Lesiones invisibles en los tendones: cómo prevenir el desgaste que afecta la movilidad
Un informe científico advierte sobre cómo actividades cotidianas aparentemente inocuas pueden dañar los tendones de forma progresiva y silenciosa. Qué dicen los expertos y cómo prevenir estas lesiones invisibles que afectan la calidad de vida.
Lesiones invisibles en los tendones: cómo prevenir el desgaste que afecta la movilidad
Los tendones son estructuras fundamentales del cuerpo humano: conectan los músculos con los huesos y permiten realizar movimientos tan simples como caminar, levantar una taza o escribir en el teclado. A pesar de su importancia, su cuidado suele ser relegado, y muchas veces las señales de daño aparecen cuando ya es tarde.
Según especialistas, los tendones pueden deteriorarse sin que la persona lo perciba, acumulando microlesiones por uso excesivo, estrés mecánico o malas posturas. La consecuencia: dolor, pérdida de fuerza y hasta rupturas, que comprometen la movilidad e independencia funcional.
Cómo prevenir el desgaste que afecta la movilidad.
¿Por qué son tan peligrosas?
A diferencia de una fractura o un desgarro muscular, las lesiones tendinosas suelen avanzar sin generar un dolor evidente al principio. Esto se debe a que muchas de estas afecciones se desarrollan a lo largo del tiempo, como resultado de hábitos repetitivos y desgaste acumulado.
Los especialistas advierten que movimientos cotidianos —como usar el celular por horas, teclear, practicar deportes de impacto o cargar peso de forma incorrecta— pueden desencadenar procesos inflamatorios en los tendones que, de no tratarse, se convierten en crónicos.
Diversas investigaciones identifican las siguientes causas principales de daño tendinoso:
Movimientos repetitivos sin pausas ni descansos adecuados.
Sobrecarga física, incluso en actividades domésticas o laborales.
Falta de calentamiento previo al ejercicio físico.
Envejecimiento natural, que reduce la elasticidad del tejido.
Enfermedades metabólicas como la diabetes, que afectan la regeneración tendinosa.
Las lesiones tendinosas suelen avanzar sin generar un dolor evidente.
La clave está en los hábitos
Los expertos recomiendan incorporar prácticas sencillas para preservar la salud de los tendones:
Realizar pausas activas cada 45-60 minutos durante tareas repetitivas.
Mantener una postura corporal adecuada, tanto en el trabajo como en casa.
Hacer calentamiento y estiramiento antes y después del ejercicio.
No ignorar molestias persistentes: el dolor leve también es una señal.
Consultar con profesionales de la salud ante cualquier síntoma.
El tratamiento temprano puede incluir reposo, hielo local, fisioterapia y medicación antiinflamatoria. En casos más severos, puede ser necesario recurrir a intervenciones quirúrgicas.
En laboratorios de Estados Unidos, como el de la Universidad de Michigan, investigadores trabajan con modelos tridimensionales que imitan el comportamiento de los tendones para probar nuevos tratamientos. Entre ellos, se estudia el uso de geles restaurativos que podrían acelerar la recuperación del tejido lesionado.
Además, estudios comparativos con animales como el pez cebra —capaz de regenerar completamente sus tendones— podrían abrir caminos para desarrollar terapias regenerativas en humanos, donde actualmente el proceso natural deja cicatrices y limita la funcionalidad.
Aunque silenciosas, las lesiones tendinosas pueden afectar seriamente la calidad de vida. Caminar, cargar a un hijo o incluso escribir pueden volverse tareas dolorosas si no se presta atención al estado de los tendones. La buena noticia es que, con prevención y hábitos saludables, es posible minimizar los riesgos y mantener la movilidad plena por más tiempo.