxinas y autorregularse, adoptar ciertos hábitos puede facilitar ese proceso y aliviar los síntomas sin necesidad de recurrir a dietas extremas.
Lejos de soluciones rápidas o productos milagrosos, los especialistas coinciden en que la clave está en volver gradualmente a una rutina saludable, escuchando las señales del cuerpo y priorizando el bienestar general.
Uno de los primeros pasos para reducir la inflamación es aumentar la ingesta de agua. Mantenerse bien hidratado ayuda a eliminar el exceso de sodio y favorece el funcionamiento de los riñones y el sistema digestivo. También se pueden sumar infusiones sin azúcar, como té o hierbas digestivas.
En cuanto a la alimentación, se recomienda priorizar alimentos frescos y naturales. Frutas, verduras, cereales integrales, legumbres y semillas aportan fibra, vitaminas y minerales que colaboran con el tránsito intestinal y reducen la sensación de pesadez. Simplificar las comidas durante algunos días permite que el sistema digestivo se recupere.
La fibra cumple un rol clave para regular el intestino después de jornadas de comidas muy calóricas. Incorporar verduras de hoja verde, legumbres y granos integrales ayuda a normalizar la digestión y a sostener un microbioma intestinal saludable.
Al mismo tiempo, es aconsejable reducir el consumo de sal, azúcar y alcohol. Estos componentes favorecen la retención de líquidos y la inflamación, además de sobrecargar órganos como el hígado. Reemplazarlos por opciones más naturales facilita una recuperación más rápida.
Elegir proteínas magras, como pescado, pollo o alternativas vegetales, junto con grasas saludables presentes en el aceite de oliva, el aguacate o los frutos secos, contribuye a disminuir la inflamación y aporta saciedad. Evitar alimentos ultraprocesados y fritos también resulta beneficioso.
El descanso es otro factor fundamental. Dormir entre siete y ocho horas por noche permite regular hormonas vinculadas al hambre y al estrés, que suelen alterarse tras períodos de desorden alimentario.
Retomar la actividad física de forma moderada, como caminar, hacer estiramientos o practicar yoga, estimula el sistema digestivo y linfático, ayudando a eliminar toxinas y reducir la hinchazón. No se trata de entrenamientos intensos, sino de volver al movimiento de manera progresiva.
Los especialistas advierten que ayunos prolongados, dietas restrictivas o planes detox extremos pueden generar más daño que beneficio. La mejor estrategia para desinflamar el cuerpo después de los excesos es adoptar hábitos simples, sostenidos en el tiempo y alineados con una alimentación equilibrada y un estilo de vida activo.




