Por Jennifer Holleis

Por Jennifer Holleis
El 15 de septiembre de 2020, los ministros de Relaciones Exteriores y líderes de Emiratos Árabes Unidos (EAU), Baréin e Israel se reunieron en la Casa Blanca, junto al presidente estadounidense, Donald Trump, para formalizar los Acuerdos de Abraham, un tratado para normalizar las relaciones entre esas naciones. Marruecos también siguió en diciembre de 2020, y Sudán los firmó en enero de 2021, aunque la continua inestabilidad política en este último país ha demorado su total implementación.
Estos acuerdos marcan la primera normalización de las relaciones entre Israel y los Estados árabes desde sus tratados de paz con Egipto (1979) y Jordania (1994). También rompieron con el consenso regional establecido acerca de que la normalización requiere resolver el conflicto israelí-palestino e implementar una solución de dos Estados. "La integración de Israel al mundo árabe fue concebida originalmente por los países firmantes no solo como una forma de ganar mayor relevancia ante Estados Unidos y reflejar intereses nacionales específicos, sino también como una herramienta creíble de disuasión contra la amenaza percibida de Irán", explicó Emily Tasinato, investigadora y analista cuyo trabajo se centra en el Golfo Pérsico y la Península Arábiga.
En 2020, el mundo árabe consideraba a Irán una "fuerza desestabilizadora" y sus milicias subsidiarias en Irak, Líbano, Siria, Gaza y Yemen significaban que el país todavía era considerado el principal actor desestabilizador en la región. Sin embargo, el 7 de octubre de 2023, sucedieron los ataques terroristas liderados por Hamás contra Israel, que dejaron un saldo de cerca de 1.200 muertos y trastocaron todo aquél panorama. Unas 250 personas fueron secuestradas, de las cuales cerca de 50 continúan en manos de Hamás en la Franja de Gaza, y se cree que unas 20 de ellas siguen con vida.
Desde los atentados de Hamás, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y su coalición de extrema derecha han intensificado su rechazo a la solución de dos Estados, mientras el Ejército israelí libra una guerra de casi dos años en la Franja de Gaza que ha desplazado a 1,9 millones de personas y provocado una hambruna generalizada. Hasta ahora han muerto aproximadamente unas 65.000 personas, incluidos unos 19.000 niños, según el Ministerio de Salud de Gaza -que es dirigido por Hamás, se aclara- aunque investigadores internacionales estiman una cifra aún mucho mayor.
La Corte Penal Internacional ha emitido una orden de arresto contra Netanyahu por crímenes de guerra, junto con su ex ministro de Defensa y un miembro de la cúpula de Hamás que murió en Gaza. Israel también ha abierto múltiples frentes en su guerra regional. En 2024, el país respondió a los ataques transfronterizos de Hezbolá lanzando operaciones en el Líbano con el objetivo declarado de eliminar a dicha organización, que es respaldada por Irán, y cuyo brazo militar está clasificado como organización terrorista por Estados Unidos, Alemania y varios gobiernos del Medio Oriente.
Asimismo, Israel mantiene operaciones militares en curso en Siria, además de intercambiar fuego con los rebeldes hutíes de Yemen, quienes han atacado el transporte marítimo internacional en el Mar Rojo y en territorio israelí. En junio, Israel se enfrentó a Irán en una guerra de doce días.
Los gobiernos regionales están considerablemente menos preocupados ahora por Irán y sus representantes que en 2020. "Cinco años después, la situación parece haberse revertido", afirmó Tasinato. "Irán se ha vuelto cada vez más vulnerable, experimentando un debilitamiento militar y enfrentando presión sobre su influencia regional". De todas formas, señaló Tasinato, "la desconfianza sigue marcando las relaciones entre Irán y los países del Golfo Pérsico, mientras que Israel emerge como el 'actor deshonesto' ahora".
El 9 de septiembre de 2025, el Ejército de Israel lanzó ataques con drones contra la cúpula política de Hamás en Doha, capital de Qatar, que ha desempeñado un papel fundamental en la mediación de las conversaciones para un alto el fuego y la liberación de los rehenes restantes retenidos en Gaza. Los ataques mataron a cinco funcionarios de bajo rango de Hamás y a un agente de seguridad qatarí. "Estamos en territorio desconocido", dijo Burcu Ozcelik, investigadora principal de seguridad en Medio Oriente en el Royal United Services Institute, con sede en Londres.
Tras el ataque en Doha, los EAU prohibieron a las empresas de defensa israelíes participar en una exhibición aérea en Dubái, alegando motivos de seguridad. Funcionarios emiratíes también han criticado los planes israelíes de anexionarse grandes extensiones de la Cisjordania ocupada, lo cual, advierten, podría poner en peligro las relaciones bilaterales y los esfuerzos de Estados Unidos por ampliar los acuerdos.
Desde la firma de los Acuerdos de Abraham, hace cinco años, ningún otro país árabe se ha unido a ellos, aunque Trump ha impulsado acuerdos con Arabia Saudita, Líbano y Siria. Israelíes que apoyan los acuerdos han destacado su impacto en nuevas iniciativas regionales, el aumento del turismo y la expansión del comercio con países socios. Antes del 7 de octubre de 2023, Israel y EAU, en particular, habían firmado varios acuerdos tras normalizar sus relaciones, como, por ejemplo, un acuerdo quinquenal para compartir conocimientos en agricultura, en 2022.
Según la Oficina Central de Estadísticas de Israel, el comercio de bienes entre Israel y los EAU ascendió a unos 3.200 millones de dólares en 2024. Sin embargo, los crecientes conflictos en Oriente Medio parecen haber hecho que otros Gobiernos regionales se muestren reacios a firmar acuerdos similares. Dado que Israel sigue realizando operaciones militares en los países vecinos de Siria y Líbano, es improbable que estos Gobiernos establezcan relaciones diplomáticas plenas en un futuro próximo, aunque funcionarios estadounidenses se muestran optimistas respecto a la posibilidad de alcanzar un acuerdo de seguridad entre Israel y Siria en 2025.
Arabia Saudita estuvo a punto de firmar un acuerdo antes de los atentados del 7 de octubre y la guerra que le siguió, pero, desde entonces, ha rechazado estrechar lazos con Israel mientras no haya un esfuerzo viable para alcanzar una solución de dos Estados. "El costo de adherirse a los Acuerdos de Abraham ha aumentado exponencialmente para cualquier Estado árabe", declaró Ozcelik. "El sufrimiento insoportable de los gazatíes, la amenaza de anexión de más partes de Cisjordania y, ahora, los ataques aéreos contra funcionarios de Hamás en territorio soberano de Qatar amenazan con socavar cualquier posibilidad de normalización con Israel", añadió la analista, para quien los Acuerdos de Abraham han sido "como la joya de la corona en política exterior del presidente Trump".
(*) Nota original de la Agencia Deutsche Welle, adaptada para su publicación en El Litoral.




